La preocupante situación de la violencia en los colegios

Hemos visto con preocupación el incremento de casos de riñas entre estudiantes en varias ciudades del país, sin que esto parezca afectar a las autoridades.

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Por autoridades no estamos esperando, precisamente, que la policía actúe en todos los casos, aunque, en algunos, sí debe intervenir de manera reactiva. Las autoridades en materia de educación y formación humana deberían estar más presentes que nunca en el desarrollo integral de los estudiantes en Colombia. Esta situación no discrimina; no es algo que solo ocurra en la Costa, el Valle, Bogotá, Medellín o el Eje Cafetero. No discrimina por raza, sexo, ni estrato socioeconómico. Lo que sucede es que, históricamente, los niños, adolescentes y jóvenes del país, en su mayoría, han crecido en un escenario de violencia, conflicto y riñas.

Hoy, estos niños tienen acceso a innumerables pantallas, videos y contenido que difícilmente pasa por filtros parentales. Así, están expuestos a muchísima más información que antes. Ahora pueden ver peleas en video y enfrentamientos de todo tipo y en cualquier lugar. También se ven inmersos en entornos violentos, como pandillas, que se agravan en zonas afectadas por la violencia, aquellas que siguen pasando en Medellín, donde quedaron marcadas por el estigma y los estereotipos del narcotráfico que dejó Pablo Escobar y los bandidos del barrio. Los niños aspiran a ser «el malo de la cuadra», el «bandido del barrio», por que era el que terminaba siendo exitoso.

Aunque el conflicto ha cambiado de forma, seguimos viendo a niños influenciados por nuevos grupos paramilitares, nuevos combos guerrilleros y organizaciones delincuenciales. Si lo analizamos en un contexto macro, esto tiene, directa o indirectamente, un gran impacto en la violencia en los colegios, en las riñas, en las citas para pelear organizadas a través de redes sociales y en las recientes trifulcas que han dejado personas heridas. Esta situación debería estar llamando la atención de las autoridades en este momento.

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Queremos hacer un llamado a la Secretaría de Educación y a las demás entidades departamentales y universidades para que, en la medida de sus posibilidades, atiendan esta situación. Colombia no puede ser un país eternamente condenado a vivir en medio de la violencia, el conflicto y la pelea, y que esta se siga germinando desde los niveles más básicos de la escolaridad, hasta en la universidad.

Si algo hemos aprendido con el paso de los años, es que hay asignaturas que no se están impartiendo en los colegios y que serían muy importantes: materias relacionadas con el ser humano, la mente, la conciencia y el desarrollo integral. Todo aquello que el ser humano debería aprender en primer lugar, antes de aprender química, física o matemáticas. Estamos formando supuestamente a personas para el mundo laboral, pero no estamos formando buenos seres humanos.

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