Entiendo el malestar y la mala forma que es cuestionar a los medios de comunicación, pero también debo decir que cada vez más observó como algunos se encarnizan, literalmente, con los políticos que no comparten sus posturas.
Hemos visto como Nayib Bukele ha sido un férreo critico de algunos medios, y hay un doble racero en el mundo respecto a lo que se opina cuando un mandatario cuestiona a alguna de estas entidades.
Cuando lo hacía Hugo Chávez era bien visto, en el instante que lo manifestaba Bukele o Trump era más o menos los rasgos de un dictador. En Colombia, Gustavo Petro cuestiona todos los días la prensa, pero no se dice mucho, porque para algunos el presidente colombiano tiene la razón.
Yo me quisiera quedar en la mitad y decir que hay unas críticas necesarias y un papel de los medios irremplazable, pero cuando uno se encarga de ver el manejo que se la ha dado al cubrimiento de Bukele observa como solo el diario El País publica unas fotos del presidente de El Salvador con ciertas formas en su mano para hacerle relacionar con Adolf Hitler, y no hay que tener tres años para desconocerlo.
Esto mismo paso con Trump en el instante que fue candidato por primera vez a la presidencia de los Estados Unidos. Se decía que nos iba a llevar a una guerra mundial, que cerraría medios de comunicación, etc.
¿Cómo le fue el manejo de la prensa en la reelección presidencial de Bukele?
Hay un manejo de la prensa que será objeto de investigación y debate durante muchos años, pero que me preocupa porque se está desorientando el papel de la prensa.
En segundo lugar, el otro problema que le encuentro es que no se puede aplaudir todo lo que haya hecho Bukele, pero no se le puede atacar de manera feroz porque no ha seguido el libreto el papel de lo que han hecho los presidentes en Latinoamérica.
No comparto varias formas que realizó Bukele para mantenerse en la presidencia. Creo que ya tenemos algunas memorias de que eso no termina bien. Hay países, como lo es Estados Unidos donde se aspira a una reelección desde el poder, pero hay otros donde esto se lleva a cabo a través de corrupción.
Hoy en El Salvador lo que tenemos, y así lo confirma casi el 90% de la población, es que el país es un éxito y lo es porque todos los números son positivos en temas de seguridad, economía, infraestructura, calidad de vida, etc.
Ahora bien, si se ha llegado a esto a través de una serie sistemática de violaciones de derechos, hay que decirlo, es una forma de gobernar muy distante a lo que se ha implantado en el continente americano.
En El Salvador ya la población estaba cansada del crimen y las bandas al margen de la ley que mandaban en ese país. Lo cierto es que es lo que está viviendo El Salvador ameritaba una situación como la que planteó Bukele.
Las personas han salido a votar masivamente para que el presidente salvadoreño se quede. Entonces lo que hemos visto con este fenómeno es que se llegó a tal extremo en donde la delincuencia sometió a todo el país. Los criminales organizados mandaban, y esta situación no se arreglaba de otra manera, como por ejemplo lo han intentado en Colombia de solucionar las problemáticas con canticos. Esto no funciona.
En El Salvador funcionó el modelo de Bukele, pese a que esto vaya en contra vía de los que piensan muchos. Las personas hoy pueden salir a las calles tranquilos, les brindan garantía y la ciudadanía tiene más importancia que los criminales.
Entiendo que le cuesta mucho a los bien pensantes y a los que les parece que todo es un exceso, pero les digo es que un Estado no puede volver a la circunstancia de que la delincuencia sea la que mande, y hacia eso va Colombia.
Cada vez que nuestro país vaya al extremo se va a necesitar una solución como la que se aplicó en territorio salvadoreño, y esta es muy sencilla, más cárceles.
Se necesitan otras reformas judiciales y los jueces que no envíen a los delincuentes a la cárcel tiene que ser investigados. La justicia tiene que estar de lado de la ciudadanía que cumple las leyes, y no del bandido.
En otra columna seguiré desarrollando mi análisis sobre lo que ha sido Bukele, pero debo decir que me siento feliz por la gente de El Salvador que hoy está viviendo una realdad totalmente distinta a la que estuvo padeciendo hace unos años.
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Por: Andrés Gaviria – @AndresGaviriaC