En un entorno global donde los sistemas tributarios juegan un papel crucial para atraer inversión, financiar el desarrollo social y mantener la estabilidad fiscal, América Latina muestra una radiografía contrastante. Según el más reciente The Comprehensive Tax Index, elaborado por el Adam Smith Center for Economic Freedom, Paraguay encabeza el ranking de los mejores sistemas tributarios de la región con una puntuación de 73.2 sobre 100, mientras que Argentina ocupa el último lugar con apenas 44.1 puntos.
Este índice mide aspectos como la estructura del sistema impositivo, la carga fiscal, la facilidad de cumplimiento, la equidad, y el impacto que la política tributaria tiene sobre el crecimiento económico. Es un análisis integral que combina eficiencia administrativa con justicia fiscal, dos elementos que muchas veces se enfrentan en la práctica.
Una región dividida entre la eficiencia y la complejidad
En la parte alta del listado se encuentran economías que han logrado consolidar marcos fiscales relativamente simples y amigables con el sector productivo. El Salvador (65.9) y Nicaragua (65.5) completan el top 5. Estos países han avanzado en digitalización, reducción de la evasión y claridad normativa, factores clave para atraer inversión extranjera.
México aparece en la sexta posición (65.2), lo que refleja un balance positivo pese a sus retos estructurales, seguido por Honduras (64.3) y Guatemala (63.4).
En contraste, la mayoría de países sudamericanos se ubican en la parte baja del ranking. Uruguay (59.8), Ecuador (59.6) y Perú (56.6) muestran desempeños moderados. República Dominicana (55.8), Brasil (55.1) y Chile (54.2) tampoco logran destacar.
Sistemas Tributarios y Colombia: entre la complejidad, la inequidad y la informalidad
Colombia ocupa el puesto 16 entre 18 países, con un puntaje de 54.0, apenas por encima de Venezuela y Argentina. Esta baja calificación refleja varias deficiencias estructurales:
Altísima complejidad normativa: El sistema tributario colombiano está lleno de exenciones, tarifas múltiples, regímenes especiales y constantes reformas. Según analistas, esto genera incertidumbre jurídica, afecta la planeación empresarial y fomenta la elusión fiscal.
Ciclo de reformas sin estabilidad: En los últimos 20 años, Colombia ha implementado más de 15 reformas tributarias, lo que ha deteriorado la confianza de inversionistas y ciudadanos. La falta de continuidad en las reglas del juego impide el desarrollo de estrategias fiscales de largo plazo.
Informalidad persistente: Más del 50% de la economía colombiana opera en la informalidad, lo que limita la base gravable y genera una presión desproporcionada sobre las empresas formales.
Equidad deficiente: A pesar de los esfuerzos por implementar tarifas progresivas, los impuestos indirectos siguen teniendo un peso elevado (como el IVA), lo que afecta en mayor medida a los sectores de bajos ingresos.
Administración ineficiente: La DIAN (Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales) ha mejorado en digitalización, pero aún enfrenta retos en cobertura, fiscalización y recursos humanos.
En el fondo del listado aparecen Venezuela (46.1) y Argentina (44.1), dos países cuyas crisis económicas han impactado de forma crítica la credibilidad y funcionalidad de sus sistemas tributarios.
Venezuela ha visto una descomposición institucional acelerada, con una inflación crónica que ha hecho casi irrelevante el sistema de recaudación tradicional. Además, los constantes cambios normativos, la desconfianza hacia el Estado y la falta de servicios públicos eficaces hacen que el cumplimiento tributario sea más una imposición que una obligación ciudadana legítima.
Argentina, por su parte, enfrenta una situación distinta pero igual de compleja. Tiene una de las cargas fiscales más altas del mundo en relación al PIB, pero con un sistema sumamente ineficiente, lleno de tributos superpuestos (nación, provincias, municipios) que generan una enorme distorsión. Además, la evasión fiscal sigue siendo elevada, y la presión tributaria sobre el sector formal ha generado desincentivos a la inversión.
