¿Por qué le temen al váucher escolar?

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Es sorprendente como todo el sector oficialista y sindical, con apoyos políticos bastante inflados por la demagogia, rechazan la propuesta de la senadora Paloma Valencia que generaría competencia, permitiría la excelencia y mejoraría los niveles de educación en Colombia.

Editorial

La propuesta del váucher escolar, no hace aterrizaje por primera vez en Colombia, realmente ha sido una propuesta formulada anteriormente por candidatos a alcaldías, a gobernaciones que tampoco han tenido éxito, esto por cuenta de la gran oposición que hace Fecode y aliados a Fecode en sus brazos políticos en las ramas legislativas.

No es sorpresa, que la mayoría de educadores públicos en Colombia, pertenecientes a Fecode, se opongan a todo lo que se parezca a evaluarlos, a medir la calidad de los profesores que hoy, de cómo están enseñando en las aulas públicas de Colombia y han demostrado total reticencia a cualquier modelo que permita generar, incentivar la calidad educativa que emana directamente de los estándares, las habilidades, cualidades y conocimientos de los profesores. Porque hoy en el siglo XXI, año 2023, claramente y para ser francos, saldrían muy mal librados.

A la educación en Colombia, no le ha ido bien, no hemos tenido avances significativos en calidad educativa pública, seguimos estando aproximadamente con 34 años de retraso. No solo bastaba con garantizar una cobertura gratuita de 0 a 11 grados, sino que la calidad, ahora más que nunca, es la que determina el éxito de un niño y adolescente en su futuro laboral.

El váucher escolar ha sido implementado en distintos países del mundo como lo son: Estados Unidos, que en la mayoría de sus estados lo tiene, Corea del Sur, Suecia, Dinamarca, Nueva Zelanda, Australia, Singapur, y ese sistema de cheques o váuchers lo único que hace es otorgarle una libertad a los padres de familia y cómo no, al niño, al estudiante para que decidan a qué institución educativa quieren asistir. Sea cual sea la decisión, puede ser una institución pública o una institución privada, la que él quiera; el Estado se lo va a pagar y ya es menester de cada estudiante escoger a dónde quiere ir.

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Por ejemplo, en el gobierno de Juan Manuel Santos, se implementó el programa Ser Pilo Paga, muchos pegaron el grito en el cielo, se crearon escándalos y denuncias, porque el Estado estaba “enriqueciendo a las universidades privadas, en detrimento a las universidades públicas”. Esto es porque los estudiantes querían ir a las universidades privadas, no a las universidades públicas.

¿Es culpa del presidente, del gobierno, del Ministerio de Educación o de las universidades?. No, el estudiante en pleno uso de sus facultades y de su libertad individual escogía a donde ir.

Está comprobado que para el ser humano es difícil salir de la zona de confort, es un acontecimiento altamente irritante, difícil, genera rabia, genera toda una serie de sentimientos negativos y es lo que está pasando con los profesores públicos en Colombia, es que ellos no quieren salirse de esa zona de confort en donde tienen todo garantizado.

Este váucher hace parte de una educación moderna, que recoge modalidades que permiten originar mayor competencia entre las instituciones, tanto públicas, como privadas y de esta manera tener un mejor plantel de profesores, mejorar las asignaturas, mejores formas y maneras de impartir sus clases, dejando que sean los estudiantes y los padres de familia quienes consideran que x o y el colegio sea mejor y por eso escogen a donde desean asistir.

Estamos hablando de libertad, estamos hablando de autonomía, estamos hablando de independencia, de librarse de un modelo arcaico y tradicional del financiamiento de la educación pública, estamos hablando de dejar de lado una costumbre en donde sencillamente se le otorga cada año más dinero a la educación pública, sin nada a cambio, sin medir si ese dinero sí está teniendo unos impactos positivos en la formación de los futuros profesionales en un país.

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Hay exigencias como en todo en la vida, que es lo que al fin y al cabo hace que cada persona sea mejor. De manera que si hay unas exigencias que algunos no quieren cumplir, serán descartados por el sistema en medio de la competencia.

Este esquema propuesto por la senadora, Paloma Valencia, es polémico, incómodo y es porque, de esta manera, quiere sacar de esa zona de confort y de comodidad a unos empleados públicos, los cuales prefieren seguir evadiendo la evaluación y los altos estándares internacionales, sin importar las consecuencias a futuro, sin importar el futuro de los niños en Colombia.

Si los congresistas en este país tuvieran dignidad, tuvieran un acto racional, coherente, apegado a la lógica y en pro de la mejora del país, deberían aprobar esta iniciativa.

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