La democracia requiere una oposición

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Si bien todos los esfuerzos por conversar, sanar, unir y trabajar colectivamente por el bienestar superior del país son loables y necesarios, no se puede correr el riesgo de que esto se preste como camuflaje para no contar con oposición, la cual pertenece al sistema político colombiano.

EDITORIAL
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Con el transcurso de los días, y acercándonos al fin del Gobierno de Iván Duque y por ende al inicio del Gobierno Petro, vemos con sorpresa cómo se han plegado importantes mayorías al presidente electo y todo su equipo de gobierno, incluido los conservadores, ¡quién lo creería!

El único partido que quedará en oposición será el centro democrático junto a Colombia Justa Libres. Además, más de 82 senadores suma la aplanadora que ha logrado armar Gustavo Petro y sus principales estrategas políticos, como Armando Benedetti, Roy Barreras y Alfonso Prada.

Para Petro esto le garantiza poder tramitar sus reformas sin ningún impedimento en el primer año, ya que él mismo ha sido enfático en decir que las reformas grandes se hacen el primer año o no se hacen, entonces tiene que aprovechar el beneficio de la duda y el clima de gobierno entrante para poder hacer realidad estos propósitos.

No hay un solo espacio para la duda en que todos los partidos que han expresado su apoyo, como coalición al actual gobierno o muchos de los que dicen ser independientes, van a terminar aprobando todo a pupitrazo limpio lo que presenta el gobierno, desconociendo la opinión de quienes los eligieron y todo bajo un único interés personal por cuenta de acuerdos burocráticos que se hacen y que no pueden pretender que el país sea ciego, sordo e ignorante para creer otra cosa.

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Más allá de este entramado político, lo que sí queremos hoy elevar y dejar para el escrutinio público es que no creemos que un país que se considere democrático pueda permitirse no tener oposición, o por lo menos una oposición muy pequeña.

Naturalmente, nunca hemos considerado que una oposición mezquina, absurda y absolutamente sesgada sea beneficiosa para la democracia. Lo ideal, sensato, indicado y correcto, sería que los partidos en su totalidad, más allá de declararse en coalición, independencia u oposición, apoyaran lo que le conviene al país, rechazaran lo que no le conviene o en su defecto, hicieran reparo, sugerencia y ayudaran a construir mejores agendas de trabajo con la rama ejecutiva; con un único propósito y es poner al país por encima de todos los intereses personales, pero sabemos que esto no ocurre así.

En tal virtud, hoy echamos de menos a voces como la de Jorge Robledo, quien se va del Congreso y que por estos días ha discrepado de varias posiciones del presidente electo. Adicional a esto, él es de los pocos políticos que no están en una mano, ha guardado coherencia y absoluta fidelidad a sus convicciones y creencias, asimismo no se ha feriado por un puesto.

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Robledo salió más respetuoso de las convicciones y de los ideales que el mismo partido conservador, vivir para ver y en el centro democrático han hablado de una oposición razonable que se alinea un poco con lo que mencionamos anteriormente. 

Si bien, los gobiernos autocráticos muchas veces obtienen buenos resultados por contar con nula oposición, esperamos que este no sea el caso, no porque no queramos que obtenga buenos resultados el gobierno entrante, porque desde acá siempre hemos deseado que le vaya bien. Sin embargo, plantearemos tesis, reparos, apoyos, rechazos, ideas, sugerencias y críticas en cada uno de los casos que sea necesario.

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Petro fue opositor y conoce el valor que tiene la oposición, Iván Duque tuvo una oposición mezquina, arbitraria y absolutamente cerrada, la cual solamente tenía un objetivo y era hacer política. Tampoco quisiéramos que el Gobierno Petro contara con una oposición de ese carácter, pero sí con una organizada y seria, que vela por los derechos de las personas y de la salud de la patria, y no por la salud del bolsillo de los congresistas.

Como conclusión queremos llamar a quienes votaron el 13 de marzo por diferentes congresistas y partidos, para que en ejercicio de los derechos democráticos le pidan cuentas a sus congresistas, ya sea a través de correos, llamadas o trinos y les exijan que les cuenten el porqué de sus posiciones.

Les aseguramos que no serán cantos a la bandera, al final la única irreal oposición que puede tener validez es la del pueblo colombiano y no quisiéramos que una vez más ese espíritu democrático se vea traicionado.

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