Nuestro editorial para hoy viernes 8 de julio quisiera hacer un llamado a la necesidad de enviar señales para que los mercados y la misma ciudadanía tenga tranquilidad sobre el nuevo gobierno.
En ningún momento quisiéramos pedir que el presidente electo Gustavo Petro traicione a quienes lo eligieron presidente, mucho menos que sea incoherente a sus principios, ideas y posturas que ha defendido toda la vida; solo quisiéramos pedir sensatez y sentido común para abordar el principal adn de cualquier país, lo que mantiene la firmeza, solvencia y vida de toda una nación, que es la economía.
Los negocios, las finanzas y en general todo lo económico responde, como muchas cosas en la vida, a los incentivos, a los motivos, a las sensaciones y a lo que te hacen sentir ciertas declaraciones, hechos o ideas, la gente podría sentirse más a gusto, en desacuerdo o parcialmente apoyar una idea pero siempre con un propósito: que sea construir sobre el consenso, sobre lo que funciona, rechazar lo que se ha comprobado que no funciona en otras partes del mundo y avanzar colectivamente.
No es mucho pedir, ni es utópico ni mucho menos ingenuo. Creemos que el país que ha sufrido tantas tragedias no solo por su guerra sino por dificultades que ha tenido en todos los frentes, ha llegado a un punto en que puede solucionar todas las discrepancias con el único fin de no dar grandes retrocesos en el aspecto económico, que es tan difícil de recuperar, solo basta ver cómo Venezuela ha tenido que sufrir durante más de siete años para empezar a encontrar, medianamente, una luz al final del túnel y eso gracias a la dolarización de facto que vivió el país, la situación que actualmente Argentina es más que crítica, es lamentable que uno de los países más prósperos en otrora del continente esté padeciendo secuelas tan grandes por cuenta de un mal manejo de su economía, ni hablar lo que está pasando en Perú, lo que está empezando a vivir Chile y no quisiéramos que Colombia se meta también en ese carrusel de múltiples variables económicas que terminan hiriendo precisamente la economía de forma grave.
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Es entendible la posición sobre el fracking que tiene el gobierno de Gustavo Petro y que se ha reconfirmado no solamente con su nueva ministra de ambiente -Susana Muhamad- y por viva voz del electo presidente, pero si hay unos campos en donde se han abierto unos frentes de conversación con el mismo ministro de hacienda designado José Antonio Ocampo, sobre la necesidad de seguir explorando gas, sobre la necesidad de seguir con los proyectos de exploración petrolera, sobre la gran oportunidad que tiene Colombia para exportar carbón en este momento, sobre todo cuando Alemania ha dicho que compro todo lo que se produzca por los próximos dos años ante la necesidad porque se avecina un invierno cruel para Europa, ante lo que ha acontecido entre Ucrania y Rusia, esa demanda se mantendrá. Exportar petróleo nunca puede dejar de ser una opción.
Creemos que el mismo presidente junto con su ministro de Hacienda designado, por medio de una rueda de prensa en Colombia, tiene que trazar de una vez por todas los puntos iniciales del proyecto de reforma tributaria, las líneas rojas, los inamovibles y que señalen el puerto de destino que ellos creen más conveniente, pues hasta el día de hoy existen muchas ambigüedades. El plan de gobierno dice una cosa, el presidente electo dice otra, los ministros dicen otra, se escuchan declaraciones extremistas, otras más conciliadoras y eso ha llevado, sin duda, a que múltiples fondos de inversión, empresarios, personas naturales, hayan decidido irse del país en las últimas dos semanas.
Efectivamente, la famosa cláusula Petro también se ha activado en varios negocios, en varios proyectos y este medio de comunicación puede dar fe de eso, y por ello lo vemos con suma preocupación pero creemos que es una oportunidad para que el presidente Petro, que es un amigo del diálogo y de la paz, pueda entender rápidamente estas dinámicas y finiquitarlas de la mejor manera posible. Una pérdida de confianza ante el peso es lo peor que le puede pasar a un país como Colombia, una pérdida de credibilidad hacia el país es absolutamente mortal; el país necesita de las empresas para producir riqueza, el Estado necesita de las empresas para poder funcionar y los ciudadanos que estén en una clase media, alta, no pueden preferir irse tanto física como fiscalmente de territorio colombiano por temores infundados o informaciones mal dichas.
Sería muy bueno establecer esa reforma tributaria, saber a quiénes va a acobijar, qué tarifas va a tener aparte de eso una reforma agraria, qué tanto de largo y de ancho va a tener, en qué tiempo se va a aplicar, dónde, cómo se va a aplicar; igual que la reforma pensional. Que le cuenten al país definitivamente qué va a pasar con las EPS bajo el control de Carolina Corcho. ¿Van a dejar de existir?, ¿existirá una reforma de la salud que pretenda hacer cambios sustanciales en el sistema?
Lo único que como medio de comunicación estamos pidiendo es más exactitud, más claridad, contundencia y timing en las declaraciones que el nuevo gobierno pueda entregar.
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