Juan Pablo Montoya quien no solamente ha sido conocido por ser uno de los grandes deportistas de la historia de este país, sino también por sus declaraciones polémicas y, a menudo, incómodas, para otros han sido frases pedantes, pero nadie puede quitarle a Montoya que suelta verdades necesarias.
Como, por ejemplo, que los deportistas corren no solamente por sus propios méritos, pasiones, proyectos y ambiciones, también quieren dejar en alto el nombre del país, pero realmente nadie le termina debiendo nada a nadie por los méritos que consiga. Los méritos y los logros son de las personas que los alcanzan.
Cuando llega la época de los Juegos Olímpicos, de una copa mundial o de cualquier otra competencia deportiva, las personas siempre quieren estar del lado ganador, quieren estar en el primer puesto, la medalla de oro, la de plata y en el peor de los casos la de bronce. Sin embargo, la pregunta que surge es, ¿cuántos están realmente involucrados en el proceso que lleva a esos deportistas al éxito?
Esa es una pregunta muy necesaria, especialmente cuando muchos critican a los deportistas por no obtener medallas o no ser los más aclamados. Como bien apunta Montoya, son pocos los que están dispuestos a participar en el proceso de formación de campeones.
No solamente porque los incentivos lastimosamente para muchas empresas privadas se han acabado cosa que también habla, que no todas las compañías tienen unas profundas convicciones de apoyar el deporte y algunas obras sociales por filántropo o altruismo, sino que lo hacen por beneficios tributarios y por algunas extensiones por otro tipo de incentivos.
Aunque el punto central de esta editorial no es el rol de las entidades deportivas en Colombia, vale la pena cuestionar lo que están haciendo secretarías, direcciones, gerencias, y en el caso del gobierno nacional, los ministerios, para encontrar y promover los verdaderos proyectos que impulsan a niños y jóvenes para ser los futuros medallistas, en cada uno de los 32 departamentos del país, incluyendo el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina.
¿Están llegando a esos territorios y proporcionando la financiación necesaria, o se están perdiendo en la burocracia y el clientelismo? Eso es parte del proceso de creación de deportistas, de los posibles futuros medallistas olímpicos.
Pero si a miles de colombianos les ha tocado ver en eventos de carácter público, en ciclovías, en bazares, en semáforos y en todo tipo de eventos a jóvenes pidiendo ayuda para poder seguir desarrollando su preparación preolímpica, para conseguir insumos con que practicar, y la gente pasa de largo y no les ayuda. Tampoco ocurre que no todos los gobiernos o las empresas lo hagan. Entonces, ¿cómo queremos ser una gran cuna de medallistas?
No podemos exigir resultados cuando no conocemos la raíz, cuando no hacemos parte del proceso, cuando no entendemos la realidad de los deportistas en las regiones. No podemos solamente querer exigir resultados si no sabemos lo que ocurre desde un comienzo y eso como país nos ocurre bastante.
¿Cuántas personas, empresas, gremios y gobiernos están dispuestas realmente a apostar por el talento colombiano? ¿Cuántas universidades están dispuestas, como en Estados Unidos, a brindar becas a cambio de desempeño deportivo? Solamente la Universidad de Stanford en Estados Unidos tiene más medallas que Colombia en toda su historia.
Los modelos existen, están probados, pero Colombia sigue perdida en este y otros aspectos. Pero vale la pena tomar esa reflexión de Juan Pablo Montoya y decir, si quieren tener ganadores, hagan parte del proceso activo en el apoyo y no se lo esperen resultados.
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