Asumir una alcaldía, una gobernación a partir del 2024, no será tarea fácil para ninguno de los políticos electos en las elecciones del 29 de octubre, es completamente distinto el terreno que van a pisar, muchos tendrán a un gobierno adverso ideológica y políticamente.
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Un gobierno que no se caracteriza precisamente por separar el componente emocional y partidista de lo estrictamente procedente y de la búsqueda de acuerdos que benefician a la sociedad, que así debería ser, pasan las elecciones se bajan las banderas, se buscan acuerdos, se busca diálogos, conversación y consensos y se gobierna.
Así como lo hizo y hay que reconocérselo en buena hora, el presidente Iván Duque cuando fue derrotado estrepitosamente en las elecciones regionales logró trabajar con Claudia López, Daniel Quintero, Caldas y con algunos sectores de la costa que no eran afines al Centro Democrático.
Es por eso que se precisa que los nuevos gobernantes tienen que fijarse muy bien en los nombramientos que van a hacer, que ya algunos han hecho, porque continuamos en un Estado excesivamente centralista y presidencialista, no será tan fácil como lo fue en años anteriores, si los gobiernos regionales no cuentan con personas capacitadas, inteligentes, astutas, hábiles y bien conectadas que sepan a dónde llegar, dónde tocar una puerta, con quién hablar y cómo moverse en Bogotá, difícilmente se podrá gestionar recursos tanto económicos como físicos para las regiones y ni que se digan materia de seguridad cuando todos van a ir a pedirle policías y soldados al Gobierno central y les van a que no hay para todos.
El gran reto que tienen los gobiernos regionales es entenderse con el nacional, en tener la capacidad de trabajar con sus ministros, directores, gerentes, presidentes y desde luego con el Congreso, pero también y al mismo tiempo cumplir las expectativas regionales de sus gobernados.
Las personas les van a exigir seguridad sin importar lo que se diga, les van a exigir una mejor dinámica económica, les van a exigir atención social, les van a exigir más y mejor infraestructura.
De manera que si estos gobernantes no se rodean bien, van a quedar entre la espada y la pared y muchos de ellos podrán correr peligro, incluso cuando en ciertas posiciones de poder judicial lleguen personas adversas ideológicamente, todos entenderán y pueden convertirse en herramientas incluso de persecución política a nivel nacional.
No se trata de hacer alcaldías y gobernaciones para las cámaras, para el show, para el político chévere, para ver cuántos ‘likes’ se logran, para vivir dependiendo de las encuestas pensando con un cálculo electoral para las elecciones del Congreso o las de Presidencia o a ver cómo llegó allí, me logro convertir en una figura presidenciable, no, si esa va a ser la prioridad y el foco de los actuales gobernantes electos regionales se van a estrellar muy feo.
Uno de los puntos importantes en el que todos han estado de acuerdo y se habló ampliamente en Medellín en días pasados durante la inducción, es que es necesaria una descentralización del país, se habló de un referendo se habló de distintas iniciativas para lograr que Colombia pase a ser un Estado federal y acá tendrán que medir muy bien el pulso y las estrategias, porque este Gobierno Nacional en cabeza de Gustavo Petro no se toma bien este tipo de retos y amenazas, que para ellos pueden ser amenazas y son más cercanos a la retaliación que al diálogo.
Todos los gobernantes regionales tienen que estar unidos, sincronizados y coordinados en cada uno de los movimientos porque de no ser así podemos tener explosiones políticas regionales, divorcios traumáticos, cruces de opiniones de grueso calibre y eso es lo que menos le conviene al país en este momento.
De manera que inteligencia serenidad de cálculo y sobre todo nombrar personas excepcionales en cada uno de los cargos para afrontar este reto que tienen como gobierno.
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