La justicia no solo tiene que ser justa, también parecerlo

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Entender las dinámicas y complejas realidades colombianas, no admite que se tomen decisiones que vayan en contravía del sentido común. A lo largo de la historia de Colombia hemos padecido toda clase de fenómenos sociales que han sido lacerativos y cruentos; sin mencionar las guerras o los problemas económicos, políticos y sociales que han tenido al país en una sala de urgencias. Lo más lamentable de esto es que la justicia nunca ha estado del lado de los ciudadanos que cumplen la ley, y en ese sentido, son muchos los que no confían en la clase de justicia que hoy nos rige.


Por: Andrés Felipe Gaviria

La justicia no debería tener distintos significados para las personas.

Si bien podríamos encontrar distintas interpretaciones de justicia que hacen la filosofía, los expertos del derecho, e incluso, desde el derecho romano o británico, podemos encontrar en que todas coinciden en algo elemental:

Las personas que infrinjan la ley o cometan delitos en contra de un Estado, su ordenamiento jurídico y la carta magna que rija a cualquier nación, tendrán que responder ante los estamentos judiciales por esta clase de conductas y en la mayoría de los casos, pagar penas privativas de la libertad, penas económicas o las que se contemplen para cada caso de delitos.

Todo sería más fácil si a lo largo de la historia de Colombia se aplicara esto; sería una justicia sencilla de entender, comprender y respetar; sería una justicia que no tendría privilegios, dilaciones y que estuviese compuesta por verdaderos apasionados del derecho, por personas con una ética y moral inalcanzable, con fundamentos de vida admirables y carreras académicas brillantes.

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Pero ante todo, con algo que no se compra en un supermercado: con banderas intactas de imparcialidad, justicia y responsabilidad.

Lamentablemente son incalculables los casos de delitos idénticos que han sido juzgados de manera diferente, todo porque antes de aplicar alguna pena, hay que ver quien es el que cometió el delito…

De hecho, hemos sido testigo de los indultos que se le han dado a personas que han atentado contra la población colombiana y todo su estamento, sin importar que tengan más de 500 asesinatos encima, pero les han aplicado todo el peso de la ley a quienes roban un caldo de gallina o un banano de una tienda…

Aunque no pretendo que todo el país entienda de derecho, sea abogado, conozca de leyes y las consecuencias por infringir alguna de estas, sí espero que por lo menos entiendan como debería operar la justicia en Colombia.

Es decir, una justicia que juzgue a todos por igual y demostrando que nadie está por encima de ella; con penas proporcionales o ajustadas a los convenios internacionales que se han suscrito, que respete el derecho internacional, pero sobre todo, que tenga fundada una confianza en la población colombiana, que creo yo, es el aspecto fundamental que debería buscar cada sistema de justicia en el mundo.

Una justicia sin credibilidad, acomodada y que no es respetada, no es más que un caldo de cultivo para el anarquismo, para el levantamiento de resurrección de las masas y, sobre todo, el inicio de la debacle del Estado de derecho.

Como conclusión y sin tomar una posición puntual respecto al caso que hemos conocido del expresidente Álvaro Uribe, solo quisiera decir que yo no creo en el sistema judicial colombiano.

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Es más, nunca he creído en él y simplemente me he besado en sus acciones para tener esta creencia.

Creo firmemente en que, si el senador del Centro Democrático se hubiera podido defender en libertad, no encuentra uno como a ‘Jesús Santrich’ lo dejan libre y a Uribe le ordenan una detención.

Por último, sabe uno que la comida está mala cuando se conoce de qué ingredientes está hecha…

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