Inmunidad de rebaño: única solución

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Este es el milagro que necesita el planeta y debemos dejar que la naturaleza actúe a la mayor brevedad posible. Aplazar este milagro inmunológico en el tiempo es indudablemente un acto de irresponsabilidad.


Por: Misael Cadavid MD

Indiscutiblemente, hay una sola manera de controlar el coronavirus y es precisamente que las personas se vuelvan inmunes.

Esto solo se puede conseguir con la vacuna o cuando una parte de la población se contagia.

Las medidas de bioprotección, aunque son fundamentales, son inocuas y sólo ralentizan, minimizan y dilatan en el tiempo la posibilidad de contagio; es cómo darle acetaminofén a una neumonía, baja la fiebre, pero no se combate la infección.

Ante la incertidumbre que ha generado la vacuna, en cuanto a su efectividad, efectos secundarios y que se produzcan en grandes cantidades para vacunar a la población mundial, lo cual posiblemente tarde 2 años para llevar vacunaciones masivas a toda la humanidad.

La opción de la inmunidad de rebaño, es decir, ese momento en el cual el virus ha infectado a una masa crítica tan grande de gente que ya no encuentra más huéspedes para sobrevivir, podría llegar antes de lo pensado.

Personalmente lo veo como la alternativa más seria e importante que tiene el planeta.

De acuerdo con estudios de inmunología clínica, se ha comprobado que después de una ola de infección por cualquier patógeno, la inmunidad natural se distribuye de manera más eficiente que con una campaña de vacunas.

Es por esto, que los expertos compiten por resolver el acertijo de la proporción de personas inmunes necesarias para que esto suceda, conocido como el umbral de inmunidad de rebaño.

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Al principio de la pandemia se creía que era necesario que un 70% de la población estuviera inmune para detener la infección, pero ahora algunos piensan que ese número podría ser más bajo y la mayoría de los científicos en consenso creen que con un 50% sería suficiente.

De hecho, otros expertos dijeron, que incluso podría ser entre el 10 y el 20%.

Posiblemente, países enteros la consigan, como Suecia por ejemplo, e incluso, ciudades como Leticia o Barranquilla en nuestro país. De ser así, la pandemia podría controlarse “naturalmente” más pronto que lo pensado.

Afortunadamente hay señales de que la gente desarrolla inmunidad fuerte y duradera al virus, aún con infecciones leves o asintomáticas.

Según estudios de seroprevalencia (medir anticuerpos) a nivel mundial, sugieren que en los estratos bajos, entre un 50 y 55% de las personas tenían anticuerpos, en comparación con estratos altos en donde se ha encontrado cifras entre el 10 y 20%.

Los expertos señalan que el hacinamiento, los baños compartidos y el poco acceso a medidas integrales de bioprotección, incluido el tapabocas, la economía informal y el menor pánico asumido por falta de acceso a medios de comunicación, incluyendo redes sociales, hicieron que la infección se expandiera velozmente en los estratos bajos. Pobres, ¡pero con anticuerpos!

El umbral de inmunidad de rebaño cambia de acuerdo con el número de reproducción efectiva o tasa de transmisión (Rt) y este está sometido a múltiples variables sociales, económicas y culturales.

Existe además un gran dilema bioético: en efecto para lograr la inmunidad de rebaño, así sea con un umbral bajo del 10% de la población, mucha gente tiene que infectarse y algunos pocos morir.

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Y es que contagiarse en sí no es malo, teniendo en consideración que el 85% de pacientes pasan asintomáticos o con leves síntomas y la tasa de letalidad ponderada a nivel mundial no llega al 3% (o sea de cada 100 contagiados, mueren 3). Aunque cada muerte es absolutamente dolorosa, estadísticamente es muy insignificante.

Esto quiere decir que hay una gran masa de personas que ya han estado infectadas, tienen anticuerpos y no saben que precisamente esta gran masa de “invisibles” son los que están contribuyendo a la anhelada inmunidad de rebaño.

Así que no nos debemos preocupar mucho por segundos brotes, pues cada vez el virus ha sido entendido más desde el aspecto clínico y el sistema de salud está lo suficientemente preparado para atender a esos pocos casos (menos del 1%) que requieren hospitalización o UCI.

Pensar en cuarentenas generalizadas basadas en el pánico noticioso, no solo es innecesario epidemiologicamente, sino descabellado y absurdo. Debemos proteger a los grupos susceptibles, ¡sólo eso!

Lo ideal sería lograr una barrera compuesta por población vacunada y en menor proporción por la inmunidad natural para subsanar estos dilemas éticos, pero de acuerdo con la dinámica epidemiológica actual de la pandemia, conceptuó que llegaremos primero a la inmunidad de rebaño incluso antes de la tan ansiada vacuna.

Este es el milagro que necesita el planeta y debemos dejar precisamente que la naturaleza actúe a la mayor brevedad posible.

Aplazar este milagro inmunológico en el tiempo es indudablemente un acto de irresponsabilidad.

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