«No solo el sector laboral se ha visto sofocado por la presencia de la Inteligencia Artificial, también las aulas de clase parecen sentirse aventajadas por este fenómeno. Muchos docentes han alzado la voz en protesta del uso que los alumnos le dan a ChatGPT…»
Autor: Orlando Buelvas Dajud.
En las últimas semanas, se ha hablado mucho sobre el impacto de la inteligencia artificial (IA) en diferentes áreas, incluyendo el mercado laboral y la educación. Dominic Russo, escritor enfocado a la presentación de apelaciones frente a farmacias que se niegan a entregar medicamentos en New Jersey, afirmó para el New York Times “Si supieras con qué incitar a la inteligencia artificial, cualquiera podría hacer el trabajo (…) eso es lo que realmente me asusta” y es que, parece más conveniente utilizar inteligencia artificial en lugar de contratar cualquier servicio.
No es un temor infundado, varias compañías ya han despedido empleados gracias a los resultados de análisis de IA. Por ejemplo, para el 2021 Xsolla, empresa global de comercio de videojuegos con sede en California, despidió alrededor de 150 empleados gracias a la asistencia de IA. Uno de los motivos que los exempleados recibieron en el correo de despedida fue que “no siempre estabas presente en el lugar de trabajo cuando lo hacías de forma remota”.
Reuters también informó que Google, hace poco más de dos meses, dio a conocer que cesará en los servicios de 12.000 personas, no sin que antes Sundar Pichai, director ejecutivo de Google, se refiriera a la gran oportunidad que representa la IA para la compañía, lo difícil que serían ciertas decisiones y lo importante que han sido las inversiones de esta empresa en dicha materia. Por otro lado, la entidad financiera norteamericana Goldman Sachs presentó un estudio que concluyó que la inteligencia artificial afectará al menos 300 millones de empleos en todo el mundo.

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No solo el sector laboral se ha visto sofocado por la presencia de la IA, también las aulas de clase parecen sentirse aventajadas por este fenómeno. Muchos docentes han alzado la voz en protesta del uso que los alumnos le dan a ChatGPT, que se ha convertido en el chatbot predilecto para las tareas del día a día.
Sucede que un gran número de estudiantes, de todas las edades, prefiere confiar la elaboración de sus ensayos y deberes académicos a este artefacto antes que ocuparse por sí mismos. Esto se puede ver de dos maneras: como una amenaza contra la relente y anticuada educación tradicional o, el último llamado de atención antes de un desastre. Tal vez sea momento de dejar de educar a los niños a repetir como loros y en su lugar enseñarles habilidades prácticas e incentivar su criterio.
No todo es tan sencillo, la implementación de inteligencia artificial dentro del desarrollo educativo puede convertirse en una gran fuente de herramientas para el espectro cognitivo de sus usuarios, pero también puede limitar a los estudiantes haciéndolos dependientes de la tecnología y disminuyendo su creatividad.
Otro problema que puede traer esta revolución tecnológica dentro del brusco cambio al mercado laboral es afectar de manera directa a los trabajadores que no tengan acceso a una educación tecnológica dejándolos a su suerte, respecto a quienes si puedan capacitarse sobre este sector generando una gran brecha entre las habilidades de unos y otros.
¿Qué pasará con los escritores? En redes se ha convertido en tendencia una serie de comentarios donde se afirma que los escritores han sido los primeros en ser afectados por este fenómeno. Y son reales. Con ChatGPT es más fácil todo, puede escribir artículos de cualquier género -con seguridad más rápido de lo que tomó hacer este-, le pueden pedir que haga cuentos al estilo de Julio Cortázar, que escriba contratos sin tener que contratar un abogado, que te dé recetas con los ingredientes que le proporciones, que te cuente chistes tan malos como los de cualquier otro comediante de profesión y hasta que escriba correos comerciales para potenciales clientes.
Es evidente que nadie podrá competir contra un bot que puede reproducir textos en minutos o incluso segundos, un artefacto que forma poesía de cualquier tipo y complejidad. Sin embargo, en defensa del humanismo, mientras exista la inconformidad, habrá motivos para seguir escribiendo.
No es una amenaza, es una realidad. Una verdad disruptiva que empieza a dar pasos de gigante para entrar en el día a día. No puede existir una actitud de negación, las revoluciones industriales dejaron a su paso a todos los que no se adaptaron al cambio, aunque también es evidente que dicha adaptación será un gran reto para países como el nuestro. Para sobrevivir al cambio solo hace falta una cosa, ser parte de este.