La Procuraduría: burocracia, clientelismo, derroche y compinchería política

Ad portas de la elección del nuevo procurador, quien seguramente será Gregorio Eljach, vuelve a retumbar la necesidad que tiene el país, y no precisamente los políticos, de acabar con esa entidad negligente.

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Quizá la mayoría de los colombianos se han enterado de quién es el Procurador o la Procuradora de turno, quienes, en general, en cada hecho político noticioso que hay en el país, tienen la necesidad de salir a pronunciarse, así sea como un canto a la bandera, o ladrarle a la luna simplemente por fijar una posición y hacer una petición. Sucede en procesos judiciales y en procesos de toda índole. Lo cierto es que la Procuraduría está limitada en gran medida a solo actuar en contra de funcionarios públicos y hacer control en entidades públicas; si en el camino se encuentra a personas que están por fuera o empresas que están por fuera de su jurisdicción, su máxima responsabilidad es compulsar unas copias.

Sin embargo, sucede que el origen de la elección del Procurador tiene una procedencia tan turbia, como otro tipo de elecciones, y esa procedencia turbia se basa en que son los congresistas, las Cortes y también el Ejecutivo los que resultan eligiendo sus candidatos, los mismos que, a pesar de las promesas de cambio de todos los gobiernos o de la lucha en contra de la corrupción y del respeto a la independencia de poderes, terminan haciéndolo sin importar su ideología o color. Todo presidente, todo Congreso, toda corte, todo Consejo de Estado, toda Corte Constitucional o Corte Suprema de Justicia son quienes necesitan permanecer con amigos en el poder, ahí es cuando todos hacen presión, piden favores, cobran favores, para que sus amigos lleguen a esas designaciones.

Ahí es donde nace podrida la torta, porque no me explico cómo es posible que un procurador que será elegido gracias a los componentes políticos y a las triquiñuelas de favores que lo llevaron a ostentar el cargo de procurador, vaya luego a hacerle control, sancionar e investigar a quienes lo eligieron. Eso no tiene ningún sentido en el primer mundo, en el tercer y cuarto mundo donde pertenece Colombia, sí.

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Lo estamos viendo con la lección de Gregorio Eljash, que es un veterano de la política, que fuma bajo el agua, que tiene la no despreciable capacidad de torear al Congreso de la República, que es un tremendo lugar respetable y lleno de personas tan respetables y tan difíciles, pero él muy hábilmente logra siempre en cada una de sus postulaciones, año tras año salir electo con una aplanadora. ‘Aprendió muy bien de sus maestros’.

Lo estamos viendo con la lección de Gregorio Eljash, que es un veterano de la política, que fuma bajo el agua, que tiene la no despreciable capacidad de torear al Congreso de la República, que es un tremendo lugar respetable y lleno de personas tan respetables y tan difíciles, pero él muy hábilmente logra siempre en cada una de sus postulaciones, año tras año salir electo con una aplanadora. 'Aprendió muy bien de sus maestros'.
Foto: Redes

El señor Eljash es tan importante que partidos supuestamente de oposición, partidos supuestamente neutros y partidos supuestamente del gobierno, que todos terminan en su candidatura, que hay que decirlo, fue una jugada maestra digna de ajedrez, como muy pocas de las que ha hecho Gustavo Petro en su gobierno, porque si no es la primera, es la segunda, en donde logra dinamitar lo que parecía una elección de procurador cantada para sectores que están en relativa oposición a su gobierno, que también hay que decir, los candidatos de Luis Felipe Henao y Cotrino no tienen votos, no tienen la suficiencia política, no tienen la capacidad de influencia y no son rivales para Gregorio Eljash.

Petro supo leer este panorama, supo entender el escenario que le representaba la selección del Eljash como candidato a la Procuraduría por su parte y con esto dividir a la supuesta oposición, nombrando a un hombre al cual muchísima gente le debe favores y con esto Eljash (virtual procurador), quien deberá la mitad de su cargo al Congreso de la República y la mitad de su cargo al presidente Gustavo Petro.

De manera que no esperemos mucha acción del procurador Eljash y entendamos que la Procuraduría es sin duda una instancia llamada a desaparecer; debería desaparecer porque nos cuesta muchísimo dinero sostenerla y moverla; sus resultados son incipientes, cada vez con menos dientes; luego del fallo de la CIDH que salvó a Gustavo Petro, luego de la destitución del procurador Ordóñez, la Procuraduría quedó muy mal herida y desde eso ha perdido todo el protagonismo posible.

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Por esta razón, si llegara el día, ojalá que desapareciera, el país ni notaría realmente su ausencia y queda la enseñanza para la opinión pública, de que no todo es lo que parece y que hay personas que en Bogotá tienen una posición política y en las regiones otra y que se encuentran en el partido de los amigos. Todos se tapan con la misma cobija y esa es la realidad política colombiana actual.

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