Colombia lidera en América Latina la implementación de políticas de economía circular y gestión posconsumo

La implementación efectiva de la economía circular requiere colaboración entre proveedores, empresas y consumidores para optimizar el ciclo de vida de los productos y promover prácticas sostenibles.

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En la búsqueda de un desarrollo sostenible desde el ámbito regulatorio, Colombia ha emergido como un líder en América Latina en la implementación y regulación de políticas de economía circular y gestión posconsumo. A través de iniciativas legislativas y gubernamentales, el país está redefiniendo su estructura económica hacia un modelo más sostenible y responsable.

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La Estrategia Nacional de Economía Circular (ENEC), liderada por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, es una iniciativa central en este cambio. Según el Ministerio, la ENEC promueve «sistemas de producción y consumo que maximizan la eficiencia en el uso de recursos y fomentan la innovación tecnológica, la colaboración entre actores y el desarrollo de modelos de negocio sostenibles».

Luis Felipe Ordóñez, Director del Centro de Economía Circular – CEC – Transformación Circular de Negocios, explica: “La economía circular es un modelo que nos permite entender nuestra forma de producir y consumir para gestionar de mejor manera los recursos, entendiendo por recursos el agua, la energía, los materiales y el suelo. La economía circular nos ayuda a cambiar nuestra forma de ver los paradigmas de producción y consumo”.

Por su parte, Clara Inés Pardo Martínez, Directora de Proyectos Aplicados Empresariales en las Maestrías GSB de la Universidad del Rosario y experta en gestión ambiental, considera que «la economía circular debe abordarse desde dos perspectivas: aguas arriba y aguas abajo. La primera implica que, desde el diseño mismo del producto o servicio, se comience a contemplar la posibilidad de generar menos residuos, contaminación, emisiones y aguas residuales. La segunda, conocida como economía circular aguas abajo, se enfoca en cómo los residuos pueden convertirse en insumos o materias primas para las industrias antes de que sean definitivamente desechados».

Avances Legislativos en Colombia

Un ejemplo destacado de la legislación colombiana en esta área es la Ley 2232 de 2022, que prohíbe el uso de plásticos de un solo uso en una variedad de productos y establece cronogramas para su sustitución por alternativas sostenibles. Esta ley también fortalece la Responsabilidad Extendida del Productor (REP), obligando a los productores a gestionar el ciclo de vida completo de sus productos para minimizar su impacto ambiental.

Desde el año 2000, Colombia ha formulado políticas dirigidas a crear parques industriales ecoeficientes. La resolución de 2020, que regula la gestión de residuos de envases y empaques, es un paso significativo para reforzar la responsabilidad de los productores en la gestión de estos materiales.

Ordóñez también señala que Colombia se posiciona como líder en la región: «Hemos sido pioneros en implementar la Estrategia Nacional de Economía Circular, lo que nos coloca a la vanguardia en América Latina».

En cuanto a los desafíos ambientales, Ordóñez destaca: «Colombia está abanderando el proceso a nivel de Latinoamérica. Aunque otros países como Chile y México también están avanzando, nuestro enfoque ha establecido un precedente importante”.

Pardo subraya la importancia de poner en práctica lo establecido: “Es crucial convertir lo que está en los documentos en una realidad tangible. ¿Cómo aseguramos que tanto empresas como consumidores comprendan la importancia de adoptar procesos sostenibles? Esto va desde la selección de compra hasta la correcta disposición de residuos”.

Además, añadió: “La economía circular implica que todo tiene un propósito y que, con un análisis adecuado, todos los residuos son útiles. Por lo tanto, las legislaciones deben fomentar que tanto consumidores como el sector productivo entiendan la importancia de todo el proceso, desde el diseño hasta el uso responsable de productos y servicios. Así, el marco regulatorio no solo debe existir, sino que debe ser promovido activamente”.

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Impactos del gobierno en las empresas para una economía circular remunerada

Colombia lidera en América Latina la implementación de políticas de economía circular y gestión posconsumo
Felipe Ordóñez, Director del Centro de Economía Circular – CEC – Transformación Circular de Negocios

Felipe Ordóñez explica que, más que incentivos, deberíamos considerarlos como impulsos del mercado que detonan un cambio basado en las tendencias de consumo, lo que obliga a las empresas a adaptarse para no perder competitividad. «Por ejemplo, la regulación en Europa y otros mercados se está volviendo cada vez más exigente. Como empresa, si deseo exportar y comercializar mis productos internacionalmente, debo cumplir con estos requisitos globales y no solo nacionales para mantenerme relevante en el mercado», señala.

Además, destaca el aumento del consumo consciente y responsable, especialmente entre los jóvenes, que son consumidores informados y atentos que evalúan minuciosamente la información de los productos, las etiquetas y los empaques. Esto les lleva a tomar decisiones más informadas y a rechazar productos que no demuestren un compromiso real con la sostenibilidad ambiental. «Las empresas deben reconocer esta tendencia y adaptarse para no perder conexión con sus consumidores», añade.

Sobre el apoyo gubernamental, aclara que existe una percepción errónea de que el gobierno debe ofrecer incentivos financieros directos, como subsidios o descuentos, para fomentar la sostenibilidad. «En realidad, si las empresas adoptan prácticas correctas, el mercado les ofrecerá ventajas competitivas y oportunidades de diferenciación frente a aquellas que sigan modelos tradicionales», comenta.

Pardo Martínez explica que las políticas públicas de posconsumo exigen a las empresas demostrar que gestionan un porcentaje específico de sus residuos generados por sus productos. «Esto se aplica especialmente en políticas para productos como llantas y baterías, algunas de las cuales son bastante rigurosas. Tanto empresas locales como multinacionales han comenzado a adoptar estos requerimientos, motivadas por normativas internas que les exigen cumplir con estos estándares”.

Oportunidades y desafíos

Clara Inés Pardo Martínez, Directora de Proyectos Aplicados Empresariales en las Maestrías GSB de la Universidad del Rosario
Clara Inés Pardo Martínez, Directora de Proyectos Aplicados Empresariales en las Maestrías GSB de la Universidad del Rosario

Clara Inés Pardo Martínez, subraya la necesidad de cambiar el paradigma actual: «Todos los residuos tienen el potencial de convertirse en insumos y materias primas. Para ello, es esencial asegurarnos de que los residuos no se mezclen y de que se traten eficientemente para transformarlos nuevamente en materias primas. Los recicladores desempeñan un papel crucial en este proceso, ya que son ellos quienes clasifican y suministran estos insumos. Por tanto, es fundamental regular la conexión con la cadena productiva para que estos trabajadores puedan realizar su labor efectivamente».

Además, destaca el rol único de Colombia en este ámbito: «Somos uno de los pocos países que reconoce oficialmente a los recicladores, lo que no solo es un aspecto social crítico sino también una oportunidad para innovar en modelos de negocio que podrían alterar el ciclo de la pobreza. Sin embargo, enfrentamos desafíos significativos debido a la cultura predominante y las dificultades inherentes al sistema de recuperación de residuos”.

Identifica tanto desafíos como oportunidades: «El principal desafío es hacer operativas las leyes existentes y aumentar la conciencia entre productores y consumidores. Por otro lado, existe una gran oportunidad en la innovación tecnológica para el reciclaje eficiente”.

Además, Ordóñez, Director del Centro de Economía Circular, destaca la importancia de optimizar los procesos para reducir el consumo de insumos, energía y agua. Esta optimización se traduce en ahorros significativos y en una mayor rentabilidad para las empresas. “En un mercado cada vez más orientado hacia el consumo consciente y responsable, las empresas que mejoran continuamente sus procesos no solo mantienen su liderazgo, sino que también fomentan la innovación en modelos de negocio a través del aprovechamiento de residuos”.

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Este llamado del director reafirma que “no solo cambia la forma en que interactúan las empresas con los usuarios, sino que también sostiene su relevancia en el mercado y abre nuevas oportunidades laborales. Además, esta práctica incrementa la visibilidad de la empresa, permitiéndole recibir reconocimientos a nivel nacional e internacional”.

Y finalmente lleva a que las industrias cumplan, “anticipadamente con las regulaciones de la economía circular para contribuir a la reducción de la huella de carbono y la huella hídrica, las empresas demuestran un compromiso efectivo con la sostenibilidad ambiental”.

Colombia hacia un futuro sostenible

La economía circular en Colombia está en una fase crítica de desarrollo. Las políticas y estrategias están en su lugar, pero su éxito dependerá de la ejecución y del compromiso continuo de todos los sectores de la sociedad. Aunque Colombia ha progresado notablemente en la legislación y estrategia ambiental, ambos expertos coinciden en que hay desafíos significativos en cuanto a la operativización de las leyes y la concienciación general.

Además, se mencionaron ejemplos específicos de economía circular en acción en Colombia, destacando iniciativas en los sectores de reciclaje de celulares, textiles y la producción de pañales ecológicos. Estas iniciativas no solo reducen el impacto ambiental, sino que también ofrecen modelos de negocio sostenibles y replicables que pueden generar beneficios económicos mientras protegen el medio ambiente.

«Colombia tiene la legislación, ahora debemos enfocarnos en la operativización», concluye Pardo Martínez. Esto requiere una acción coordinada y persistente que asegure que la economía circular sea más que un conjunto de buenas intenciones; debe ser una realidad palpable que contribuya significativamente a la sostenibilidad ambiental, económica y social del país.

Ordóñez afirma: «Para que la economía circular se implemente efectivamente y alcance su máximo potencial, es fundamental la articulación y colaboración entre los diversos actores involucrados. Es crucial establecer sinergias y cooperaciones, pues sin ellas, los esfuerzos individuales no suelen traducirse en éxitos significativos dentro de la economía circular. Resultan ser meramente esfuerzos aislados. Por lo tanto, es esencial integrar a proveedores, empresas y usuarios en un entendimiento compartido de toda la cadena de valor y el ciclo de vida de los productos”.

Es importante recordar que según datos de la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios de 2023, en Colombia se producen aproximadamente 12 millones de toneladas de residuos anuales, de los cuales solo reciclamos el 17%. Esta cifra representa una tasa de reciclaje considerablemente baja en comparación con países desarrollados, donde el reciclaje puede alcanzar hasta el 80% y solo el 20% de los residuos terminan en vertederos.

Por lo tanto, es crucial instar a las industrias a revisar cómo pueden reducir la generación de residuos desde la fase de diseño y desarrollo de sus productos, asegurando que los residuos generados puedan ser reutilizados como insumos para nuevos productos. Además, es esencial hacer un llamado a los ciudadanos para que asuman la responsabilidad de asegurar que los residuos generados por el uso o consumo de productos, comúnmente descartados en los hogares, sean reintegrados a la cadena productiva.

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