Con el pasar de las horas, se van confirmando y dispersando las dudas sobre si hubo o no transparencia en las elecciones en Venezuela. Todo indica que el Consejo Nacional Electoral (CNE) venezolano, con la convivencia o bajo la orden del régimen de Nicolás Maduro, actuó en contra de la Constitución y del interés soberano de Venezuela al no contabilizar los votos de manera transparente, precisa y correcta. Si así hubiese sido, el CNE habría dado como ganador a Edmundo González.
Las auditorías, los sondeos a boca de urna y las manifestaciones en las calles post elecciones confirman que el deseo de los venezolanos no fue el transmitido por el CNE hacia el mundo en la noche del domingo.
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Era algo que muchas personas y gobiernos esperaban: el régimen no iba a permitir elecciones justas y transparentes. Las señales fueron claras: inhabilitación de candidatos como María Corina Machado, restricción del voto de la mayoría de los venezolanos en el exterior y cierre de fronteras para evitar que ingresaran a votar.
La posición de Colombia, con Gustavo Petro a la cabeza, es seguramente la más difícil en todo el planeta. Primero, porque Colombia comparte una extensa frontera con Venezuela y ha recibido más de tres millones de migrantes venezolanos en los últimos diez años, con lo bueno y lo malo que ha traído esa migración. Además, la nueva política de energía e hidrocarburos del gobierno de Petro pone a Colombia al límite de no tener gas suficiente para el próximo año. Colombia ha estado en conversaciones con Venezuela en más de cinco visitas oficiales en los últimos dos años para que Venezuela sea proveedor de gas e incluso de petróleo.
Colombia también ha tenido que lidiar con la protección que la tiranía venezolana brinda a grupos terroristas como las FARC y el ELN, muchos de los cuales están hoy en diálogos con el gobierno para lograr un acuerdo de paz. Recordemos que Iván Márquez estaría muerto de no ser por los cuidados médicos que la dictadura de Maduro le brindó.
Políticamente, Petro tiene una franca cercanía colaborativa con el movimiento chavista desde hace muchos años. Esto, junto con otras consideraciones, hace parte fundamental de lo que está ocurriendo en estas horas de silencio, en las que el presidente Gustavo Petro no se ha pronunciado. Quisiéramos creer que su silencio se debe a que está trabajando junto con Estados Unidos y otros países de la región para lograr que Maduro sea sensato y abandone el poder. Soñar no cuesta nada.
Colombia está llamada a manejar esta situación con Venezuela de la manera más acertada posible. No hay dudas respecto a lo que pasó en Venezuela: la única salida es que Maduro deje el poder. Sin embargo, Colombia no puede enfrentarse de un momento a otro a Venezuela y quedar a merced de las represalias de Nicolás Maduro y su cartel de criminales.
Esperamos que la sabiduría, la templanza y la capacidad de discernimiento acompañen a quienes deben tomar decisiones en este momento, para que sean las correctas y estén enmarcadas del lado humano y ciudadano, y no de intereses politiqueros o económicos personales.
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