¿Quién será el próximo alcalde de Bogotá?

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Parece inevitable que el próximo alcalde de la capital sea de tendencia centroderecha, algo inimaginable hace muchos años en Bogotá.

Por: Redacción 360 Radio

Con las recientes noticias de que el excongresista y principal alfil de Gustavo Petro, el libretista Gustavo Bolívar, no aspirará a la Alcaldía de Bogotá, se confirman dos cosas.

Primero que los sondeos y encuestas, además, de otros estudios que sean realizados y a los cuales este medio de comunicación, ha tenido acceso, son totalmente mortales para lo que representa la izquierda en Bogotá, muy difícilmente logren llegar nuevamente a ese cargo en este capítulo de octubre del 2023.

No solamente, el desgaste del gobierno Petro, sino el desgaste de Claudia López y la falta de figuras relevantes de este aspecto ideológico, han llevado a la ciudad a eso.

Hoy, Bogotá convertida en una ciudad con andenes, en donde 3 años se han demorado para construirlos, para arreglarlos; llenos de huecos, lleno de basuras, con carencia de obras de infraestructura para mejorar la movilidad, la calidad de vida, con la inseguridad disparada, hacen que sea un terreno muy propicio, para que candidatos del Centro Derecha puedan llevarla al Palacio del Líbano.

Y es que, en ese espectro, se encuentra Rodrigo Lara, Juan Daniel Oviedo, Carlos Fernando Galán y Diego Molano, candidatos que representan, uno al Centro Democrático, otros buscan la vía de la independencia, a través de firmas y Galán lo hará con su partido del Nuevo Liberalismo; todas estas opciones con las que la ciudad, en las mediciones hechas, se sienten tranquilas y con confianza y ahora más con una segunda vuelta, garantiza más gobernabilidad a la hora de la elección.

El primer reto es que se validen las firmas de los que se están recogiendo, poder registrar su candidatura el  29 de julio, que es la fecha máxima y apostarlo todo para pasar a la segunda vuelta.  En este sentido, quienes más se perfilan en ese segundo escenario son Rodrigo Lara y Juan Daniel Oviedo, seguidos de Carlos Fernando Galán y finalmente Diego Molano.

¿Qué es lo que tiene de diferente esta elección?

En el caso de Juan Daniel Oviedo, es la una persona que en definitiva es outsider, una persona que fue contemplada por el gobierno Petro para que continuaran el cargo del DANE, aun cuando venía del gobierno de Iván Duque.

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Una persona que está haciendo una campaña en las calles, tranquila, con su grupo de voluntarios, que ha recogido un importantísimo número de firmas y no genera mayores reacciones negativas en los sectores más hostiles de la ciudad, quizá, solo en algunos grupos muy pequeños y conservadores no simpatizan con su candidatura.

Pero por lo demás tiene todo un terreno para crecer y para seguir fortaleciendo su candidatura, sobre todo cuando empiecen los debates, los foros y las grandes discusiones de ciudad.

Respecto a Rodrigo Lara, quien ha tenido un recorrido político más amplio que Oviedo, similar al de Galán y claramente más largo que Molano. 

Lara está logrando construir, una gran convergencia de líderes políticos, de líderes de opinión, empresariales, en donde coinciden en un proyecto socialdemócrata, donde no se buscará la grandilocuencia de los debates de del metro subterráneo, si no, del corredor de la séptima sí o no que son los que tienen enfrascados a Bogotá, cada 4 años en afecciones y no pasa nada que es lo peor que le puede pasar a la ciudad. 

Lara está tratando de que la ciudad tenga una visión de futuro, de corregir los problemas estructurales de Bogotá y sobre todo garantizar una relación estable tanto con el gobierno nacional como con la región Metropolitana de Cundinamarca.

Lara tiene fuertes cuestionamientos, en algunos frentes para Claudia López; Lara no tiene resistencias en el Gobierno Nacional, y hoy no solo tiene el reto de recoger firmas y conseguir el aval, sino, de seguir incrementado su nivel de opinión positiva, que ya es amplio, pues es un candidato con gran exposición mediática y favoritismo en medios. 

Para Carlos Fernando Galán, quien viene de varios tropiezos electorales, se le plantea un reto quizás más duro, que el de los dos primeros. Es recomponer su partido internamente, es construir sus listas y sus aliados, para que sean ediles, concejales, encontrar espacios en donde pueda traer congresistas de otros partidos y sea uno de los puntos más difíciles de la agenda política de Galán.

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Y tercero, en el intento de no pelear con Claudia López, con Gustavo Petro y tampoco con la derecha, se puede desdibujar un poco el discurso y la imagen que quiere proyectar a los bogotanos. 

Galán, puede echar mano de su imagen, de su reconocimiento, de su trabajo como congresista, aunque ya ha quedado un poco en los anaqueles, pero es cierto que la imagen que ganó en su momento no se pierde tan rápidamente y si logra hacer los pasos correctos e indicados puede ser un buen revulsivo para que pase a la primera fase de figuración.

Respecto a Diego Molano, tiene naturalmente la resistencia de ser un político de deracha, en una ciudad que no es de este tipo de ideología, en una ciudad que no ha elegido un alcalde así y por más grave que sea la situación en seguridad, por razones etéreas Bogotá no vota por ese tipo de candidatos.

Molano decidió lanzarse por firmas, ya superó el umbral de firmas necesarias para poderse inscribir a las elecciones de Bogotá en calidad de candidato independiente por el movimiento Reconstruyamos Bogotá.

Sin embargo, ante los desgastes galopantes del Gobierno Petro y de alcaldesa Claudia López, quien sabe hacia donde gira la situación de orden público nacional y local hasta octubre, Molano puede tener un chance de pellizcar, no solo un gran porcentaje de la indignación y preocupación por la seguridad en Bogotá y encontrar un aleado al final de la tapa que le pueda permitir sumar. 

Es un escenario que para Bogotá es positivo, en el sentido de que no hay una gran polarización entre candidatos, hasta el momento no hay ataques frontales entre ellos y la ciudad pueda asistir, por primera vez en varios años, a un debate de muchos más ideas, de tesis, de proyectos y comparar visiones, opiniones y análisis sobre lo que la ciudad necesita.

A partir de ahí, crear una real agenda de gobierno, con un gobierno más legitimado, con una segunda vuelta y una mayor capacidad de cadencia frente al gobierno nacional para gestionar proyectos.

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