Honestamente, no sé hasta cuándo tenga gasolina para seguir escribiendo sobre esto. Hacerlo durante más de siete años empieza a cansar, pero más que un cansancio de insistencia es una desolación, es entender que no hay nada que hacer en un país en donde prevalece la impunidad y la protección a los delincuentes por parte de una supuesta justicia.
Por: Andrés Felipe Gaviria
Ir en contravía de la naturaleza del orden lógico de las cosas me cuesta la vida misma, me sucede esto con la justicia colombiana, la cual está divorciada de la realidad del país. Entendería por qué la mayoría están en carros blindados con escoltas, no les roban, viven en un mundo paralelo; creen que están en Suiza, o Noruega.
Quisiera pensar que tienen un mínimo sentido racional y humano en donde reflexionaran qué quieren los colombianos, qué los afecta y sobre todo cómo estamos trabajando para estar tan mal calificados en las encuestas de opinión pública que se hacen en el país, qué estaría haciendo de malo que nadie cree en la justicia, cómo estaré obrando mal que Colombia es un país inseguro y fuera de eso no preguntarse cuántos crímenes, robos y toda clase de vejámenes que tiene que soportar la sociedad civil por parte de delincuentes son necesarios para que esto se regenere y cambie, para que quien cometa un delito pague por eso; que dejen de ser protegidos por un sistema judicial inexistente y corrupto.
¿Por qué corrupto? Porque está comprobado que tiene grandes vicios de principios de ética y moral, no en vano están los episodios del cartel de la toga, los jueces que venden tutelas, fallos exprés, entre otros, sino porque voltear un fallo de un proceso tiene más facilidad para cambiar, para hacer artimañas. A uno de los jueces del país vale la pena preguntarle cómo carajos se le ocurre que un delincuente que mata a alguien puede quedar libre porque el arma, aunque era ilegal, es un delito excarcelable, o porque lo capturaron mal, o porque un policía lo estrujo durante el operativo, y eso prevalece hasta estar por encima de los crímenes que ellos cometen. ¿Cómo hacen para vivir en esa realidad que solamente habita en la cabeza de ellos?
Los colombianos están llegando a un punto de no retorno en donde no quieren saber nada de nadie, no confiar en nadie ni mucho menos en lo que tenga que ver con política, con el Estado, con el gobierno. Las mismas cortes no se dejan reformar, el Congreso tampoco; es un problema sobrediagnosticado, se requiere la reforma a la justicia pero no va a pasar, este gobierno tampoco la hizo. La única salida es una asamblea nacional constituyente limitada al ítem de justicia, estoy de acuerdo con María Fernanda Cabal en este aspecto.
DEL MISMO AUTOR: El fenómeno Cabal
Acá no hay que inventar nada, es que ya funciona en Singapur, en Estados Unidos, incluso en Perú funciona mejor que en Colombia. Una persona que robe un celular, un bolso, un banco, o que asesine, que cometa toda clase de delitos, tiene que ser puesto ante un juez de la república y que aplique una norma ligada a la estricta lógica humana; eso tiene que dar como consecuencia una pena privativa de la libertad para ese delincuente, pero en Colombia no pasa eso.
La gente se está cansanda de salir a la calle con miedo, de interiorizar que su vida vale un celular o un bolso. Cuando un país comienza a desangrarse por este hueco, por el de la impunidad, de la ilegalidad, de la injusticia, nada bueno viene. En este gobierno no se hizo nada, esto no tiene colores políticos ni ideología; la seguridad es un derecho que se tiene que garantizar a todas las personas que están habitando un territorio, y la seguridad es que al ciudadano que está comprometido con la legalidad, con el trabajo decente, con el desarrollo de un país, que cumple las normas y leyes establecidas en el código pena, en la Constitución, se le tiene que proteger; quien va en contra de esto se le tiene que castigar. Se pide ser consecuente con la lógica humana.