Empresarios berracos

Por: Daniel Gómez Molina, empresario y líder del bufete de abogados G&M

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Nos está quedando duro crear empresa en nuestro país; tanto así, que mi nueva empresa la estoy iniciando en el extranjero, toda vez que siento que acá no tengo cómo avanzar, y lo que estoy diciendo no es una apología a la ilegalidad; por el contrario, el libre comercio internacional y la autonomía propia para decidir en dónde ubico y gestiono mis negocios es un acto que seguiré guardando con celosa reserva por el resto de mi vida; pero eso sí, iré a un país donde mi dinero pueda generar más empleo, más tributos, más coherencia y más riqueza, entendida desde un concepto integral.

En palabras coloquiales, sin dejar de ser técnicos, los invito a hacer las siguientes cuentas: una empresa (dos socios) que factura $300’000.000 anuales y trabaja con un margen del 25 % de utilidad, en teoría llegarían a $75’000.000 al año de ganancias; esa empresa tiene que pagar aproximadamente un 35 % de impuesto de renta ($25’500.000), sin considerar demás tributos asociados como industria y comercio y otros; le quedan $49’500.000 y luego debe pagar el 20 % del impuesto por los dividendos a sus dos socios (9’900.000), nos quedarían $39’600.000 para dividir en 2 esos dos emprendedores/empresarios ($19’800.000 c\socio). Cada uno, adicionalmente, deberá asumir el 4×1000 (tasa bancaria). Concluyendo entonces que quien constituyó una empresa y facturó 300 millones de pesos, con un margen del 25 % de utilidad, le quedaron en realidad el 13,2 %, (6,6 % c/socio) casi la mitad de sus frutos los pagó en impuestos.

Al parecer, un sector amplio de los empresarios en nuestro país no anda muy contento con la situación actual que enfrenta la economía regulada. ¿Qué tan real es esto?

En los últimos años, nos hemos convertido en un Estado inestable, tributariamente, debido a que cada dos o tres años se enruta una nueva reforma al respecto; comienzo por allí, ya que, a nivel empresarial, existen dos caminos, las inversiones de empresas nacionales y la inversión extranjera, ambas terminan afectadas por esa inestabilidad jurídica y económica, con una pizca de incoherencia entre el % que se graba al empresario y el retorno de los tributos plasmados en la sociedad. 

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Es entonces Colombia un país donde el % gravado es alto, pero el retorno es poco, eso directamente nos ubica en los países donde no es conveniente crear empresa porque sale muy costoso su constitución y mantenimiento; con cariño y profundo respeto lo digo: ya no queremos trabajar para que nos vean, los colombianos queremos comprar casa y poder darle techo a nuestras familias, poder gozar, pasear, estrenar, comer bien, podernos enfermar tranquilos, vivir cómodos, tener TV grande para la familia, no se trata de riqueza material, se trata de mínimo vital.

Los empresarios están migrando y emergiendo hacia una nueva era

Una vez tenemos claro lo anterior y entendemos que actualmente las compañías están emergiendo y migrando a esas nuevas tendencias globales como es la tecnología, identificamos dos situaciones nuevamente: hay dos tipos de empresas tecnológicas en relación con nuestro país; las primeras son las que crean de Colombia hacia el mundo y las segundas son las creadas en el mundo y con necesidad de mano de obra tecnológica de calidad y costos favorables. En ambos casos, lo estamos haciendo muy mal.

Al respecto de las compañías que salen de Colombia hacia el mundo, si se sentaran en mi despacho y yo tuviese que asesorar a empresarios con una startup en potencia, debería recomendarles estructurar su compañía para que sea más global, escalable, eficiente y regulada ciertamente en países por fuera de Colombia. Esto por cuanto el % gravado es mayor en Colombia y no otorga beneficios nacionales, ni internacionales, tampoco se entregan incentivos para el emprendimiento vanguardista y eso nos lleva directamente al segundo punto, la inversión extranjera. Cuando lo analizamos desde esa óptica y estuviésemos asesorando una mesa internacional de inversión global, seguramente no recomendaría crear una sociedad en Colombia, ni invertir directamente, debido a los puntos mencionados y, adicionalmente, por la incertidumbre en los cambios políticos, tributarios y sociales a corto, mediano y largo plazo. En cuanto a grandes capitales, genera incertidumbre incontrolable en mediciones proyectadas.

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Por esta y varias razones más, no somos fuertes para atraer inversión en tecnología. Nos queda una opción para ser fuertes: siendo trabajadores o prestadores de servicios de compañías en el extranjero (exportar mano de obra). Esto es sumamente rentable para el mercado laboral internacional, porque se factura en dólares y se gasta en pesos. Eso resulta interesante para mejorar dos indicadores económicos: 1. La tasa de desempleo; y 2. El dinero en circulación, con su consecuente derrame económico. Sin embargo, finalmente, nuestro país deja en manos de sus particulares la circulación de la economía, ya que no la fomenta, no la libera, no la regula y no deja de ser un Estado corrupto, ya sea izquierda o derecha. ¿Realmente competimos con multinacionales? Sí, pero únicamente en bolsas de empleo, en un dinero que suponemos ingresa y circula y, posiblemente, ni siquiera es declarado en Colombia. Se han preguntado ¿Por qué Nubank no fue iniciada en Colombia? La respuesta es por la INCOMPETENCIA de nuestro país.

Este contenido hace parte de la octava edición de Revista 360 que cuenta con la participación de más de 70 invitados de todos los principales sectores económicos, productivos y políticos de Colombia. Ministros, líderes gremiales, líderes en áreas de la construcción, sectores bancarios, logística e infraestructura, telecomunicaciones, gobernantes regionales, analistas, economistas, entre otros.

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