Gilberto Tobón Sanín, el alcalde que necesita Medellín

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Por eso, yo quiero a Gilberto Tobón Sanín de alcalde para Medellín.


Por: Wilmar Vera Z.

La semana pasada tomó fuerza el nombre del profesor, politólogo y abogado Gilberto Tobón Sanín como posible candidato del Progresismo y fuerzas sociales para la alcaldía de Medellín. Tobón, docente universitario, investigador y autor de varios libros, además de contar con posgrados en ciencias políticas y filosofía, obtuvo una de las más altas votaciones en las elecciones para senador, sin alcanzar escaño pese a contar con 175.000 votos.

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Su nombre en el partidor generó diversas reacciones favorables, precisamente porque el profesor Tobón ha sido un crítico constante de la clase política colombiana -y de la derecha y Uribe en particular- cuyo desempeño ha llamado como “gangsteril” y ha definido el actuar de ese grupo como “Robin Hood al revés: quitarles a los pobres para darle a los ricos”. Pero más allá de la figura de outsider, ¿tiene oportunidad un verdadero alcalde maestro? Veamos algunos elementos:

  1. Depende del desempeño del presidente Gustavo Petro. Aunque es muy temprano ubicar su nombre en la línea de salida, perfilarlo como candidato daría tranquilidad a la ciudadanía, cansada de la extrema derecha y de la decepción del Movimiento Independientes. Aunque los medios del establecimiento todos los días sacan noticias o inventan escándalos contra Petro, del buen desarrollo gubernamental depende que se comprenda la posibilidad de que Medellín tenga un aliado de la Colombia Humana.

Aunque el alcalde Quintero hizo campaña por Petro y funcionarios de su administración trabajaron para él (y hoy María Camila Villamizar Assaf ingresa al gobierno petrista) el alcalde llegó más impulsado por su férreo antiuribismo, no por empatía ideológica. Desligarse o mantenerse ajeno a Quintero sirve para resaltar que no sería su continuador ni émulo.

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  • No tiene experiencia en administración del Estado. Es posible, pero no es ajeno a ella, pues ha sido su objeto de estudio, análisis y crítica. Más que una debilidad es una ventaja, pues conoce los vicios, marrullas y trampas de los politiqueros tradicionales, que llegan con elecciones populares a llenar los bolsillos de sus colegas y patrocinadores. Además, ¿qué merito tenían Aníbal Gaviria, Juan Gómez Martínez, Luis Alfredo Ramos o Sergio Naranjo cuando ocuparon su puesto en La Alpujarra por primera vez? Tobón es un intelectual, no un burócrata politiquero. Ya es una ganancia. Un verdadero alcalde-profesor.
  • Es un mensaje de desuribización para la ciudada. Como los coletazos del nazismo en 1945, es necesario comenzar a mandar al “cuarto de Sanalejo” de la Historia al ex presi (dente, diario) eterno, ideológicamente hablando, por el bien de las nuevas generaciones y el desarrollo. Esa ideología reaccionaria y caduca sólo cala entre un grupo reducido de privilegiados, quienes fueron beneficiados con las exenciones que dio el sub expresidente Duque o tuvieron finca o volvieron a ellas gracias a la falacia de la Seguridad Democrática. No hay base social más allá de gente comprada con gaseosas Postobón, limitados de entendederas y la infaltable “gente de bien”, que invita a sus empleados amablemente a acompañarlos en las lánguidas marchas contra la imaginaria dictadura castrochavista.
  • Gilberto Tobón Sanín, de alcalde de Medellín, le devolvería a la ciudad la esperanza de unificar el crisol ideológico de esos movimientos políticos que, en el Pacto Histórico, llevaron a la Casa de Nariño una propuesta de respecto a los DDHH, de inversión social y respeto a la ciudadanía que hace falta en la capital paisa. Eso, por supuesto debe estar unido con un gobernador progresista, con quien trabajar en conjunto por el bien de todos y todas, no del blanqueaje aporofóbico, de rancios apellidos y luengas cuentas bancarias, que se creen portadores del destino manifiesto regional porque el poder político y económico pingponea endogámicamente entre las mismas 15 o 20 familias desde que le quitaron esta tierra a los nutabes.
  • Como Rodolfo Hernández (pero para bien) Tobón tiene gran acogida entre jóvenes y mujeres, que rodeado de un gabinete de conocedores puede impulsar a la ciudad, colocándola en la tónica de una región comprometida con los social y el cierre de la brecha social y económica que nos han dejado la administración de los de siempre para los mismos.
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No sé. Quien tiene la última palabra es el maestro Tobón, quien está pensando seguramente la conveniencia de meterse en ese berenjenal que es la política colombiana. No sería lo mismo que como senador, pero sin duda con él en La Alpujarra recuperaríamos la imagen de que no somos feudo de nadie y que la ciudadanía está madura para construir una verdadera administración que sea por fin pública, no de particulares excluyentes.

Por eso, yo quiero a Gilberto Tobón Sanín de alcalde para Medellín.

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