La muerte de Floyd y el debate del racismo

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En ocasiones, llevar la contraria desconociendo lo que es popular y aceptable para muchos parece un suicidio, pero ante los momentos más críticos cualquier nación debe pensar con cabeza fría y encarar los problemas de manera inteligente.


Por: Andrés Felipe Gaviria

Esta semana fui invitado muy amablemente por el canal NTN 24 para que expusiera mis consideraciones respectivas frente a la violencia que se había desatado en pocas ciudades de Estados Unidos, en diferentes estados, luego de lo lamentablemente acontecido con George Floyd. 

Tal y como empecé mi intervención en ese espacio, repito: condeno, lamento y rechazo lo sucedido con George Floyd. Es un acto de barbarie, de excesiva fuerza de la Policía, de un mal procedimiento que tiene que ser penalizado con todo el peso de la ley en Estados Unidos, donde realmente sí hay peso en ese sentido, la justicia es independiente y esta sí funciona. Si fuese en Colombia, otra historia sería.

La posición que traté de explicar en el poco tiempo del espacio televisivo, para muchos era inconcebible porque no clasificaba el homicidio de Floyd como un acto de racismo, y me mantengo en ello. Lo realmente racista es creer que a George Floyd se le asesinó por su color de piel; dar esa conclusión es bastante fuerte e insisto en el peligro que significa encender esa llama del racismo. Muchas personas ni siquiera tienen claro en su cabeza qué fue el verdadero racismo que se vivió en Estados Unidos, y tampoco dimensionan lo que significa decirle a una comunidad, ya sea afroamericana, judía, LGTBI, hispana, que las fuerzas armadas legales del Estado los están matando. Eso no conduce a nada bueno, y solo incendia más el ambiente y la sensibilidad de un país. 

Sin lugar a duda, al policía que asesinó a George Floyd se le tiene que indagar y preguntar directamente por qué hizo esto; se podría evidenciar en ese momento si existió una causa de odio racial y personal del Policía hacia Floyd. No todos los policías son racistas, no todos los blancos son racistas, no todos los negros odian a los blancos y no a todas las personas se les puede meter en un costal del juzgamiento por el accionar de una sola persona.

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Insisto: me satisface que hoy en día más de tres policías ya estén imputados con cargos criminales, y ojalá ocurra con los otros tres que estuvieron en la escena. Que sean retirados de manera fulminante, así como ha ocurrido con dos de ellos, para ser procesados por ser cómplices, claro está, con una pena menor que quien asesinó a Floyd. 

Pero basta ver algunos videos de personas afro en Estados Unidos discutiendo con quienes protestaban el día del Black Lives Matter diciendo que estaban felices en esta nación, que allá no se les perseguía. Y así a algunos les molesten los datos, antes del coronavirus la comunidad afromericana y la comunidad hispana tenían el menor número de desempleo de toda la historia de Estados Unidos; se han aprobado leyes en favor de estas comunidades, tienen representación en cortes, en el Congreso, en jefaturas de Policía de distintas a lo largo y ancho de Estados Unidos.

Acusar al presidente Donald Trump de racista es un acto macabro, es lamentable, desproporcionado, injusto y mentiroso. Eso no merece ningún otro comentario que no sea de rechazo porque es realmente fuerte esa acusación. No hay una sola prueba que haga ver a Trump como una persona racista. Entiendo que la política saca lo más bajo de todas las personas y que estamos en año electoral en Estados Unidos, pero no se puede ir por la vida calumniando a las personas y acusándoles sin ninguna prueba.

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Insisto con los datos, son contundentes: no hay evidencia que permita inferir la existencia de un ataque sistemático de la Policía de los Estados Unidos hacia la comunidad afroaemericana, ¡no la hay! Por lo cual, no se puede hablar de una campaña racista en contra de esta comunidad, tanto hombres blancos americanos, latinos y asiáticos han salido mal librados de encuentros con la Policía, heridos o muertos. Hay policías afroamericanos que han capturado personas blancas y les han infringido duros castigos físicos. 

Mi invitación es siempre estar alertas para que jamás se vuelvan a repetir estos casos y que no exista racismo ni discriminación. Por un caso aislado no podemos decir que hay racismo en Estados Unidos, tampoco negarlo, pues existen distintas clases de racismo y en eso muchos concordamos, pues el racismo no es solo matar a alguien por su color o no dejarle entrar a un lugar. No será tema que toque en esta columna.

De nuevo, mi solidaridad y saludo fraterno desde la distancia a la familia de George Floyd. Mi más enérgica condena por ese asesinato, espero que la justicia de Estados Unidos no defraude, como nunca lo ha hecho, y condene al miserable agente de policía que lo asesinó, pero también condenar rotundamente los actos de barbarie y de vandalismo hechos por delincuentes en distintos establecimientos privados en varios estados de Estados Unidos, como también los ataques que provocaron a personas que estaban protegiendo sus negocios y porque eran personas blancas les atacaron con palos y piedras, asesinaron a un policía afroamericano ya retirado, quien estaba defendiendo un negocio y para él no hay marchas, ni imágenes, ni nada.

La sensibilidad y la serenidad tienen que operar en estos momentos de angustia y tragedia que algunos quieren sembrar en el mundo.

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