Paz, pobreza y anticorrupción: las banderas de Petro

El presidente Gustavo Petro realizó su segundo discurso ante el Congreso de la República y los colombianos que dispusieron su atención y tiempo para escucharlo el pasado 20 de julio.

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El presidente Petro ganó las elecciones, aunque con un margen estrecho, con contundencia en zonas donde incluso nunca las personas habían salido a votar. Ese día, por alguna u otra razón, se despertaron con el ánimo de ir a las urnas y votar por la opción de Gustavo Petro y Francia Márquez.

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El país, es cierto, venía de un franco desgaste debido a tensiones sociales, inconformidades, errores por parte de los gobiernos de turno en materia económica y social, y malos mensajes que no debían ser remitidos a la sociedad. De manera que un gobierno de izquierda era prácticamente inevitable para Colombia a estas alturas del partido.

Decimos que la pobreza, la paz y la anticorrupción o lucha contra la corrupción son las banderas del gobierno Petro, primero porque esos fueron los temas en los que el presidente se enfocó en gran parte de su carrera política. Los debates de control político, principales señalamientos, discursos y críticas iban enmarcados en ese sentido, de manera que su campaña también, y de manera inteligente, recogió esas banderas que sin lugar a duda tenían importancia y validez política en las elecciones del año 2022.

Pasados dos años, surge una realidad política que es tangible, palpable y experiencial: el país hoy está lejos de tener paz. Está encarando el cuarentavo proceso de paz en la historia. Hay un crecimiento exponencial de las estructuras criminales en todo el país, un rearme de guerrillas como las FARC, el ELN, el Clan del Golfo, el Tren de Aragua y toda una larga lista de grupos criminales que se han fortalecido. No solo en estos dos años, para ser justos con la aseveración, es algo acumulativo, algo que ya hoy por Colombia va surcando casi los 6 años de continua degradación en ese frente, un frente que estuvo, sin lugar a dudas, mucho mejor entre los años 2005 y 2016.

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Para Gustavo Petro, esto representa un grave incumplimiento político, electoral y reputacional que su gobierno no logre la paz total, esa paz que prometió y de la cual dijo que tenía prácticamente en el bolsillo, solo si él era electo, como la desmovilización de las FARC en 3 meses, la firma de un acuerdo en un año y otras promesas que hoy se han esfumado. El presidente Petro debería reconocer, hacer un mea culpa y admitir que esa política de paz está fallando y que los criminales están ganando. No es un fracaso, ni mucho menos; reconocer cuando algo no ha salido bien es peor  seguir insistiendo con las mismas formas y tácticas que no han permitido el éxito y por el contrario hablaría bien del talante democrático y resiliente del presidente.

En materia de pobreza, destacamos los números que el presidente publicó. Consideramos que no se trata solamente de un logro de este gobierno. La pobreza, al igual que la inseguridad, es acumulativa. Luego del retroceso social provocado por la pandemia, con unas condiciones económicas que mejoraron hacia el año 2021 y 2022, era claro que más personas podían volver a salir de la pobreza más rápido que en otros años. Es importante, insisto, destacar que el gobierno está haciendo bien las cosas en ese sentido. Eso sí, nos apartamos de la visión asistencialista subsidiaria de intentar bajar la pobreza con dinero de los contribuyentes, regalado sin ninguna contraprestación, en medio de una situación financiera compleja y en donde es claro que no es un modelo sostenible.

Para terminar, la tercera bandera por la cual se evaluará al gobierno de Gustavo Petro es la lucha contra la corrupción, otra bandera que por ahora no le está saliendo a su favor. No se trata solamente del último escándalo de la Unidad Nacional de Gestión de Riesgo, en donde billones de pesos se habían perdido presuntamente, sin contar los escándalos de su hijo Nicolás, de su hermano Juan Fernando, y las denuncias de corrupción en otras áreas del gobierno. Si bien hasta ahora no han empañado directamente la evaluación del presidente, ya ha logrado hábilmente salir avante. No es conveniente que el presidente siga recibiendo afectaciones en un frente del cual él fue más crítico y al que más prometió cuidar y defender.

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Son estas tres banderas, entonces, las que medirán el desempeño y la gestión del gobierno. Creemos que dos de esas tres banderas están gravemente rotas. Consideramos que la lucha contra la pobreza no es solamente con subsidios, y esperaríamos que el presidente, ahora más su despacho, tenga más disposición de escuchar a quienes, si bien no están en su partido o en su gobierno, quieren aportar al diálogo nacional y a sacar el país adelante. Seguramente, el presidente podría encontrar un camino más expedito y beneficioso a través del diálogo concertado y no a través de la imposición política, principalmente a la hora de buscar sacar sus reformas.

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