El Gobierno tiende puentes, pero los bloqueos se mantienen

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EDITORIAL


Nuestro editorial del día de hoy va dirigido hacia quienes se están manifestando todos los días en algunas ciudades del país. Honestamente, ya sin muchos argumentos; por lo menos pareciese que el único fin que persiguen es crear algún tipo de ruido y hablar sobre distintos acontecimientos que en nada le competen al Gobierno Nacional: hablan de Palestina, de la guerra, de la paz mundial, de la contaminación y de otros asuntos que parecen más de una lista de regalos a Papá Noel que a un Gobierno que está en serios aprietos por cuenta de una pandemia que ha azotado a todo el mundo.

Llamamos a estas personas a la cordura, a una posición racional, a un entendimiento. Los violentos han hecho bloqueos y por cuenta de ellos personas han fallecido directa o indirectamente al no recibir medicamentos, oxígeno, alimentos, entre otros.

En vista de que el Gobierno está hoy en una posición en la que no puede mover un dedo porque es catalogado como Estado opresor, es conveniente que se pongan en la posición de sus familias, que imaginan si esa persona si fallece es su madre, su padre, su hermano, su hijo, o si la empresa para la cual eventualmente trabaja, aunque la mayoría de estos no laboran, se quiebra sin poder generar valor, sin poder crear empleos, sin poder seguir brindando un servicio a la sociedad.

No hay que pensar en el Gobierno, ni el presidente Duque, quien es una figura transitoria al que le queda escasamente un año y medio de gobierno. Hay que pensar en el futuro del país y en todo lo que se nos puede venir de continuar con esta serie de protestas sin sentido. Ya el Gobierno Nacional les hace realidad pagarles la universidad a los estratos 1, 2 y 3, algo que estaba contenido en la reforma tributaria que se retiró pero que seguramente muchos no leyeron y salieron a criticarla.

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El Gobierno retiró a Alberto Carrasquilla, se acaba de ir la canciller Claudia Blum y el Gobierno ha instalado una serie de mesas de diálogo importantes con todos los sectores interesados para tratar de entender cuáles son las inconformidades y avanzar hacia mejores puertos.

El presidente Duque podrá tener muchos defectos pero uno de ellos no es que sea prepotente y orgulloso, todo lo contrario. Iván Duque siempre ha sido conciliador, ha sido una persona que apuesta más por el diálogo, por las vías pacíficas y por la no polarización; incluso esto le ha traído críticas dentro de sus mismos movimientos políticos que le apoyan.

Más allá de eso, que es una posición muy necesaria en medio de tanta tensión, el presidente Duque ha pedido que por favor se garantice el libre tránsito de las personas, que no se secuestre a la población civil que todos los días necesita ir a trabajar, que cada día requiere hacer gestiones médicas, bancarias, de negocios, educativas, entre otras. Es muy lamentable que el comercio en general en las ciudades azotadas por las protestas cuando viene del peor año de toda su historia, no pueda abrir por temor a ser vandalizados, o que abran y las personas no vayan por temor a salir de la casa. Todo esto es decadente y negativo para todos los colombianos.

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Es un llamado a la sensatez, es un llamado a que no sigan insistiendo en crear un pico dentro del pico más letal y virulento que hemos tenido en esta pandemia. Las constantes movilizaciones en las últimas dos semanas están colapsando las unidades de cuidados intensivos de ciudades como Bogotá, y los peores efectos aún no se han visto. Cuando en una o dos semanas tengan las autoridades que volver a las lamentables, absurdas e inservibles medidas de restricción, toques de queda y otra clase de confinamientos, lo van a lamentar; habrá sido todo provocado por los grupos de persona que aunque teniendo todo el derecho a manifestar no fueron conscientes del daño que ocasionarían a miles de personas que han salido afectadas por el covid-19 y que esperaban una cama en cualquier hospital o clínica del país.

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Desde este medio de comunicación queremos poner por encima del presidente, del Gobierno, del Congreso, a Colombia, a la salud de los colombianos, a su economía, a su seguridad. Respetemos. Quienes han optado por la violencia permitamos que las autoridades sean quienes los reprendan, no le hagamos el juego a quienes insisten en acabar la institucionalidad colombiana.

Colombia ha sido resistente en los últimos 20 años, con mucha resiliencia, pero también tiene un límite y no podemos abusar de este.

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