EDITORIAL
Es parcializado lanzar publicaciones con intenciones muy claras de poner lápidas en las espaldas de algunas personas, más si no existe justificación alguna bajo argumentos y elementos probatorios de peso.
Hasta donde se entendía, el Congreso de la República era un escenario de deliberación y sana democracia, no un recinto en donde se tenía que aprobar a pupitrazo limpio lo que envía el Gobierno o lo que los medios de comunicación quieren hacen votar. Es claro que existe un pacto entre los medios de comunicación de no pisarse las mangueras y protegerse unos a otros, pero desde esta tribuna dejamos claro que no participamos en ese entramado anti ético e irrespetuoso con la opinión pública. Todo hace parte de la estrategia que manejan ciertos medios de comunicación de la capital, en la cual se ponen de acuerdo para atacar, defender o lanzar cortinas de humo, según les sea conveniente.
Varios congresistas han expresado su inconformidad y molestia con un medio de comunicación otrora poderoso de Bogotá que hizo una publicación temeraria con una lista de su autoría, la cual bautizaban “La lista negra” de quienes no votaron por las circunscripciones de las “víctimas”. Primero que todo está más que claro y entendido que acá en Colombia las Farc son las que se están haciendo pasar por las víctimas, y que las personas que sí sufrieron en carne propia las consecuencias de la guerra que produjo esa guerrilla, son ceros a la izquierda para el Congreso, el Gobierno, las mismas Farc y todos los que han participado del proceso de paz.
Esas circunscripciones son limitadas a los territorios en donde estuvieron activamente las Farc y en donde hoy en día aún habitan miles de reductos de esa guerrilla, Eln, Bacrim y toda una línea larga de delincuentes. Aún extorsionan a la población, aún roban a diestra y siniestra y siguen siendo corredores de droga estratégico para estas organizaciones. Si tanto afán e interés tienen en las víctimas, pues que los partidos les cedan algunos cupos directos a verdaderas victimas, además de notar la importancia de no seguir creando curules y más curules ocasionando un gasto mayor al fisco y acrecentando el desprestigio del Congreso.
Los congresistas están en su libertad de votar como quieran según su sabiduría, y hay que ser claros con que este proceso de paz entre el Gobierno y las Farc no está saliendo bien. La implementación no funciona y el futuro es más gris que claro. Las víctimas reales del conflicto hoy no han recibido reparación, ni verdad ni mucho menos se les ha pedido perdón por lo ocurrido en los años de guerra. No pretendamos darle otras 16 curules a las Farc con el pretexto de que son para las víctimas, aún peor si algunos medios de comunicación sirven como brazo de influencia de las Farc y el Gobierno para presionar votaciones y encasillar a congresistas por sus votaciones.