Este 20 de julio, Lidio García Turbay logró una hazaña poco frecuente en la política colombiana: ser elegido por segunda vez como presidente del Senado en cuatrienios consecutivos. El veterano senador del Partido Liberal asumió el liderazgo de la Cámara Alta sin oposición, luego de que el también liberal Alejandro Carlos Chacón retirara su candidatura en la víspera de la plenaria. Con este movimiento, García se convirtió en el último presidente del Congreso durante el período legislativo 2022-2026.
Sin embargo, su nombre no resuena con fuerza fuera de los muros del Capitolio Nacional. Para muchos ciudadanos, Lidio García es un actor silencioso, ajeno a los titulares y a los grandes debates. Una figura que ha logrado posicionarse más por su capacidad electoral y por su cercanía con los poderes internos del Partido Liberal, que por su trabajo legislativo visible ante la opinión pública.
Panorama general: Lidio García ha sido el senador más votado del Partido Liberal en las elecciones de 2018 y 2022, obteniendo 174.774 y 157.074 votos, respectivamente. Ese respaldo ciudadano le ha valido no solo para presidir el Senado por segunda vez, sino también para ocupar en 2023 la presidencia de la Comisión Segunda, encargada de asuntos internacionales.
Pese a esas cifras, su gestión legislativa no destaca por intervenciones memorables ni por el impulso de proyectos significativos. Según fuentes del Congreso consultadas por El Tiempo, su estilo político ha sido definido como el de un “buen político, mal congresista”. Su historial de ausencias en 2024 también ha sido notorio, aunque algunas estuvieron justificadas por motivos familiares de salud.
Aun así, su base electoral en el departamento de Bolívar —de donde es originario— lo ha mantenido con fuerza en el Capitolio. En 2015, por ejemplo, fue clave en la elección de su primo Dumek Turbay como gobernador, aunque posteriormente se distanciaron políticamente.
Por qué es importante: Lidio García inició su carrera en el Congreso en 2006 como representante a la Cámara. En 2010 intentó saltar al Senado sin éxito, pero logró entrar tras la sanción a Piedad Córdoba. Desde entonces, ha sido reelegido sin interrupciones.
Una de sus principales fortalezas es su cercanía con el expresidente César Gaviria. García fue uno de los impulsores de la continuidad de Gaviria como jefe del Partido Liberal, y en mayo de este año el exmandatario le devolvió el favor: anunció su candidatura oficial para dirigir el Senado en el último tramo del cuatrienio.
Esa alianza también representa una vía de influencia para el expresidente dentro de la agenda legislativa. No obstante, desde el Gobierno de Gustavo Petro no hubo mayor resistencia: el ministro del Interior, Armando Benedetti, expresó que no tenía objeciones con García y evitó promover un contendor. Ambos comparten antecedentes en la bancada Caribe del Congreso.
¿Qué esperar de su segundo mandato de Lidio García?
García llega al liderazgo del Congreso en un contexto difícil. Las tensiones entre el Ejecutivo y el Legislativo se han agudizado en medio de reformas estancadas, y el país atraviesa un momento de crisis institucional y desencanto ciudadano. Su rol podría ser decisivo para destrabar algunas discusiones claves, o bien para garantizar una salida institucional a debates complejos.
Aunque su estilo no se caracteriza por la confrontación ni por la visibilidad, su experiencia y sus alianzas internas podrían convertirlo en un punto de encuentro para distintas fuerzas políticas. La incógnita, no obstante, sigue siendo si esta segunda presidencia logrará trascender su papel logístico y marcará una diferencia real en el funcionamiento del Congreso.
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