Con metas claras en sostenibilidad y reducción de emisiones, Colombia avanza con paso firme hacia la descarbonización del transporte, reafirmando su compromiso con una movilidad más limpia.
En el marco de la V Conferencia Internacional de Biocombustibles, celebrada en Santa Marta, se anunció un aumento del 32% en la contribución del país a la reducción de emisiones contaminantes para 2030. Esta medida busca evitar la emisión de 5 millones de toneladas adicionales de CO₂, un esfuerzo clave en la lucha contra el cambio climático.
La conferencia reunió a más de 400 representantes del ámbito productivo, académico, gubernamental y empresarial, quienes conocieron de primera mano los avances, retos y nuevas metas del sector.
Durante la jornada inaugural, Carolina Rojas Hayes, presidenta ejecutiva del gremio, resaltó el rol crucial de los biocombustibles en la transición energética y en la consolidación de una movilidad más limpia e inclusiva.
“La labor que se ha venido desarrollando demuestra que el agro colombiano tiene el potencial para impulsar el cambio energético que el país necesita. Cada litro de biocombustible no solo reduce las emisiones contaminantes, sino que también genera empleo y fortalece la industria nacional”, afirmó Rojas Hayes ante los asistentes.
Una hoja de ruta clara para la descarbonización del transporte en Colombia mediante biocombustibles

Ampliación a nuevos modos de transporte: Uno de los ejes más destacados del evento fue la expansión del uso de biocombustibles más allá del transporte terrestre. La industria se prepara para incursionar de manera decidida en la aviación y el transporte marítimo, sectores con gran potencial de mitigación de emisiones.
Según lo anunciado, para 2030 se espera producir 15 millones de galones de biocombustible marítimo, una medida que podría disminuir hasta en un 40% las emisiones del transporte de carga por mar.
Asimismo, se proyecta la puesta en marcha de la primera planta nacional para producir SAF (Sustainable Aviation Fuel o combustible sostenible para aviación), que estaría operativa en 2029 con una capacidad de 50 millones de galones anuales.
Este tipo de combustible permitiría una reducción del 65% al 70% en las emisiones generadas por vuelos comerciales, consolidando un paso clave hacia una aviación más limpia.
Indicadores de crecimiento del sector: El balance presentado evidenció un crecimiento constante en los volúmenes de producción y comercialización de biocombustibles. En 2024, la venta de bioetanol alcanzó los 396 millones de litros, un incremento del 28% respecto al año anterior. Para 2025, se espera un crecimiento adicional del 29%, alcanzando los 513 millones de litros.
En cuanto al biodiésel, las cifras también fueron positivas: se vendieron 688 mil toneladas durante 2024, y se proyecta llegar a 716 mil toneladas en 2025, lo que representa un aumento del 2%.
Estos avances se traducen en beneficios ambientales directos. Entre 2021 y 2024, el uso de biocombustibles en el país evitó la emisión de 12,3 millones de toneladas de CO₂, así como la liberación de 3.093 toneladas de material particulado.
Para el 2030, la meta es reducir otras 5 millones de toneladas de CO₂ y disminuir 1.200 toneladas adicionales de partículas contaminantes.
Impacto social y generación de empleo: Más allá del impacto ambiental, la industria de los biocombustibles es un motor de desarrollo rural y de generación de empleo. Actualmente, este sector sostiene 90.000 empleos directos y 470.000 empleos indirectos.
La meta trazada para 2030 es ambiciosa: duplicar los puestos de trabajo directos hasta alcanzar los 180.000, fortaleciendo así una transición energética justa y con rostro social, especialmente en las regiones productoras.
“La cadena de los biocombustibles tiene el poder de dinamizar economías locales, brindar oportunidades dignas y sostenibles, y aportar de manera decidida a las metas climáticas nacionales”, destacó Rojas Hayes, quien reiteró la necesidad de una articulación entre el sector público, privado y la sociedad civil para maximizar el impacto del modelo bioenergético.
Una agenda hacia la sostenibilidad: La V Conferencia Internacional de Biocombustibles también sirvió como plataforma para discutir las políticas públicas necesarias para consolidar al país como un líder regional en bioenergía.
Temas como el incentivo a la producción de segunda generación, el impulso a la investigación y la innovación, y el fortalecimiento de marcos regulatorios fueron parte central de las mesas de trabajo.
En ese sentido, se resaltó que Colombia ya cuenta con los recursos agrícolas, el conocimiento técnico y la voluntad del sector para avanzar en una hoja de ruta clara hacia una economía baja en carbono. Lo que sigue será afianzar alianzas estratégicas con actores clave, tanto a nivel nacional como internacional, para movilizar inversiones y desarrollar nuevas capacidades.
Panorama general: El compromiso asumido por la industria colombiana de biocombustibles representa una apuesta concreta por un futuro más limpio y sostenible. A medida que el país enfrenta los desafíos del cambio climático, la bioenergía se consolida como una alternativa viable y eficiente para transformar el modelo energético actual.
El éxito del sector dependerá, en gran medida, de la continuidad de políticas de apoyo, la inversión en infraestructura tecnológica y la integración de más sectores económicos a la transición. La conferencia de Santa Marta deja un mensaje claro: Colombia tiene el potencial para liderar la descarbonización del transporte en América Latina, y está dando pasos firmes para lograrlo.
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