Por: Amylkar Acosta Medina
La falta de continuidad entre una administración y otra, tanto en el orden nacional como departamental y municipal, han convertido a Colombia el escenario para interpretar una sinfonía de obras inconclusas, al punto que acaba de aprobar el Congreso de la República una Ley que obliga al Gobierno a establecer un registro de los que se han dado en llamar “elefantes blancos”. A la falta de continuidad se ha venido a sumar la imprevisión y la improvisación. El caso del Túnel de La línea es emblemático en este sentido.
Durante más de 50 años la construcción del Túnel de la Línea se había convertido en una verdadera obsesión y en un proyecto estratégico para el país largamente aplazado. Se trata de reducir el trayecto y mejorar la movilidad desde el centro del país con el Eje cafetero, Cali, a través de la Ruta nacional 40 y el puerto de Buenaventura, el principal puerto colombiano sobre el Pacífico.
En el año 2008 se le adjudicó la ejecución del proyecto al consorcio Unión Temporal Segundo Centenario y se iniciaron obras en diciembre de 2009, teniendo como fecha de entrega del Túnel en julio de 2013. Sin embargo, la Unión temporal, alegando mayores fallas geológicas e imprevistos no cumplió con el plazo de entrega de la obra y demandaba además del Estado reajustes para cubrir sus mayores costos en los cuales, según ellos, incurrirían.
La Unión temporal se dio un nuevo plazo, noviembre de 2016, pero ante la imposibilidad de cumplir el Invías procedió a la declaratoria de la caducidad del contrato el 26 de enero de 2015 y se le impuso además al Consorcio una multa por valor de $60.300 millones. La decisión del Invías fue recurrida y al final no se hizo efectiva. En su lugar el Gobierno decidió no prorrogar más el contrato, este se dio por terminado y se procedió a su liquidación. Se dispuso, entonces, iniciar un nuevo proceso express de licitación para contratar la conclusión de la obra, la cual le fue adjudicada a un nuevo contratista integrado por Conconcreto y CSS.
En concepto del Contralor General de la República Carlos Felipe Córdoba, “el costo del Túnel de la Línea creció 546%, al pasar de $464.000 millones a $3 billones, sin que aún esté concluido”. El hecho cierto e incontrovertible es que después de 11 años de iniciado y 7 años de atraso, según la Ministra de Transporte Ángela María Orozco, se requieren $600.000 millones más para terminarlo.
Pero, definitivamente, la tapa de esta triste historia es como para no creer: como ya dijimos, nos demoramos más de 50 años en tomar la decisión de adelantar este proyecto, resulta que se contrata la ejecución del Túnel de la Línea en una sola dirección. Tendremos que esperar otros 50 años para acometer la construcción del túnel de retorno. Increíble, pero cierto, cuando se vea la luz al final del Túnel en diciembre, según lo anunció el Presidente Duque, tendremos un Túnel unidireccional (¡!).