¡Que digan los nombres de los congresistas!

El presidente Petro, en extensivos trinos en medio de la salida del ministro de Hacienda Ricardo Bonilla y aludiendo a todo el escándalo de corrupción que ha habido en su gobierno, dejó entrever que han sido sometidos “aparentemente” a extorsiones por parte de congresistas.

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Para nadie es un secreto en Colombia que la mayoría de los congresistas no viven precisamente de su salario, bastaría con darles tres sacudidas, mirarles lo que se ponen encima, sus patrimonios y hacer cuentas básicas de sumas y restas para entender que hay más dinero muy por encima del que perciben.

Pero la única forma de cambiar eso y los únicos que pueden cambiar eso son los colombianos, pero los colombianos no se atreven a hacerlo, no lo hacen, no les importa, no les interesa; prefieren seguirse quejando toda su vida del Congreso, tildándolos de inútiles, de corruptos, de ineficientes, pero no hacen nada para cambiar la realidad aun teniendo el poder.

De manera que por ahí se aplica muy bien la frase, que esa es la representación del país, tal cual, entonces no podemos esperar tener allí en el Congreso de la República a unos próceres de la patria, cuando realmente gran parte del país vive en la ilegalidad y convive con la ilegalidad.

Entonces, si tenemos una sociedad tan podrida, no podemos esperar, pues que en el Congreso salgan los Niños Cantores de Viena o un convento lleno de monjitas y de arzobispos.

Entonces el presidente da claramente a entender que sus ministros y otros funcionarios han sido víctimas de presuntos chantajes, de presuntas extorsiones por parte de congresistas para poder votar sus proyectos, y Petro dice que eso ha pasado toda la vida, que ha ocurrido en todos los gobiernos, cosa que es cierta, que ha tenido distintos rótulos: auxilios parlamentarios, presupuestos de inversión regional, mermelada, cupos indicativos, entre otros, pero ha sido una relación que se ha naturalizado.

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Pero que no es nada distinto a que por eso los congresistas invierten sumas tan grandes de dinero y ahora nos aproximamos a las campañas políticas de Congreso, invierten 10.000, 15.000 millones de pesos en una campaña y no es precisamente para recuperarlos con el salario, porque claramente no da.

Aun así, insistimos, las personas votan por los congresistas porque son los que tienen colocada a la hija, al sobrino, a la novia, al papá, a los parientes etcétera, porque les da el contratico de la escuelita. Todo es una cadena de favores y el congresista tiene que ir a lagartear, a vender su voto a tal Gobierno para que le paguen con puestos y contratos, esa es la verdad.

Teniendo eso claro, entonces el presidente Petro, que se eligió con las banderas del cambio y que es consciente y así lo ha dicho de esta situación, debería proceder inmediatamente a denunciar con nombres propios ante las autoridades pertinentes a los congresistas que han “según él” presuntamente extorsionado su gobierno.

Estamos seguros de que el país o la mayoría del país o la mitad del país quiere una sociedad más legal, más justa, más equitativa, con menos corrupción, aunque pensar en un país sin corrupción es totalmente utópico, pero se le agradecería para ver si se le acaba de una vez por todas la vagabundería a los congresistas que, lejos de hacer su trabajo, van al Congreso a enriquecerse hasta más no poder.

Todo lo demás no quedará distinto que en palabras vagas, en discursos 20 julieros, sin ninguna prueba, y los congresistas seguirán tranquilos desde sus cargos, sometiendo a este y a futuros gobiernos a ese tipo de relaciones transaccionales.

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