Presidente Duque, el diálogo no puede ser con los mismos de siempre

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EDITORIAL


Nuestro editorial para el día de hoy concierne a las reuniones que tuvo el presidente Iván Duque con los mismos de siempre. No ha bastado más de una semana de paros, bloqueos, destrucciones, heridos, fallecidos para que el presidente entienda que el diálogo no puede ser con los mismos de siempre, la gente que piensa que Colombia va de la calle sexta hasta la 140 de Bogotá. Las voces cantantes de la economía del país la tienen los mismos líderes gremiales de siempre. Iván Duque habla con los mismos de siempre para solucionar un problema latente.

Hoy viernes se reunió con los políticos, la Casa de Nariño se convirtió en un directorio político; los mismos políticos que han estado de una u otra manera en los últimos 15 o 20 años chupando del erario público en posiciones burocráticas, clientelistas, en el legislativo o en el ejecutivo, y que poco o nada han aportado al país, porque si así fuese no tendríamos los problemas que tenemos hoy.

Fue la coalición de la esperanza, candidatos presidenciales, fueron toda clase de políticos que creen tener la solución para los problemas que tiene Colombia pero que nunca antes las han aplicado. Lo peor es que el presidente Duque les abre un espacio y cree que hablando con ellos va a conjurar la grave situación que vive el país.

La desconexión es latente, parece ser más profunda de lo que se creía porque el presidente Duque está encerrado en el Palacio de Nariño, está absolutamente convencido de que la realidad del país es la que le reportan sus pequeños consejeros, está haciendo caso omiso a las alternativas que le han propuesto distintas vertientes que han apoyado el paro, incluso sin cierre del comité del paro que no se identifica con este; hemos visto las exigencias, las peticiones del comité de paro y superan los 80 billones de pesos. El comité del paro tampoco tiene la razón.

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En vez de cambiar la ecuación que en este caso el orden de los factores si altera el resultado y de qué manera, Duque prefiere seguir con lo que ha venido gobernando y que lo tiene en la situación que lo tiene. No es capaz de sacar una reforma a la justicia, lleva más de tres ministros en tres años y una reforma que era bandera de su Gobierno y que el país la reclama hace más de ocho años. Tiene ministros irrelevantes, ligeros, sin peso político; tiene un gravísimo problema: tiene una cúpula de la fuerza militar y de la fuerza pública desgastada, cuestionada, sin autoridad. No se ha comunicado Duque con la base de la Policía y del Ejército en estos momentos tan grises que vive el país.

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Foto: Twitter / @IvanDuque

El presidente ha cometido un error que ya no puede corregir y es haber auspiciado al fiscal Francisco Barbosa, quien cada vez que da una declaración comete cinco errores y genera diez titulares en contra de todo el establecimiento por cuenta de sus caprichos y ligereza al pensar. Además, comete otro error: seguir impulsando un lenguaje o narrativa social de ayudar a los “más necesitados” y seguir pensando en estratos, mientras que esos mismos que él busca beneficiar han destruido patrimonio público, propiedad privada en el país, y han atentado contra policías y militares.

Duque está en el ocaso de su Gobierno, en la soledad del poder; no entiende lo que requiere un Estado líder, serio, garantista, y es seguridad, justicia y libertad económica, tres pilares suficientes y elementales para que una nación funcione. Hoy Colombia carece de estos tres.

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Cientos de empresas tanto en Europa como en Estados Unidos se encuentran revisando con lupa sus inversiones en  Colombia. Preocupante en una época en la que tasas de cambio están disparadas, y se evalúa quitarle grado de calificación al país si no se adelanta una reforma tributaria importante.

Duque debería estar hablando con personas inteligentes, capaces, sin intereses políticos, empresariales burocráticos; con personas que han generado riqueza en el país, que han generado progreso, empleo, desarrollo; no es sentarse a hablar con los que están en la lista Forbes, es sentarse a hablar con todos, entender qué pasa en las regiones. Desde que se siga gobernando desde oficinas frías en Bogotá para todo el país con políticas que no son diferenciales, el descontento seguirá creciendo; y aunque crean que pueden conjurar el paro por uno días lo cierto es que cada vez que se llega a nuevos paros los puntos de ebullición son peores porque se acumulan promesas incumplidas, crisis, negativas consecuencias que terminan minando la confianza del ciudadano y auspiciando el populismo de politiqueros que quieren llegar al poder a través de la destrucción.

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