La DIAN había tenido años récord de recaudo hacia finales de 2020. Incluso luego de la pandemia, el recaudo de la DIAN tenía un desempeño sobresaliente. Primero, hay que entender que los impuestos, sobre todo los que no son indirectos, tienen intrínseco un valor de confianza por parte de quienes tienen que pagar los tributos.
Esa confianza se basa en entender que esos recursos van a estar bien destinados, en que se está de acuerdo con pagar unos tributos y en que existe una disponibilidad de dinero de caja para pagar esas obligaciones tributarias.
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La economía colombiana es altamente informal y es algo que no nos cansaremos de repetir. Las personas desconocen mayoritariamente que más del 70% del empleo que se genera en el país es creado por micro, pequeñas y medianas empresas, y que más del 54% del empleo sigue siendo informal.
Las empresas que están ubicadas en esas categorías son dignas de admiración porque tienen una lucha y un sacrificio constante, viviendo día a día, mes a mes, y con cuentas en muchas ocasiones, más en tiempos de una recesión como la que estamos viviendo, por más que técnicamente no se le quiera dar el nombre. Son compañías que tienden prácticamente a la extinción.
Ya lo confirmaba el Superintendente de Sociedades, Billy Escobar: el año pasado se registraron innumerables solicitudes de disolución de empresas y de liquidación de empresas, y para este año, como van las cosas, ese número será mayor. Ya empezamos a ver cómo el desempleo acumula varios meses creciendo y así seguirá sucediendo con toda seguridad por lo menos en los próximos cinco meses.
Solo hay que ver la cantidad de promociones que se han extendido desde enero hasta estas fechas: Black Fridays en mayo, que nunca se habían hecho, ante el desastroso resultado del comercio en el Día de las Madres. Hay muchísimos establecimientos comerciales que están prescindiendo de sus empleados y que están cerrando locales.
Esa es quizá la principal razón para entender el bajo recaudo de la DIAN. Las personas no tienen disponibilidad de caja. Actualmente, en Colombia, las personas están haciendo maniobras para sobrevivir en un contexto inflacionario aún muy alto, con una tasa de cambio aún muy alta, con unas tasas de interés estratosféricas y con una confianza en la economía de capa caída. La incertidumbre es, sin duda, la peor aliada para esta situación, y el gobierno, con sus discursos y declaraciones salidas de tono en muchas ocasiones, no ayuda a que esta situación mejore.
El gobierno debería buscar el muerto río abajo y río arriba, como está intentando hacer, y leer la situación de la economía colombiana. Porque, en definitiva, no se van a cumplir las proyecciones establecidas por el gobierno en ningún sentido: ni en inflación, ni en crecimiento, ni en recaudo, ni en generación de empleo ni en nada que se les parezca.
El año 2024 está siendo un año, incluso para muchos, más difícil que el año 2023. Toda la economía es cíclica y es claro que hoy estamos recibiendo grandes coletazos de la difícil situación económica que tuvo el país a finales de 2022, durante todo 2023 y este primer trimestre que se cerró en 2024, que nos confirmó que la economía está decreciendo en sectores que son vitales para el funcionamiento y desarrollo de nuestra frágil economía.
Quien no lo quiera ver, que lo siga tapando, que siga buscando otra clase de culpables. Pero quien necesite y busque entender la verdad, alejado de cualquier precepto político, se dará cuenta de que hoy la situación coyuntural económica está causando estragos en innumerables empresas, en muchísimas familias y ahora uno de los estragos lo recibe la DIAN. El problema es entender qué actitud tomará la DIAN: una actitud agresiva, confiscatoria, impositiva, sancionatoria y casi casi de persecución, o el gobierno empieza a generar las condiciones que por su parte pueda originar para que la economía se reactive.
Bien haría el nuevo ministro de Comercio, exdirector de la DIAN, Carlos Reyes, junto con otras carteras como la de Transporte y la de Vivienda, en diseñar de inmediato políticas de reactivación económica. Pero en ningún momento pueden ir acompañadas de más gasto público innecesario en burocracia, ministerios insulsos y subsidios a miles y miles de personas, mientras no se está invirtiendo en los verdaderos nodos de crecimiento y producción económica de Colombia.
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