El POT de la Fascinación (I): Carlos Montoya

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El POT de la Fascinación (I)

Carlos Alberto Montoya Corrales

 
Que la capital antioqueña sea considerada por propios y extraños como una ciudad de empuje que logra incorporar una serie de transformaciones acordes al dinamismo que demandan ciudades expansión, es algo que enorgullece y llena de regocijo a muchos de los habitantes y especialmente al gobierno y a las instituciones mayormente comprometidas con el desarrollo de la ciudad. Sin embargo los cambios en el imaginario y las percepciones de las gentes y las instituciones con respecto a la ciudad no pueden llevarnos a la fascinación por lo vivido y hacer que esta se convierta con el paso del tiempo en nostalgia, tal como se infiere de una ciudad catalogada como la más innovadora del mundo, a partir de concurso City of The Year, organizado por el diario estadounidense Wall Street Journal y Citi Group, que si bien pone acento en aspectos positivos de ciudad, termina por un imprimir un carácter generalizante a resultados parciales del desarrollo urbanístico, frente a los cuales es evidente el largo trecho por recorrer para que las soluciones tecnológicas, culturales y educativas reflejen realmente una cultura emprendedora y pujante de su población y hagan del territorio un verdadero escenario de innovación.
Una interpretación objetiva y realista sobre la transformación de Medellín permite afirmar que la agenda pública liderada por el gobierno local, desde hace ya una década está orientada a crear una especie de atracción irresistible por los logros y hechos de ciudad, produciendo engaño o alucinación en muchos de sus pobladores que sin percatarse son víctimas de una serie de herramientas utilizadas por los gobiernos para conseguir la ilusión de la realidad, sirviéndose del manejo colectivo de las pasiones y deseos de los medellinenses, a quienes se les prometen cambios alejados de la realidad por estar basados en la ilusión externa de la misma, tal como se desprende de la difusión un Plan de Ordenamiento Territorial (POT) que parte de considerar a la ciudad como innovadora, sin que nadie reaccione y devele el carácter ilusorio de una iniciativa que conducirá el que-hacer de la ciudad en los próximos doce años.
Que la ciudad cuente con unas escaleras eléctricas en la Comuna 13, y que estas evidencien el uso de la tecnología acorde a las necesidades, no puede llevarnos a creer que estas son únicas y las más importantes del mundo. Las escaleras eléctricas están por todos lados y representan en muchos de ellos verdaderas soluciones a la movilidad humana, las hay tan largas que rezaríamos para que no se paren, o tan altas que se escapan del imaginario. Por sólo mencionar algunas: la estación de Parque Pobedy, en la Línea Arbatsko-Pokrovskaya, inaugurada en 2003, es actualmente la más profunda del metro de Moscú, a 84 metros en vertical desde la superficie; El “Metro” de Donostia cuenta con la estación de Intxaurrondo, a 45 metros de profundidad, con dos entradas que unen dos zonas urbanas ahora divididas por la A-8., escaleras de gran tráfico y que son las más largas de las instaladas en España, sus dispositivos funcionan a una velocidad de 0,65 metros por segundo y están preparadas para mover a 10.000 pasajeros cada hora; o bien el amplio paisaje de escaleras en Hong Kong entre el distrito central de negocios y los distrito residenciales (que están a distinto nivel), configuran un sistema de larga distancia de escaleras mecánicas y andenes móviles llamado Central Mid Levels. Se trata del sistema de escaleras mecánicas interconectadas más grande al aire libre, con una longitud combinada total de 800 metros. Ciertamente hacer creer que las de Medellín son las únicas del mundo es creer que el conejo sale del sombrero. Eso es simple fascinación.
Sin embargo esto no implica negar su bondad. Tampoco se trata de desconocer que la tecnología nos ha permitido contar con un edificio inteligente como lo es el de Empresas públicas de Medellín; sin embargo es claro que estos abundan en el mundo, este tipo de edificaciones han logrado una creciente integración de la construcción, la tecnología y los sistemas de provisión de energía y son la mejor representación de la arquitectura sostenible. Su presencia los ha llevado a masificarse hasta el punto de contar con modelos de ciudades arquitectónicamente inteligentes como Singapur, Hong Kong, Ámsterdam, entre otros. De otra parte, el hecho de que Medellín sea la única ciudad del país que cuenta con el Metro como sistema de transporte masivo, no puede llevarnos a desconocer las excelentes soluciones a la movilidad y el compromiso con el medio ambiente que exhiben los Metros de Seúl, Taipéi, Hong Kong, Tokio, Pekín, Nueva York, Londres y París. Aún más, una cultura de la innovación que respalde la posición de la ciudad como la líder en el mundo, implica ir más allá de la construcción de los parques biblioteca y de re-estructuraciones urbanísticas como es el caso del Centro Cultural de Moravía; se requiere de hechos generalizados y sostenibles que reflejen un compromiso real con la innovación.
Ciertamente la Ciudad requiere ir más allá en materia de transformación urbana, movilidad y de desarrollo de una cultura. Las mejoras en la Ciudad en estos campos deberán permitir una transformación significativa capaz de resolver los problemas realmente críticos de orden territorial. Ello implica aceptar que una planificación parte de considerar a la Ciudad de Medellín dentro de un sistema complejo que requiere interacción y corresponsabilidad con los demás municipios del Área metropolitana, y en ello es claro que se necesita de un gran innovación en materia de gestión pública y fortalecimiento institucional que permitan una eficiente uso de los recursos y encausen los mayores esfuerzos en materia de dotación que permitan el equilibrio entre el reparto de cargas y beneficios en medio de problemáticas que los involucran a todos, como es el caso de los desplazamientos, la seguridad, la movilidad, el manejo del rio y las cuencas, en los que son cada vez menos visibles las fronteras entre los municipios.
A manera de ilustración, es ya una concepción generalizada que el relativo liderazgo de la ciudad en materia de movilidad se ha venido perdiendo, y hoy los habitantes de Medellín se enfrentan a serios problema asociados con limitaciones en infraestructura, el letargo en el desarrollo de macro- proyectos de movilidad y de integración del transporte masivo. Cierto es que la inoperancia y los errores asociados a la implementación del POT que hoy se sustituye ha conllevado a una práctica cada vez más común de responder a la problemática de movilidad en medio de procesos no planificados, tal como acontece con las tentativas de solución al crecimiento del parque automotor, la congestión de la ciudad o las muertes de peatones, que han resultado ser realmente inoperantes.
Y si bien un POT no es un Plan de Desarrollo, si organiza y define vocaciones para que resulte adecuado a las transformaciones económicas, productivas, sociales, culturales, urbanísticas y paisajísticas que demanda la Ciudad, y estas no pueden obviarse. El Plan de Ordenamiento que se pone en marcha con un horizonte de 2027, no es enfático frente a estas realidades, y por tanto carece de visión; este es un Plan fascinado por la innovación que no deja ver la realidad de una ciudad que requiere ser tratada como mayor realismo y creatividad, y para ello hay que tener los pies sobre la tierra.

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