El mundo está bien loco, tenemos todos los factores que alimentan una tormenta perfecta de carácter económico, que no solamente puso en jaque la estabilidad financiera del planeta, sino que, de ponerse peor las cosas nos pueden llevar a momentos absolutamente críticos y vale la pena prepararse para todos los escenarios
Por: Andrés Felipe Gaviria Cano
Cuando decido escribir esta columna me embarga el sentimiento de necesidad de abandonar quizá lo que pueda parecer negativismo, pensar en el fracaso o en todo lo malo que podría suceder, pero paralelamente también he entendido que la economía y los hechos reales dictan cosas que son innegables, que se deben observar, saber cómo y por dónde vienen y desde luego saber cómo manejarlas.
Es revisar casos del pasado, las herramientas actuales y obviamente las condiciones con que cuentan hoy países como Colombia, y no está de más se precavido, sigiloso y cauto con cada una de las probabilidades, esperando siempre que suceda lo mejor y teniendo la fe puesta en los mejores escenarios y respirando por haber evitado crisis que dejarían al mundo en un sumidero.
Desde que en el 2020 empezó la pandemia del Covid-19, el mundo viene presentando toda una serie de variantes realmente problemáticas, no solamente a causa del gran choque que recibió la economía en dicho año por cuenta de las actividades económicas que se pararon, los empleos que se perdieron, los decrecimientos económicos que se registraron y todas las consecuencias que esto nos dejó; las muertes de miles de personas, el cierre de miles de compañías, traumas mentales y una sociedad que salió con ciertos chips cambiados en sus estilos de vida y de trabajo que hoy se siguen acoplando aparentemente a las nuevas necesidades.
Pero luego siguieron las crisis de la cadena de suministros, la crisis de la oferta, una demanda que salió absolutamente disparada y que no había cómo atenderla, después tuvimos unos crecimientos importantes en algunos países como en Colombia, con una recuperación económica de las empresas económicas realmente notable, que fue valiosa para que el país al día de hoy recuperara todos los puestos de trabajo, pero también se asomaba con gran fuerza la inflación.
Una inflación jalada por cuenta del dinero artificial que se imprimió en muchos países, Estados Unidos quizá el primero, en Colombia una cantidad de subsidios que se entregaron a diestra y siniestra a más de 3 millones de personas, subsidios que terminaron gastándose en otras cosas, que algún otro momento analizaré, pues no las consideré oportunas. Esa inflación no ha sido galopante y seguramente se trepará por encima de los dos dígitos en los próximos meses, ya estamos cerca del 10%, y ni hablar de lo que está viviendo Estados Unidos.
Esto conllevó a que los bancos centrales elevaran las tasa de interés, es el caso de Estados Unidos, que las ha elevado como nunca antes y lo seguirá haciendo; Colombia volvió a las alzas históricas a la hora de aumentar la tasa de interés; el Reino Unido también va a elevar la tasa de interés, pero va a bajar el IVA, para compensar ese hecho y no llegar a una estanflación.
Entonces, tenemos una inflación disparada en todo el mundo, tasas de interés que están y van a seguir creciendo, tenemos todavía una crisis de oferta ante una demanda que se mantiene sostenida y que lo que buscan con el aumento de interés, es frenar esa demanda, ese apetito por el crédito barato que reinó en el mundo por cerca de un año y medio. Y la guerra entre Ucrania y Rusia que puso más presión no solamente a la crisis de demanda ya existente, sino también a la crisis energética que afecta a Europa.
Una Europa que entró en la movida de la descarbonización, las energías limpias y depender exclusivamente de Rusia, mientras ellos implosionaban sus plantas nucleares, teníamos un petróleo que venía encaramado por encima de 130 dólares y hoy está por debajo de los 100 dólares gracias al miedo existente a una recesión que parece inevitable y sobre todo en la economía de Estados Unidos.
Son estos todos los factores que nos acompañan puntualmente, en Colombia podríamos agregar que, si bien el desempleo ha mejorado, tenemos aún indicadores negativos con una informalidad suficientemente alta y un desempleo también relativamente alto, y unas elecciones presidenciales que acaban de ocurrir y dieron la elección de un presidente de izquierda con ideas económicas que yo no comparto y que espero, ojalá no se pongan en práctica.
Pero, hay que entender qué pasa en una recesión; un país como Estados Unidos no consumirá flores, no va a consumir muchos de los commodities o productos que Colombia exporta allí, pues es su principal mercado de exportaciones, eso nos va a golpear, por más de que muchos estén saltando en una pata a causa del dólar por encima de COP $4.300.
Fuera de eso, endeudarse va a seguir siendo más costoso, la demanda de petróleo y energía tiende a la baja como está pasando por el miedo a esta recesión, o sea que van a entrar menos dólares al país a lo que se le suma ya a una tasa alta por cuenta de una moneda que se ha devaluado más que cualquier otra en la región.
Entonces hay toda una clase de elementos, una serie de variables que nos llevan a pensar en escenarios muy trágicos, pensando que la recesión solamente sería la punta del iceberg, de lo que podría venir, que insisto, espero no pase.
Colombia, siendo un mero eslabón y muy pequeñito en el concierto mundial tendría que prepararse bien, pero yo escucho en el gobierno Petro; discurso de gasto, gasto y gasto, de creación de puestos, de que el Estado va a hacer todo, y a la vez un recaudo que va superar los 50 billones de pesos, que aunque claro habría cómo recogerlos, la forma en cómo ellos lo plantean no la comparto, como lo he analizado en otras ocasiones.
Creo que la reforma tributaria que necesita Colombia no va a pasar dentro de mucho tiempo porque es impopular, pero es responsable, es la única reforma que nos garantizaría no tener que hacer una cada año y medio, pero no va a pasar y es que el gravamen le imponga un IVA a todo bien, producto o servicio, que no se le devuelva a nadie, pero que se baje el porcentaje de ese IVA y claramente que se eliminen exenciones y se permita la libertad económica, permitiendo la entrada de nuevos capitales, y desde luego, insisto yo que el impuesto corporativo tiene que bajarse, incluso hoy Chile tiene un impuesto corporativo más bajo que el colombiano.
Ojalá este gobierno haga una reforma sensata y responsable, que el país se prepare de la mejor forma que pueda para lo que se avecina a nivel mundial, porque sino seríamos de los que podríamos terminar más damnificados.
Por último lo único que uno pide acá es responsabilidad, sensatez, coherencia, humildad y lógica; no estamos hablando de izquierda, derecha o centro, estamos hablando de fórmulas probadas, que existen, que funcionan; modelos que han sido exitosos, modelos que han fracasado y el menester ahora es saber cómo Colombia afronta estos retos y ojalá los ciudadanos hagan veeduría, vigilancia y le exijan a los congresistas que en este nuevo gobierno no se hagan cosas irresponsables.
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