José Ignacio López (ANIF): adhesión a Ruta de la Seda puede afectar comercio con Estados Unidos

El Gobierno anunció la adhesión de Colombia a la Ruta de la Seda, una decisión estratégica que podría redefinir su política exterior y comercial con riesgos económicos y geopolíticos.

En un giro estratégico que ha sorprendido al sector privado, el Gobierno colombiano oficializó su intención de adherirse a la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés), el ambicioso proyecto liderado por China para consolidar una red global de comercio e infraestructura.

La firma de un memorando de entendimiento con el gigante asiático por parte del presidente Gustavo Petro abre la puerta a nuevos proyectos de cooperación, aunque también enciende alarmas por sus posibles consecuencias económicas, políticas y diplomáticas.

¿Qué implica la adhesión de Colombia a la Ruta de la Seda? Una mirada económica y geopolítica

¿Qué implica la adhesión de Colombia a la Ruta de la Seda? Una mirada económica y geopolítica

Esta decisión llega en un momento crítico del contexto internacional. La rivalidad entre China y Estados Unidos, principal socio comercial de Colombia, se ha intensificado, especialmente con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.

En este escenario polarizado, muchos analistas y líderes del sector financiero colombiano —como José Ignacio López, presidente de ANIF— han advertido sobre el riesgo de alinear al país más estrechamente con Beijing sin una estrategia clara y sin prever las consecuencias a largo plazo.

¿Qué es la Ruta de la Seda y qué busca China?

La BRI fue lanzada por China en 2013 como una estrategia para fortalecer sus vínculos económicos y políticos con Asia, Europa, África y América Latina.

Está estructurada en dos grandes ejes: la Franja Económica terrestre, que conecta por infraestructura a través de carreteras, trenes y oleoductos, y la Ruta Marítima del siglo XXI, centrada en la mejora de puertos y rutas marítimas estratégicas.

Hasta la fecha, más de 140 países han suscrito algún tipo de acuerdo con la BRI. En América Latina, 22 de los 33 países soberanos han firmado memorandos de entendimiento, pero algunos de los más grandes, como Brasil y México, han optado por no vincularse formalmente.

Panamá, por ejemplo, decidió retirarse en febrero de este año tras haberse unido en 2017, debido a cuestionamientos sobre los resultados de su participación.

Colombia: beneficios inciertos y riesgos potenciales: La adhesión de Colombia podría, en principio, traducirse en mayor inversión extranjera para proyectos de infraestructura como carreteras, puertos y ferrocarriles, contribuyendo a cerrar brechas logísticas históricas.

El caso del puerto de Chancay en Perú —con una inversión china de US$3.500 millones— se presenta como un ejemplo de cómo esta cooperación puede transformar las capacidades comerciales de un país.

Sin embargo, el entusiasmo inicial se ve opacado por los hallazgos de un informe reciente de ANIF. Según sus análisis econométricos, la adhesión de países latinoamericanos a la BRI no ha producido un aumento significativo del crecimiento económico, ni en las exportaciones ni en la balanza comercial con China.

De hecho, se observa una tendencia al alza en las importaciones desde ese país, lo que genera un déficit creciente.

En el caso colombiano, las cifras ya son preocupantes. En 2024, las exportaciones a China sumaron apenas US$2.377 millones, frente a unas importaciones que alcanzaron los US$15.936 millones. La balanza comercial deficitaria supera los US$13.500 millones, y no hay indicios de que la BRI contribuya a cerrar esa brecha.

José Ignacio López fue claro en entrevista con 360 Radio: “La experiencia de otros países muestra que la Ruta de la Seda ha facilitado más la entrada de productos chinos que el aumento de las exportaciones locales. Además, la falta de transparencia y la posibilidad de endeudamiento excesivo son factores que deben analizarse con seriedad”.

Riesgo geopolítico: ¿una ruptura con Washington?

Uno de los principales puntos de preocupación es el posible deterioro de la relación comercial con Estados Unidos. El regreso de Donald Trump a la presidencia ha reavivado las tensiones con China, y varios expertos advierten que un acercamiento colombiano al país asiático podría generar represalias o al menos reducir el margen de maniobra de Colombia en las negociaciones bilaterales con Washington.

“No se trata de elegir entre China o Estados Unidos, sino de actuar con inteligencia estratégica”, explica López. “Estados Unidos sigue siendo nuestro principal comprador. Si perdemos competitividad frente a otros países que logren mejores condiciones arancelarias, nuestros exportadores serán los más afectados”.

Además, ya se han visto indicios de fricción. La Oficina para Asuntos del Hemisferio Occidental del gobierno estadounidense expresó su desacuerdo con que instituciones financieras internacionales financien proyectos en Colombia donde participen empresas chinas.

Esto pone en duda la viabilidad de obras como la segunda línea del Metro de Bogotá, si llegara a depender de dicho apoyo.

Qué dice la evidencia: Los estudios de ANIF aplicaron modelos con panel de datos para analizar los efectos de la BRI sobre variables como el PIB, las exportaciones y las importaciones en 29 países de América Latina entre 1980 y 2024. El resultado más contundente fue una caída promedio de 0,86 puntos porcentuales en el crecimiento económico posterior a la adhesión.

Aunque algunos indicadores como las importaciones desde China aumentaron significativamente, no se encontró evidencia estadísticamente sólida de mejora en exportaciones o balanza comercial. En otras palabras, la BRI ha implicado más compras a China que ventas hacia allá.

Transparencia y cautela: La Ruta de la Seda representa una oportunidad si se gestiona con visión, transparencia y control institucional. Pero si se convierte en una fuente de endeudamiento desordenado o se utiliza sin criterios técnicos, podría representar un nuevo ciclo de dependencia externa.

Colombia debe establecer reglas claras, con participación del sector privado y veeduría ciudadana, para definir qué tipo de proyectos se incluirán y en qué condiciones. También es urgente diversificar los mercados de exportación sin comprometer las relaciones estratégicas que ya sostienen buena parte del aparato productivo nacional.

Como concluye López, “cuando pelean los elefantes, quienes más sufren son las hormigas”. Colombia debe ser consciente de su posición y no actuar impulsivamente. La integración internacional es necesaria, pero debe hacerse sin perder de vista la estabilidad macroeconómica, la soberanía financiera y el equilibrio geopolítico.

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