Paola Holguín: la senadora que quiere convertir el uribismo duro en un proyecto de poder

Paola Holguín es respetada dentro del Centro Democrático, pero no necesariamente es la que más poder interno concentra.

Paola Holguín: la senadora que quiere convertir el uribismo duro en un proyecto de poder

Desde hace más de una década, Paola Holguín ha sido uno de los rostros más visibles y estructurados del uribismo. Una senadora disciplinada, con formación ideológica, técnica y militar en seguridad y defensa, que ha defendido con puño firme cada bandera del proyecto político que nació alrededor de Álvaro Uribe Vélez. Sin embargo, ahora busca algo más grande que la curul que ha sabido mantener con votos, trabajo político y coherencia: quiere convertir el uribismo duro en una propuesta de poder real rumbo a 2026.

La senadora que creció a la sombra del expresidente

Holguín es, quizá, el ejemplo más claro del uribismo “institucional”: no viene del show mediático ni del ruido digital. Viene de estudiar, asesorar, escribir, debatir y sostener una narrativa de seguridad, orden y autoridad.

Es de las figuras más preparadas en defensa y diplomacia dentro del partido. Y eso la hace un activo fuerte en un momento donde la discusión sobre seguridad volvió al centro del debate nacional.

Pero su carrera, al mismo tiempo que ha brillado, ha tenido un techo muy claro: la sombra del expresidente Uribe siempre ha ocupado el lugar más alto del partido, lo que ha hecho difícil que nuevas figuras escalen sin depender de su señal.

La paradoja: es valiosa, pero no siempre escuchada

Paola Holguín es respetada dentro del Centro Democrático, pero no necesariamente es la que más poder interno concentra. Ha sido leal sin titubeos, ha votado en bloque, ha defendido al partido en momentos críticos, ha sostenido debates duros, pero aun así no figura entre los “favoritos naturales” cuando llega la discusión sobre la candidatura presidencial.

Ese es su gran dilema político: ha hecho la tarea, tiene la hoja de vida, tiene el discurso… pero no siempre tiene el protagonismo.

Esa sensación se ha profundizado cuando el uribismo, en vez de cerrar filas en torno a sus cuadros de trayectoria, se ha dividido o ha coqueteado con con outsiders, figuras mediáticas o nombres que ni siquiera crecieron dentro del partido.

La carrera hacia 2026: seguridad, orden y firmeza

Paola Holguín ya anunció que quiere competir por la banda presidencial. Su propuesta se sostiene en las líneas que mejor domina:

• Seguridad pública y militar.
• Fortalecimiento de la Fuerza Pública.
• Orden institucional.
• Defensa de la democracia frente a grupos armados.
• Un Estado que responda con autoridad, no con improvisación.

Su narración encaja con el clima actual: un país cansado de la inseguridad, desconfiado de acuerdos débiles con criminales y con miedo de que el Estado pierda el control. En ese terreno, la senadora juega en su cancha.

Pero Holguín enfrenta desafíos internos más duros que los externos

La batalla electoral de Paola no es, por ahora, contra la izquierda o el centro. Es contra los suyos. Contra un partido donde varios quieren la corona y donde ninguno quiere renunciar al protagonismo.

Holguín lucha contra:
• Los guiños ambiguos del expresidente.
• El favoritismo interno hacia otros precandidatos.
• La percepción de que el uribismo prefiere “caras nuevas” antes que premiar la trayectoria.
• La batalla constante entre líneas radicales, moderadas y tecnocráticas dentro del partido.

En otras palabras, Paola Holguín no solo está intentando ser presidenta; está intentando que su propio partido la vea como opción real.

¿Puede convertir el uribismo duro en un proyecto ganador?

Ese es el interrogante clave.
Holguín tiene fortalezas reales: coherencia, estructura, disciplina, conocimiento del Estado, discurso propio.
Pero también carga un riesgo: si se presenta solo como la guardiana del pasado, su candidatura puede quedarse corta.Para crecer, deberá ampliar su narrativa hacia lo social, lo económico y lo territorial.

Por: Juan Nicolás Pérez Torres – @nicolas_perez09

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