El presidente Gustavo Petro dice que va a demandar ante la justicia a quienes lo señalan como autor intelectual del asesinato del senador Miguel Uribe Turbay. Pero es que hay indicios por montones para establecer que este fue un crimen de Estado y que el determinador —la mano que mueve la cuna— podría ser el mismísimo primer mandatario. Decirlo no es delito, es libertad de expresión, con mayor razón si hay argumentos para atizar las dudas. ¿No condenó la jueza Heredia a Álvaro Uribe por meras inferencias?
Es que desde la presidencia misma se viene insistiendo, con inusitada periodicidad, que Petro dizque nada tiene que ver con nada. De las maletadas de dinero de Laura Sarabia, con un coronel ‘autoasesinado’ de por medio, unas chuzadas ilegales más una prueba de detector de mentiras, dizque no tuvo nada que ver. De los fardos de dinero de la Unidad de Gestión de Riesgo para los presidentes de Senado y Cámara, dizque tampoco. De la fuga de su íntimo Carlos Ramón González, refugiado en Nicaragua con ayuda del Gobierno, aduce que no sabía. De los centenares de uniformados asesinados por sus órdenes de no combatir a los violentos y decretar ceses al fuego por su política de ‘paz total’, no reconoce ninguna responsabilidad.
Este señor resultó triplicando el lomo inmenso del expresidente Ernesto Samper (1994-1998), que cuando se descubrió que su triunfo había sido financiado por el Cartel de Cali, acuñó su frase más famosa: “Todo fue a mis espaldas”. Lo mismo dice Petro del crimen de Miguel Uribe Turbay.
Veamos unos punticos y que cada cual haga sus ‘inferencias’:
- El señor Petro no ha sido una monjita de la caridad. Fue uno de los líderes de la banda marxista M-19, caracterizada por robar, violar, secuestrar, extorsionar, matar y hasta quemar el Palacio de Justicia.
- Petro no se ha deslindado de su pasado guerrillero. Se ha mostrado orgulloso de él, ondea la bandera del M-19 cada vez que puede, hasta se la llevó de regalo a Pepe Mujica, y amenaza con el talante adquirido en el ‘M’. no hay duda de que no se ha desmovilizado, sigue siendo un guerrillero de corazón.
- Miguel Uribe Turbay representaba un objetivo de honor para el M-19 por ser nieto del expresidente Julio César Turbay Ayala (1978-1982), acaso su mayor enemigo, quien combatió esa guerrilla con toda la determinación. Además, Miguel se convirtió en una piedra en el zapato para el Gobierno: fue un crítico acérrimo que había tomado demasiado vuelo; fue el senador más votado en 2022 y marcaba bien en las encuestas para las presidenciales de 2026.
- El odio de Petro hacia Miguel no tuvo disimulo. En el último año, el primer mandatario le dedicó 42 trinos con nombre y apellido, no muy románticos que digamos. El día anterior al atentado lo culpó de ser nieto del expresidente que ‘torturó a más de 10.000 colombianos’.
- El 1º de mayo, en la Plaza de Bolívar, Petro aseguró que iban a “borrar” a los parlamentarios que se opusieran a sus reformas. Blandió una supuesta espada de Bolívar y ondeó una bandera roja, blanca y negra que para el Libertador era la bandera de ‘guerra a muerte’. Fue una amenaza sin tapujos.
- Miguel Uribe le pidió a la Unidad Nacional de Protección incrementar sus medidas de seguridad más de 20 veces este año. Su director, Augusto Rodríguez, otro íntimo de Petro y también exguerrillero del M-19, se lo negó.
- Desde el inicio se supo que la orden de asesinato provenía desde el Ecuador. Días antes del atentado, Petro decidió ir a la toma de posesión del presidente Noboa a pesar de haber desconocido su elección. Luego permaneció dos días en la ciudad de Manta sin que a la fecha se justifique el porqué. Dice que estuvo escribiendo un libro.
- Ha habido intentos de desviar la investigación, y Petro es el que más lo ha intentado. Cuando el fiscal que investiga el caso dijo que el móvil era político, se puso histérico y negó esa posibilidad. Se ha dedicado a disparar con escopeta regadora a todo lo que se mueva. Ha culpado a la fantasiosa ‘junta directiva del narcotráfico’, con sede en Dubai; a la ‘Primera Marquetalia’, disidencia de las Farc encabezada por alias ‘Iván Márquez’; a las así llamadas ‘disidencias de las Farc’, que dirige alias ‘Iván Mordisco’; al ELN; a su excanciller Álvaro Leyva y hasta al conflicto árabe-israelí.
- La manera como Petro se refiere a Miguel Uribe es un caso digno de estudio de la psiquiatría, porque demuestra un odio visceral, enfermizo. Casi nunca lo nombra y a menudo lo confunde con ‘Mario Uribe’, primo de Álvaro Uribe. El día del atentado tardó horas en decir cualquier cosa a pesar de que todo el día se la pasa enviando mensajes por X. Esa vez escribió que había sido herido el ‘hijo de una árabe’ (Diana Turbay, asesinada en 1991), en tanto que el día que falleció no ofreció condolencias en su cuenta personal, en la que vomita basura todo el día. No dijo nada.
- ¿A quién favoreció el asesinato de Miguel Uribe Turbay? Desde el principio, el petrismo se intentó bajar del bus. Adujeron que era un crimen para desestabilizar el gobierno de Petro y lo victimizaron: que era el directo perjudicado, el verdadero herido. De Miguel, los petristas dijeron, y siguen diciendo, toda clase de porquerías; desde que fue un autoatentado para subir en las encuestas, hasta que todo es un montaje y Miguel está viviendo en Miami, y que por eso no dejaron ver el ataúd abierto. Pretenden ignorar que la autopsia la realizó el Instituto de Medicina Legal del gobierno de Gustavo Petro.
La revista Semana dice que un preso de la cárcel de Itagüí alertó de este atentado quince días antes a la Fiscalía, pero no le hicieron caso.
Yo no acuso a nadie, pero ahí figuran más indicios de los que tuvo Sandra Heredia para escribir mil páginas de basura y meter preso a un inocente. Dejo de lado un video de Gustavo Petro en el que dice que no lo entristece el asesinato de Miguel Uribe ‘porque él les iba a entregar a Colombia a los gringos’. Quiero creer que es un video falso, elaborado con inteligencia artificial. De lo contrario, sería la prueba reina, ¡una confesión de parte!
Por: Saúl Hernández Bolívar – @SaulHernandezB
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