No queremos ser pesimistas con estas líneas; nuestro deber es analizar en esta editorial cómo cerramos el año en materia de seguridad y es que el balance no puede ser más grave: en los primeros seis meses del 2024 se presentaron 15.463 hurtos a residencias, mientras que la extorsión, con un aumento del 13% en comparación al mismo periodo de 2023, registró 5.972 casos.
El narcotráfico también ha ganado terreno en el país, con 253.000 hectáreas de hoja de coca sembradas en su territorio, lo que ha ocasionado el aumento en la producción de coca y posicionando a Colombia, tristemente, en los primeros puestos de los países con mayor productividad de cocaína.
Recientemente, el ELN emitía un comunicado donde anunciaba un cese al fuego unilateral, mostrando supuestamente su voluntad de paz, y lo peor de todo es que el presidente Gustavo Petro celebró esa decisión y cándidamente habló de la voluntad de paz y que esa paz,pues, era el camino.
Lo que no se entera el presidente Petro es que lo que hacen las FARC y todos los grupos criminales que operan en Colombia es que ellos se van de vacaciones. No es realmente que dejan por un espíritu navideño y de buena voluntad de asesinar, de robar, de secuestrar, de extorsionar y de traquetear, ellos salen de vacaciones como la mayoría del país y regresan a su trabajo como la mayoría del país y es a partir de la fecha, la cual anuncian, volverán a retomar sus actividades criminalesEntonces, en primer lugar, no hay nada que celebrar.
Este 2024 cierra con cifras dramáticas y unas no solo percepciones y sensaciones de inseguridad terribles, sino con una realidad inefable de miedo otra vez en muchas regiones del país y en las que ha desaparecido el miedo es porque sencillamente a la ciudadanía o a las poblaciones más rurales, pues les ha tocado plegarse así sea la idea de que sus comandantes, sus gobernantes, sus jefes, pues son ahora esos grupos criminales.
Hablamos de las zonas del país en donde efectivamente estos grupos están construyendo puentes. Están pavimentando vías. Están haciendo control de seguridad, intervienen puestos de salud, intervienen alumbrado público y hacen hasta las novenas navideñas de la comunidad; no puede ser más lamentable esta situación.
Y como no mencionamos, si bien en este gobierno ha existido una crisis en materia de seguridad, pues esto viene desde gobiernos pasados, podríamos hablar de los últimos dos años del segundo gobierno de Juan Manuel Santos, de los cuatro años enteros de Iván Duque y de los dos años y medio que ya ajusta el gobierno del presidente Petro.
Todos estos años han servido para que el ELN, las disidencias de las FARC y otros grupos criminales como el clan del Golfo se fortalezcan, mientras todas las capacidades de las Fuerzas Militares y de policía colombiana han venido disminuyendo.
Difícilmente el presidente de turno cambie su visión y su política de seguridad; el presidente parece no prever que llegará al fin de su gobierno con una situación insostenible, irresponsable y francamente hecha un fracaso en materia de seguridad, y así lo reconocía el saliente ministro del Interior Juan Fernando Cristo. Juan Fernando Cristo decía hace poco que la situación de seguridad que se entregará en el 2026 no será fácil; todo lo contrario, será crítica.
No se sabe si por vanidad, misión o desconocimiento el presidente no quiere dar a torcer su brazo, quién sabe por qué razón, en esta materia que se ha convertido quizás en uno de los mayores puntos negros de esta administración.
Tenemos una situación en la Fuerza Aérea que no puede ser más crítica; basta con revisar las situaciones de las aeronaves con las que cuenta Colombia y, de paso, la moral de quienes integran la Fuerza Aérea, que tampoco es la mejor.
Basta con mirar a los policías, los policías expuestos a los criminales mal pagos, desprotegidos judicialmente, con un arsenal de limitaciones, prohibiciones y amenazas jurídicas en caso de que actúen, un ejército sin el suficiente apoyo estratégico de inteligencia, con una inexistente cooperación internacional con otras fuerzas militares en terreno, “no nos referimos a los concursos entre fuerzas militares de varios países” y una armada que, si bien ha tenido un buen despliegue a la hora de hacer incautaciones, también se encuentra en el peor de los mundos en el sentido de que sus capacidades están siendo muy inferiores a las de los criminales.
Ojalá el 2025 traiga reflexión a quienes tienen que tomar decisiones al respecto y a todos nuestros hombres desplegados en los mares, en los ríos, en las montañas, en las selvas, en los bosques y en los cielos de Colombia. Que Dios los proteja.
Que cuenten con sabiduría, con las mayores capacidades y destrezas para evitar al enemigo, y nuestro agradecimiento profundo por ofrendar sus vidas, sus noches navideñas, que mientras la mayoría del país la pasan con sus familias y cómodamente en sus salas, ellos están en los lugares más recónditos cuidando a los colombianos con pocas capacidades, diezmados y aburridos, pero con un corazón inquebrantable para cuidar a cada uno de los ciudadanos.