Lecturas de la marcha uribista: comenzó el golpe de Estado…

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Lecturas de la marcha uribista: «Como si fuera poco, no se pueden aceptar los mensajes de odio y racismo contra la vicepresidenta Francia Márquez, por un puñado de aporofóbicos y fascistas que se creen con autoridad moral y derecho para difundir su veneno…»


Por: Wilmar Vera Zapata

La marcha uribista del 26S terminó y antes de que se apaguen los ecos de las arengas, insultos, gritos y amenazas, vale la pena analizar la jornada. Jornada que celebran los marchantes y los gobiernistas como sendos logros.

Los primeros, porque fue una manifestación concurrida, sin duda, no masiva, donde aplaudieron a los policías, no se reportaron negocios vandalizados, ni heridos (bueno, ahí tal vez no es tan real) ni muertos. Y para los gobiernistas porque se demostró que la protesta es un derecho a los que todos podemos recurrir y que el Estado debe ser garante de ella. Bien por ambos.

Pero… hay elementos para tener en cuenta y pensar. Y preocuparse.

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El primero, es que como en 2016, el uribismo sacó a sus huestes a marchar emberracadas. Conocedores de sus estrategias de mentiras y manipulaciones, fueron evidentes los que con papel en mano repetían consignas de lo que va a desarrollar el gobierno Petro: Antioquia dividida en tres partes, llegada masiva de médicos cubanos, implementación de cédula eléctrica, instauración del satanismo y actividades contrarias a la fe…

¿De verdad?, ¿otra vez? Faltó el rayo homosexualizador, aunque brillo por su contundente estupidez el “adoptrinamiento” a los estudiantes que hará el gobierno. Sí, falta más educación, en eso coincidimos.

Pancartas hechas en serie, uso de camisetas iguales, sombrillas con la bandera de Colombia todas similares y personas que portaban mensajes libretiados se vieron en las manifestaciones. Como cuando los indigentes venezolanos salieron en 2018 con carteles bien organizados e impresos, hubo una muy buena logística.

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Eso, sin nombrar los exultantes y nostálgicos llamados al asesinato. Pacífica no fue. Rechazo como periodista el ataque al equipo de TeleMedellín y del Canal del Congreso, porque demuestra su criminal pensar, pues saben que sólo teniendo una prensa independiente podremos saber lo que pasa. Rechazo los llamados de apoyo a las acciones de Carlos Castaño, criminal sanguinario paramilitar de tanta estima entre la banda del Centro Democrático.

Como si fuera poco, no se pueden aceptar los mensajes de odio y racismo contra la vicepresidenta Francia Márquez, por un puñado de aporofóbicos y fascistas que se creen con autoridad moral y derecho para difundir su veneno.

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Si un fascista marcha junto a 1000 personas, hay 1.001 fascistas.

¿Dónde están las voces de rechazo por esos llamados de incendiar el país por parte de Álvaro Uribe, Paloma Valencia, María Cabal y sus líderes?

Si un fascista marcha junto a 1.000 personas, hay 1.001 fascistas.

“No explicamos nada, hicimos que salieran a votar emberracados” confesó Juan Carlos Vélez Uribe, ex militante de la banda CD y ñaña del expresi (dente, diario) que con un baculazo le recordó, defenestrándolo del Paraíso ubérrimo, que “hay que cuidar las comunicaciones”.

Sin duda hicieron lo mismo. Claro, hay personas que siempre tacharon a los manifestantes de vándalos y ahora saben lo que es caminar bajo el sol, arengando, bajo la mirada de la policía y una ciudadanía que seguía con su vida cotidiana. No les tiraron agua, no hubo miembros de la policía infiltrados, ni probaron el sabor asfixiante del gas lacrimógeno, ni supieron lo que era caminar con el sambenito de “terrorista” bajo el cuello. Es más, 38 colombianos en 2021 no regresaron a sus casas, como sí lo hicieron los del 26S.

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Ya están anunciando otra para el 24. Y así seguirán, porque tienen el auspicio de los medios que como Semana, El Tiempo, El Colombiano, Blu Radio, Caracol, RCN, Red + y otros que mienten sin misericordia ni posibilidad de que alguien les recuerde los límites entre informar y hacer proselitismo.

Ahí sí las organizaciones de periodistas miran para otro lado…

Los alfiles del capo están agitados, haciendo el trabajo sucio como a él le gusta: unos reviven las Convivir solidariamente, otros difunden bulos para mostrar las amenazas de las reformas del presidente Petro y los medios aumentan como altoparlantes sus mentiras y las medias verdades (que son igual mentiras) para hacer invivible la república.

Como se lo hicieron a López Pumarejo o a Rojas Pinilla, se está fraguando un golpe lento. Saben que tienen cuatro años, esperan que sea en menos, cuando con sus artimañas miles de colombianos aspiren y deseen un golpe contundente contra el primer gobierno progresista de Colombia. Así pasó en Chile en 1973.

Quien no conoce la historia está condenado a repetirla…

Ya empezó el plan y parece que el único que no lo ve es Gustavo Petro.

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