La denuncia que realiza Daisy López, pareja del representante a la Cámara por Antioquia del Partido Conservador, Felipe Jiménez, merece un reconocimiento y un agradecimiento profundos por su valentía. Aunque muchos puedan pensar que es la primera vez que ella hace pública esta situación, no es así; López ya ha denunciado estos hechos anteriormente.
En las calles de Medellín y Antioquia, particularmente en la vía a Las Palmas, se ha vuelto rutina que un grupo de hombres depravados en motocicletas, tanto en las subidas como en las bajadas, se acerquen de manera agresiva y abusiva a las mujeres que transitan solas. Esta conducta miserable, ruin y atrevida consiste en tocarlas de forma indebida, aprovechando la vulnerabilidad del momento, especialmente cuando las mujeres están concentradas en su actividad, como subir Las Palmas haciendo ejercicio, lo cual no es nada sencillo.
Estos agresores deberían ser procesados por la justicia; sin embargo, si esta no actúa con la diligencia necesaria, es indispensable que reciban una sanción social rigurosa. No entraremos en detalles sobre la naturaleza exacta de dicha sanción, pero el objetivo de este editorial es claro: llamar la atención para que esta clase de delincuentes e impresentables sea identificada y enfrentada por la sociedad.
No es sencillo, pues estos agresores actúan de manera solitaria o en grupos muy pequeños, evitando hacerlo cuando hay mucha gente o en pelotones, para minimizar el riesgo de ser detenidos. El problema tiene otra dimensión porque, pese a múltiples denuncias, esta vía sigue siendo un foco de diversas conductas delictivas e infracciones que afectan el orden público.
La Avenida Las Palmas, tristemente, es escenario de venta y consumo de estupefacientes, actos obscenos en espacios públicos, carreras ilegales, acoso sexual y accidentes de tránsito graves ocasionados por conductores que incumplen las normas. Se han reportado piques ilegales, circulación en contravía, vehículos sin placas y mal estacionados, entre otros. Esto ocurre desde el ingreso al Túnel del Oriente hasta el Alto de Las Palmas.
Lo alarmante es que ninguna de estas conductas ha sido intervenida con la eficacia necesaria por las autoridades. Si bien en ocasiones se realizan operativos los miércoles y jueves por la noche para controlar los piques ilegales, son insuficientes para garantizar la seguridad en un corredor vial tan importante para Antioquia. Además, la vía carece de un sistema de cámaras de seguridad adecuado; solo cuenta con dos puntos de fotomultas, lo cual dificulta el seguimiento y la inteligencia sobre las actividades delictivas reportadas.
Regresando al caso de Daisy López, es urgente que las autoridades y los ciclistas establezcan una estrategia conjunta. Deben acordar mecanismos de intercambio de información sobre los acosadores, y la Policía debería intensificar patrullajes no esporádicos, sino planificados y en conjunto. Es fundamental individualizar a quienes utilizan esta vía para delinquir.
Pedirle a una mujer que, cansada y concentrada en su ejercicio, reaccione frente a un agresor en moto, es ponerla en un peligro aún mayor. Su principal defensa puede ser aportar testimonios que permitan identificar al delincuente: características de la moto, voz, o cualquier detalle útil.
Finalmente, la responsabilidad no es solo de las autoridades; todos los que transitan por Las Palmas deben actuar. Si presencian un acto de acoso o un hombre que agrede físicamente a una mujer, a un niño o a cualquier persona, deben denunciar y exigir que se tomen medidas inmediatas. Solo una sanción social contundente y una respuesta ciudadana firme pueden hacer que estos delincuentes miserables piensen dos veces antes de acosar mujeres en las calles de Medellín.
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