El Estado colombiano históricamente nunca ha tenido presencia en su vasto y extenso territorio, lo cual ha merecido en muchas ocasiones las aseveraciones, por más fuertes que sean o que parezcan, de que Colombia posee muchísimo más territorio del que realmente puede gobernar.
Y siempre esa ausencia del Estado es la mayor causa raíz, uno de los orígenes de que se establezcan grupos ilegales en esos territorios que aprovechan la nula o la mediocre presencia del Estado para ejercer actividades ilegales y criminales.
En el caso de Colombia, todos vemos como con montarnos en un avión cualquiera y mirar hacia abajo, hacia el piso, nuestros bosques, nuestros ríos están cada vez más devastados por la minería ilegal.
Esa minería ilegal que cada vez es más lucrativa y que también crece ahora más que nunca gracias al precio del oro. Tenemos, por otra parte, la extorsión, uno de los mayores flagelos de la población colombiana.
Tenemos la inseguridad, el control territorial, la pelea por barrios, el establecimiento de fronteras invisibles. Tenemos el tráfico de personas, tráfico de fauna, tráfico incluso de especies vegetales.
Se establecen entonces unas republiquetas criminales por cuenta de la ausencia del Estado y cuando el Estado quiere llegar a ocupar esos territorios porque ha sido tal el descalabro y lo que pasa allí que se hace imposible, inaplazable actuar, el Estado siempre llega tarde.
Y llegan, hacen un mega operativo con fuerte presencia armada, están una semana, dos semanas, se van y todo vuelve a su normalidad.
Y acá ya entran en conflicto incluso dinámicas sociales más aberrantes y preocupantes, y es que las personas, durante todo ese tiempo extenso por demás que los criminales ejercen esos liderazgos y ese control y esa presión, esa presencia, esa influencia, esa coerción, los civiles van quedando a la merced de ellos, van siendo absolutamente prisioneros y en otros casos lamentablemente terminan trabajando, simpatizando, terminan compenetrados completamente con ellos.
Lo que hace más difícil, por no decir imposible, que el Estado pueda permear esas estructuras, porque ya, como lo hemos visto en todos los noticieros posibles y en muchísimas ocasiones, las poblaciones son instrumentalizadas en unos casos, en otros son obligadas y en otros, por literal unilateralidad de las personas, por voluntad, salen a defender a los criminales y a enfrentarse a las autoridades.
Dicho todo lo anterior, está claro que uno de los grandes retos, ahora que hablamos de las metas que tiene el próximo gobierno, de los problemas que tiene que solucionar el nuevo presidente, es ese, el control territorial, porque es que este control territorial, la presencia en el territorio del Estado, abarca muchas de las otras problemáticas que se están pidiendo resolver.
Seguridad, narcotráfico, infraestructura, salud, educación, tecnología. Todas esas aristas que hoy Colombia tiene que solucionar pasan y nacen del control territorial.
Es imposible solucionar una o varias de esas cosas sin tener control territorial, que es lo primero.
Y acá, en definitiva, en el juego, muchas conversaciones y discusiones sobre la autonomía de los territorios, sobre cuál es realmente la clase de presencia efectiva que el Estado colombiano tiene que ejercer para garantizar esa soberanía, presencia y defensa del territorio.
Está claro que no puede ser solamente militar, está claro que no puede ser meramente pedagógica, educativa, cultural. Y ya parece muy trillado escuchar a los gobernantes hablando de una presencia integral, una intervención convergente de todos los sectores para atender a las poblaciones.
Y si bien no están equivocados, el problema sí está radicando en cómo se hace esto, cómo se articula con el gobierno nacional y cómo se dejan herramientas, autonomías a esas comunidades, a las provincias, a gobiernos, veredas, barrios, municipios, para que ellos mismos ejerzan ese control territorial y no permitan que la criminalidad llegue a ocupar esos terrenos.
Por eso desde este medio de comunicación, intentando sumar a los próximos debates nacionales, pero a los debates serios, no a los debates populistas, a los postureos de candidatos haciendo el ridículo en fincas, en festivales, queriendo parecer paisanos de todos, teniendo familiares en todos los lados, no.
Acá estamos planteando tesis, estamos planteando asuntos de importancia de alto interés nacional que esperamos los candidatos serios lo recojan, lo integren, lo analicen y, sobre todo, lo puedan trabajar de cara a una propuesta de gobierno.
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