El nombre de Abelardo de La Espriella volvió a ocupar titulares tras el multitudinario evento realizado en el Movistar Arena, donde unas 15.000 personas asistieron a la llamada Gran Convención Nacional de Defensores de la Patria.
El encuentro, que fue presentado como un acto de apoyo ciudadano, se convirtió en una demostración política que dejó al descubierto la magnitud del movimiento que respalda la candidatura presidencial del abogado penalista. Pero más allá de la euforia y los aplausos, surgen preguntas sobre quién es realmente De La Espriella, qué propone y cuánto hay de cierto en lo que se dice sobre él.
El movimiento político de Abelardo de La Espriella: promesas, controversias y apoyos

Con un tono desafiante y un discurso cargado de simbolismo patriótico, Abelardo de La Espriella, autodenominado «El Tigre«, subió al escenario después de más de dos horas de intervenciones de invitados nacionales e internacionales. Ante un público que lo vitoreaba al grito de “Fuera Petro” y “Firmes por la patria”, el abogado aseguró que su ingreso a la política responde a “un momento oscuro” en el que, según él, se encuentra el país. “Dejé una vida tranquila en Florencia para regresar a salvar a Colombia”, afirmó entre aplausos.
Su discurso, que mezcló referencias religiosas, militares y morales, marcó el tono de su movimiento: una cruzada que él define como “espiritual y patriótica”, y que sus críticos catalogan como una manifestación clara de la ultraderecha colombiana.
Pese a que el propio candidato insiste en que su plataforma no responde a una ideología específica, sus propuestas coinciden con las de otros movimientos de extrema derecha en el mundo.
Entre los puntos más reiterados por De La Espriella están la defensa de la familia tradicional, el rechazo al aborto y a los derechos de las personas trans, así como una postura férrea frente al crimen.
Promete “cárceles de verdad, verdad” y una “mano de hierro” contra la delincuencia, al tiempo que aboga por la reducción del tamaño del Estado, la economía de libre mercado y la protección de la propiedad privada.
Para sus seguidores, esas posturas representan “extrema coherencia” y una defensa de los valores que, dicen, han sido olvidados. Para otros sectores, en cambio, constituyen un retroceso en materia de derechos humanos y equidad social. Lo cierto es que De La Espriella ha logrado captar la atención de una parte del electorado inconforme con la actual administración y con los partidos tradicionales.
El evento del Movistar Arena sirvió también como vitrina para otras figuras nacionales. La exfiscal Viviane Morales, cercana a sectores evangélicos, calificó al movimiento como “una causa moral” y criticó a quienes tildan de radicales a sus participantes. Por su parte, Enrique Gómez, presidente del partido Salvación Nacional, arremetió contra el presidente Gustavo Petro con calificativos personales, mientras la congresista Lina Garrido exaltó el papel de las mujeres en la campaña del abogado cartagenero.
El respaldo internacional también estuvo presente. A través de un mensaje en video, el escritor argentino Agustín Laje instó a los colombianos a “elegir entre el socialismo del hambre o la libertad”.
Desde Estados Unidos, la congresista María Elvira Salazar habló sobre las relaciones bilaterales y subrayó su cercanía con el candidato. En representación de Europa, el eurodiputado español Alvise Pérez, conocido por sus posiciones ultraconservadoras, pidió “mano firme” contra el crimen e invocó el legado del expresidente Álvaro Uribe, nombre que desató los mayores aplausos del público.
A pesar de su creciente popularidad, el camino político de De La Espriella no está exento de controversias. En redes sociales y en la opinión pública circulan versiones que lo presentan como una figura polarizadora, cercana a grupos ultraconservadores internacionales y defensor de causas contrarias a los avances sociales. Él, sin embargo, sostiene que sus detractores buscan “difamar” su nombre y que su único propósito es “restaurar el orden moral” en Colombia.
Expertos en comunicación política señalan que su estrategia discursiva apela al descontento ciudadano, a la idea de un enemigo común y al rescate de valores tradicionales. “Se trata de un discurso emocional, que conecta con un sector del país que siente que ha sido desplazado por las nuevas agendas sociales”, afirma un analista consultado. Este enfoque ha permitido que su figura gane espacio en redes, especialmente entre jóvenes conservadores y sectores religiosos.
Aún es temprano para medir el alcance real de su movimiento, pero la llamada “reconquista de Colombia” que él mismo anunció parece marcar el inicio de una nueva etapa política.
De La Espriella ha dicho que no busca alianzas con los partidos tradicionales y que su candidatura es “ciudadana e independiente”. No obstante, la presencia de figuras uribistas en su entorno y la afinidad ideológica con líderes internacionales de derecha alimentan las dudas sobre su verdadera independencia.
Por ahora, lo que es verdad es que Abelardo de La Espriella ha logrado posicionarse como uno de los personajes más comentados del panorama político colombiano. Lo que aún está por verse es si su discurso, centrado en la moral, la patria y la autoridad, logrará trascender el entusiasmo de sus seguidores y convertirse en una propuesta viable para gobernar un país profundamente dividido.