Legalizar las drogas, entre cifras y contextos

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EDITORIAL


Nuestro editorial para hoy 22 de septiembre continúa analizando las distintas esquinas que tiene ese debate que plantea nuevamente el presidente Gustavo Petro sobre la legalización de las drogas.

Hay una gráfica bastante ilustrativa que demuestra cómo las muertes asociadas al consumo de sustancias psicoactivas entre los años 2013 y 2020, pues son realmente bajas en comparación a la que registra la muerte por alcohol. Son fuentes de medicina legal que habla de muertes, no habla de los impactos que puede tener una legalización del consumo; hablaríamos de drama, suicidio, peleas entre otros, que también es cierto que se produce en escenarios donde hay alcohol, o donde hay accidentes de tránsito por cuenta de personas que conducen drogadas o en estado de embriaguez.

El punto es que el nivel de cocaína en Colombia si bien ha ido aumentando paulatinamente y Colombia ha pasado de ser exportador a consumidor, sigue siendo relativamente bajo comparando con otros países del continente. En otra instancia, claramente preocupa esa cifra de los más de 24.000 muertos por consumo de alcohol, 3.500 aproximadamente por consumo de cocaína, para la sorpresa de muchos muertos por marihuana y luego se habla de otro tipo de sustancias como heroína, morfina, dramadol, codeína, entre otros.

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Legalizar las drogas en Colombia no trae una mayor solución política, mucho menos económica, ya lo analizábamos en otro editorial y es que lo que haría sería aislarnos del mundo y mostrarnos como parias ante la comunidad internacional; pero cómo proponen esa legalización muchos sectores políticos y sociales siendo un punto medio, no garantizaría una mejora eficaz en la lucha contra el narcotráfico, la criminalidad, las rentas ilegales y desde luego la destrucción de vidas por cuenta de la droga.

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Miles de familias que han experimentado esa tragedia que es tener un familiar inmerso en el mundo de las drogas son los principales opositores a una legalización, tienen razón para tener esa posición. Otros creen que tenemos que confiar como sociedad en la autoregulación, en la libre determinación, en la capacidad de las personas para saber que lo que ingresan a su cuerpo es tóxico, nocivo y desde luego fomentar otro tipo de actividades para que alejen a las personas de esos vicios.

Es un debate amplio, con muchísimo contenido, todas las posiciones tienen que ser escuchadas, estudiadas, analizadas no solamente desde la ciencia sino también desde un contexto social, psicológico, colectivo y poner de una vez por todas en una balanza qué le conviene más al país, irse para cuál extremo: ¿a la legalización total o a la prohibición total? Lo único cierto es que Colombia no puede seguir en el punto medio en el que está hace más de 20 años.

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