Con más de 20 mil conchas de 10 centímetros cada una, el municipio de Zacatlán (Puebla) en México rompió el récord Guinness por la catrina de pan más grande del mundo, durante la celebración del Día de Muertos.
Por: Redacción 360 Radio
El pasado 2 de noviembre, durante la celebración del tradicional y emblemático Día de los Muertos en México, el supervisor oficial para Guinness World Records, Alfredo Arista Rueda fue testigo del esfuerzo de cinco panaderos, quienes elaboraron la figura más grande del mundo con pan dulce en 120 horas de trabajo.
Se trata de una catrina gigante elaborada con 20 mil 689 piezas de pan dulce distribuidas en una superficie de 202.80 metros cuadrados.
Así fue como estos magos de la panadería trabajaron durante cinco días para poder producir las más de 20 mil conchas de colores o pan de muerto de entre los 10 centímetros y 50 gramos, cada una.
Ya con las conchas listas, los panaderos elaboraron en un cuadro de 206.44 metros cuadrados, una obra de arte, en la que se observa a una catrina bailando.
La figura que fue ubicada entre un fondo naranjado se encuentra adornada con una falda negra, corona de flores rojas y sandalias o huaraches (nombre empleado en México), además de una canasta con panes que sujeta con sus esqueléticas manos.
En México, las conchas son un pan de dulce cubierto con azúcar de colores y algunas pueden estar elaboradas a base de mantequilla, mientras otras son rellenas.
Para la elaboración de esta mega obra, los panaderos de Zacatlán utilizaron flores de cempasúchil, famosas en estas festividades al ser empleadas para adornar los panteones (cementerios) o, incluso, la avenida Reforma, en el sector donde se encuentra el Ángel de la Independencia en Ciudad de México. De igual manera, para lograr dar la coloración rosada, usaron flores de jamaica deshidratadas, mientras que, para el tono negro, emplearon totomoxtle (hojas secas de maíz) y, para el gris, café soluble.
Día de los Muertos en México
El Día de Muertos es una tradición emblemática de la cultura mexicana, que año tras año se celebra con coloridos altares, visita a los panteones (cementerios), calles decoradas con flores de cempasúchil, además de fiestas y encuentros familiares con comida, bebida (vino y refrescos), música, catrinas, figuras en papel picado, fotografías de los difuntos y otros rituales, cuyo objetivo es recordar a aquellos que ya han partido de este mundo.
Según relatos, dicha festividad tiene su origen en las raíces indígenas de las culturas autóctonas de Mesoamérica y, gracias a su fusión con la religión católica, esta ha logrado perdurar en el tiempo, volviéndose tan importante, que la misma Unesco la declaró en 2003 Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad y expertos aseguran que esta celebración es una de las marcas país más importantes y que más turismo atrae en México.
Y es que, según la tradición mexicana, y como puede ser apreciado en producciones como Coco de Disney,las almas de los difuntos regresan- el 1 de noviembre, la de los niños y, el 2, la de los mayores- por una noche a compartir con el mundo de los vivos, por lo que sus familiares montan altares llenos de colores, sabores y olores.
Según la historia, en las culturas prehispánicas, cuando alguien moría era enterrado envuelto en un tendido y sus familiares organizaban una fiesta con ofrendas y rituales con el fin de guiarlo en su recorrido al Mictlán o Chicnauhmictlán (inframundo). Mientras que, con la llegada de los españoles, se incorporaron otros elementos y prácticas, como la instalación de santos que acompañan otros objetos que recuerdan al difunto.
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