Hoy 4 de agosto quisiéramos tratar en nuestro editorial una orfandad que observamos dentro de lo que sería la oposición política en Colombia, la cual hasta los mismos autócratas o dictadores dicen, aunque sea para la galería, que es necesaria. La oposición, ni más faltaba, es esencial en cualquier país; que sea sensata, con respeto, cultura, que sepa cómo comportarse, que permita hablar al otro, que respete el espacio y tiempo del otro y que sepa debatir con argumentos y con líneas lo suficientemente claras para darle altura al debate político, al ejercicio natural de los hombres.
En Colombia, lo normal era que quien quedara de segundo en las elecciones presidenciales fungiera como jefe de la oposición o por lo menos como un líder, no tienen que ser con ánimos ególatras, simplemente como un acto que se alinee a lo que se dijo en campaña. Hoy vemos que el Centro Democrático, que puede ser el único partido en oposición al gobierno de Gustavo Petro, con algunos coqueteos de la bancada de Cambio Radical, incluso de Dignidad Colombia -quien lo creyera- aunque este último partido siempre ha sido con una línea coherente en cabeza de Jorge Robledo; pero Colombia no tiene posición y carece de una figura más que única una vocería que realmente ponga en la agenda pública los debates que son necesarios pero no que le dejen esa tarea a los medios de comunicación, a los gremios o a algún ciudadano preocupado.
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Hoy la oposición debería estar hablando sobre la grave situación que ocurre en el Cauca con los indígenas que pretenden invadir tierras de los ingenios de caña y de otros sectores productivos. Además, hoy Colombia está afrontando una narrativa que está creando el nuevo gobierno sobre que encuentran un país quebrado, desfinanciado, un Banco Agrario sin solvencia y una cantidad de denuncias lo suficientemente graves como para que sean contestadas por el gobierno saliente y porque la oposición sea suficientemente estricta para poner en estudio estas denuncias porque es muy grave el pánico que se puede causar en el sector financiero, aduciendo que uno de los bancos estatales -el más importante- se entrega con dineros perdidos y sin solvencia. Cada denuncia debe estar soportada y lo correcto es que el Pacto Histórico presente los documentos del empalme para que puedan respaldar esas denuncias tan graves.
Como si fuera poco, hay temas del sector mineroenergético, de hidrocarburos, del sector telecomunicaciones, la reforma tributaria que se viene, el nuevo ministro de Defensa y su idea de crear otro ministerio para llevar allí la Policía; vemos muy poco debate, pocas pronunciaciones. Hoy el país político no conoce la cabeza de una oposición y es necesario que entre ellos mismos, por el bien de la democracia, se organicen y sean estratégicos a la hora de enfrentar lo que ellos consideran que está mal que está realizando el equipo de gobierno de Gustavo Petro.