Sound Of Freedom tuvo que sortear todo tipo de bloqueos, dificultades, trampas y ataques para que no fuera publicada, pone en un escenario delicado al ser humano, quien en gran promedio quiere evadir la realidad.
Editorial
Para muchos escritores y analistas psiquiátricos, la sociedad actual vive anestesiada bajo de un modelo de automatismo donde pocos hacen real presencia en el momento y en el lugar en el que se encuentran. Tanto que se ha hablado de estar presente, de la conciencia, pero qué necesario es para poder enfrentar la vida con todas sus dificultades y también con las oportunidades.
La vida es desagradable en muchos aspectos. Tiene unos valles muy complejos, sucesos que confrontan la existencia misma, pero también está plagada de la felicidad de la persona, alegrías, momentos de sonrisas, amor, pasión y desde luego no termina siendo más que un viaje muy corto.
Ese primer diagnóstico de la sociedad desconectada ha hecho que las personas vivan de espaldas a horrores que no hay como cogerlo y no se pueden entender. Todas estas características las hacen muchas veces merecedoras de esconderse por debajo del tapete, fingir que no pasa nada, o con más descaro aún, decir que son creaciones políticas o religiosas
La película Sound Of Freedom nos confirma una vez más que Colombia es un gran prostíbulo y no nos sentimos menos patriotas por decirlo. Sabemos que esto les molesta a muchas personas, pues así hemos categorizado internacionalmente, pero la doble moral nos puede. Preferimos decir que es mentira.
Esta cinta nos confirma que en Colombia se presentan una gran cantidad de crimines que son lejanos a cualquier condición humana de decencia y legalidad. Nuestro país que ha sido azotado por narcotráfico y violencia, ahora tiene una batalla y es todo el tráfico de órganos, personas, trata de niños, etc, pero esto no termina siendo nada distinto a una degradación del ser humano en el manejo que le da a sus iguales y que se atribuye las facultades de poder quitarle a una persona sus capacidades, explotarla y llevarle a un punto extremo.
Lastimosamente esa misma hipocresía se ha trasladado a los despachos internacionales, donde las grandes agendas de las Naciones Unidas, OMG, entidades que dicen luchar por los derechos humanos, no han ayudado para rescatar internacionalmente a una persona.
Mientras que usted lee esta editorial tiene que saber que hay niños que están siendo violados, golpeados o que están en un contenedor rumbo a Cartagena, México, Europa para ser vendidos o intercambiados por bestias humanas.
El gran reto de este producto audiovisual, que tiene un mensaje lamentable pero revelador que nos recuerda lo que pasa en nuestras espaldas. Esto nos recuerda en general a quienes son padre de familia, que deben cuidar a sus hijos como nunca y que pueden denunciar cualquier actividad criminal que vean en contra de otra persona.
La reflexión que nos deja es no ser apáticos, indiferentes y no quedarnos con la sensación que nos deja la proyección de estas lamentables historias, sino que las personas tomen conciencia e intenten atacar social, civil y políticamente a estas estructuras.