La apuesta del Gobierno por movilizar las calles para respaldar su agenda reformista sufrió un duro revés. El “gran paro nacional” convocado para este 28 y 29 de mayo, impulsado por sindicatos y movimientos sociales afines al Gobierno de Gustavo Petro, no logró el respaldo ciudadano esperado y evidenció las grietas de una estrategia que no termina de consolidarse.
Panorama general: La génesis de este paro ya mostraba señales de improvisación. La idea de una huelga general fue discutida incluso desde el propio gabinete, como lo dejó entrever en un chat, en el que el entonces ministro de la política, Armando Benedetti, le preguntó directamente al presidente: “¿Quién convoca la huelga general?”. Petro, quien regresaba de visitas oficiales en China y el Vaticano, aterrizó en Colombia con una estrategia que mezclaba «cabildos populares», manifestaciones y paros, todo con el respaldo logístico del Gobierno.
Sin embargo, la jornada del miércoles dejó imágenes poco favorables. En Bogotá, Medellín y otras ciudades, la asistencia fue notablemente baja. La Plaza de Bolívar, habitual epicentro de movilizaciones del petrismo, lució semivacía. El contraste con otras fechas emblemáticas, como el 1 de mayo, fue evidente. En palabras simples: la calle, que durante años fue aliada clave del proyecto petrista, ya no responde con la misma fuerza.
El paro nacional convocado por el Gobierno Petro no logra movilizar a los ciudadanos
En varios puntos de Bogotá, las manifestaciones derivaron en bloqueos, vandalismo y enfrentamientos con las autoridades. En el Portal de las Américas, encapuchados con armas cortopunzantes fueron dispersados por la policía. También se reportaron bloqueos en la Calle 80, la Avenida El Dorado y el Portal Usme, lo que afectó la movilidad de más de un millón de personas, según la Alcaldía.
El Puesto de Mando Unificado (PMU) registró hacia las 3:00 p.m. del miércoles 91 actividades de manifestación pública en 74 municipios del país, pero solo 15 fueron marchas, mientras que los bloqueos y asambleas no tuvieron mayor impacto. Medellín fue una de las ciudades con mayor orden, aunque con una concurrencia mínima.
Frente a la baja respuesta ciudadana, el presidente Petro trató de desmarcarse parcialmente de la convocatoria. En un mensaje en redes sociales, afirmó que “una huelga no es una manifestación” y que la primera solo puede ser convocada por organizaciones de trabajadores. Así, intentó deslindarse de la responsabilidad por los escasos resultados. Sin embargo, medios oficiales como RTVC difundieron imágenes cerradas y planos bajos para mostrar “multitudes” que no se vieron en terreno, según constataron periodistas en cobertura directa.
La narrativa del Gobierno continúa apuntando a que la “consulta popular” sigue en pie, incluso por decreto. “Va porque va”, repitió el presidente, pese a que juristas y voces del Congreso han advertido que dicha vía sería jurídicamente inviable. El presidente del Senado, Efraín Cepeda, fue enfático: “Estoy seguro de que el Consejo de Estado la tumba por arbitraria”.
El descontento en las calles no es suficiente para mover las mayorías parlamentarias. La reforma laboral, una de las apuestas centrales del Gobierno, enfrenta una difícil aprobación en el Senado. Según el ministro Antonio Sanguino, se contaba con alrededor de 60 votos, pero hoy ese respaldo parece lejano. Incluso Benedetti sugirió que si el Congreso aprueba la reforma, podría descartarse la consulta.
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