Por: Wilmar Vera Z.
Tuve la oportunidad de visitar a Cuba en pleno periodo especial, a mediados de los años 90. Aprovechando un curso que daban en la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños, conocí durante un mes y medio las vicisitudes y bellezas de una nación en muchos sentidos diferente a la Colombia de esa época.
No mejor o peor, diferente.
Era curioso porque mi amigo, Juan Esteban, iba con el deseo de comprobar eso que por décadas los de izquierda vendían como el paraíso de los trabajadores, en mí primaba la curiosidad por saber cómo era vivir en un país no capitalista.
Al final, mi amigo se regresó desengañado, como quien asume la realidad después de una resaca inmensa, mientras que llegué enamorado del paisaje y su gente, pero asqueado de su gobierno. Y eso que era el Gran Caballo, o Fidel, quien capoteaba las riendas de un país que, tras la caída de la Urss y bloque socialista, a quien le daban “horas” para su inminente hundimiento. Pero resistieron, gracias al apoyo de países como España o Canadá y luego la Venezuela chavista, que le dieron un respiro a su asfixiada economía y el moribundo pasó a cuidados intensivos, con la esperanza de que fuera dado de alta.
Hoy se realizará una serie de manifestaciones a favor de la libertad en la isla. Una especie de segunda etapa iniciada en julio de 2021, bajo el lema “Patria o Vida”, cuando miles de cubanos rompieron el miedo y se atrevieron a pedir cambios económicos y sociales para la isla. Desde la orilla de los exiliados y sus defensores políticos, llamaron a esa protesta el inicio del fin del régimen y un grito valeroso de libertad. Policías deteniendo a opositores, algunos siendo golpeados por agentes de civil y el apagón tecnológico por horas que permitió retomar el control en ciertos sectores donde se dieron las protestas.
DEL MISMO AUTOR: Desaparecidos
Inmediatamente desde Miami movilizaron en redes numerales para la visibilización de la protesta y el llamamiento a que la gente saliera a las calles a derrocar al régimen de Díaz-Canel. Denunciaron desde los republicanos de EEUU, pasando por los fachos españoles de Vox y su imitadores colombianos del partido de gobierno el reclamo por la brutalidad policial, los encarcelamientos, la persecución a los opositores y la asfixia al deseo de libertad, en un gobierno que tiene a los medios de comunicación, a la Asamblea, a los órganos de control y a fuerzas del orden evitando cualquier manifestación de inconformismo.
Típico de los tiranos, decían. Lo curioso es que si miramos el accionar de la institucionalidad en la dizque democracia más vieja de América, el actuar reprochable en Cuba es “defensa de la democracia, maestro” para los áulicos del inquilino de la Casa de Nari. O sea, los más de 45 asesinatos verificados, 3.789 casos de violencia policial, 25 víctimas de violencia sexual, 1.649 detenciones arbitrarias y 94 desaparecidos (según la Fiscalía más sólida del continente) que dejaron durante los casi 50 días del paro nacional de abril a junio, son detallitos insignificantes de un régimen que autoproclama respetuoso y defensor de la democracia y los derechos humanos. Y eso que se puede olvidar que gracias a las instituciones que dirige el partido de la tercera y cuarta letra, tenemos 3 millones de fallecidos que pueden votar, comprar votos es deporte nacional entre candidatas a la presidencia y si alguien no se siente seguro de la imparcialidad de la Registraduría, pues que no se presente a votaciones. Sin contar que aquí el (sub) presidente no obedece a jueces ni fallos judiciales, no hace alocuciones para evitar que la oposición le recuerde que es Colombia y no Polombia donde finge gobernar y lo que pretendía Juan Manuel Santos con la derogación de la Ley de Garantías era, para él, ilegal y tramposo pero para los seguidores del expresi (dente, diario) imputado es la solución para reactivar la economía… electoral.
No hablemos de tiranías en Nicaragua, Venezuela o Cuba. Cada país tiene su sambenito qué cargar. Dejemos de mirar la viga en el ojo ajeno de la corrupción y la violencia estatal. Mejor comprendamos que aquí tenemos un bosque completo al que hay que talar y en 2022 es la oportunidad de arrojar a este régimen abusivo, corrupto y aliado del narcotráfico a la basura de la Historia.