Licores: dolor de cabeza para los departamentos

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En otrora, que los departamentos de Colombia, sobre todo Antioquia, Valle y Caldas, tuvieran la posibilidad de tener el monopolio del licor en su departamento generaba grandes réditos, utilidades y posibilidad de transferir millonarios recursos a la salud, a la educación de cada uno de los habitantes de esos departamentos.

Claramente existieron mejores épocas que otras. Algunas empresas fueron mal administradas, otras fueron casi quebradas, también hubo unas que estuvieron al borde de la venta por la ineptitud en el manejo, mientras que otras demostraron haber hecho grandes gestiones en los cuatrienios para los que eran elegidos, pues sabemos que los gerentes siempre serán puestos por los gobernadores.

El mundo ha cambiado, las épocas han cambiado, las juventudes se han envejecido, los niños de antes ahora son los jóvenes y todo es una de conocimiento e innovación; hoy tenemos una juventud volátil, casi resistente a lo constante, siempre buscan cambios cada semana, se aburren de lo cotidiano, de lo normal y tradicional, todo lo quieren nuevo y cambiante. Satisfacer poblaciones así realmente es una locura, es muy difícil, y eso lo están experimentando las licoreras departamentales.

Hoy, el dolor de cabeza que tienen los departamentos es: cómo hacer que sus empresas de licor no se quiebren y puedan seguir produciendo importantes recursos. El asunto de los distribuidores de licor se ha vuelto un poco turbio con el pasar de los años, inclusive, hay algunas investigaciones que se han adelantado en uno que otro departamento sobre presuntas presiones política y otros factores.

Lo cierto es que en el caso de la Industria Licorera de Caldas, quien logró mediante un acuerdo ingresar al mercado de ron al departamento de Antioquia, le ha ido muy bien pues está creciendo bastante. Inclusive 360 ha conocido cifras donde el Ron Viejo de Caldas tiene mucho mejor desempeño que el Ron Medellín de la Fábrica de Licores de Antioquia, y le ha arrebatado un importante porcentaje del mercado.

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El asunto de la Industria de Licores del Valle es que ha apostado más por un proteccionismo, a seguir conservando su consumidor interno, a fortalecer la marca, la fidelización con sitios afines y de interés, y tratar de pasar la tormenta lo más eficientemente posible.

Claramente hoy las juventudes no están tomando tanto licor proveniente de estas industrias licoreras públicas, pues unos han migrado al vino, otros al whisky, algunos a la ginebra, eso en su mayoría en los estratos altos.

El fenómeno del ejercicio los domingos y los sábados también han reducido de una manera significativa que las personas salgan a discotecas, bares, encuentros y allí tomen. Si a lo anterior se le suman las multas, los controles de tránsito, las fuertes consecuencias que tiene conducir un vehículo embriagado, pues la gente ha bajado su consumo debido a que la salud es un tema superlativo en este sentido.

El consumidor tradicional está cambiando, y hoy se consumen esos licores como aguardiente en los lugares más remotos de los departamentos, en la mayoría de los municipios en sus festividades, todavía en los estratos bajos pero no es suficiente.

De tal manera, en los departamentos aunque hay unos mejores que otros, se tiene esta preocupación latente, se está pensando en cómo sobrevivir, en cómo avanza, cómo buscar escenarios de sostenimiento y consolidación más que de crecimiento pues el mercado es volátil.

El reto es para las áreas de comunicaciones y mercadeo de las empresas licoreras a que sean coherentes, un poco más serios y objetivos en el entendido de verdaderamente estar dónde tienen que estar, que es quizás donde el sector privado les está ganando la partida.

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