José Manuel Restrepo Abondano, titular del Ministerio de Hacienda hace un par de meses, dijo que esto se traduce en «que los mercados creen en un país que históricamente ha sido responsable de sus finanzas públicas».
360 Radio:
¿Cuál es el ambiente político que alcanza a percibir para el trámite de esta nueva reforma tributaria presentada hace 48 horas?, ¿qué espera en medio de una situación que amerita un debate muy técnico?
José Manuel Restrepo (J.M.R.):
Lo primero y más importante es que hay una conciencia no solamente en los sectores políticos, en general en los sectores sociales, empresariales, incluso en los jóvenes; hay una conciencia sobre la necesidad de una iniciativa de una reforma, y sobre todo que tenga corazón, que atienda a los más vulnerables, que reconozca que todavía hay personas que se ven afectadas por el impacto de la pandemia, que sea capaz de dar respuesta a los sueños aplazados de la juventud por tener gratuidad en la educación superior, por tener oportunidades laborales, pero también atender a tantas mujeres y familias que necesitan rentas básicas de emergencia.
Que atienda al microempresario que todavía sufre los embates del impacto de esta pandemia. Hay una conciencia social de que esta reforma responda a esas necesidades de los vulnerables y hay un reconocimiento al sentido y expresión solidaria de los sectores productivos de haber levantado la mano para contribuir a este propósito de financiación de esta iniciativa. ¿Que va a haber debates? Siempre los va a haber, para eso es el escenario del Congreso de la República, quienes somos demócratas creemos en que ese es el objeto del Congreso.
Lo importante es que hay conciencia de la necesidad, de que el centro tiene que ser lo social, también hay que lograr la estabilidad de las finanzas públicas y este instrumento tiene que ser protagonista del crecimiento y de la reactivación de la economía.
360:
La gente podrá estar más o menos de acuerdo en cómo se va a pagar la reforma, y es cierto que no estamos en el mejor momento para una reforma estructural y de largo aliento. Usted mencionaba a los microempresarios, han sufrido las personas de ingresos bajos y medios, como también las micro, pequeñas y medianas empresas; ellos sienten que van a tener que pagar la reforma tributaria.
¿Qué les dice a ellos?
J.M.R.:
Hay que tener varias cosas en consideración.
Los grandes beneficiados de esta iniciativa son los micro y pequeños empresarios porque vamos a retornar ese subsidio a la nómina para esos grupos especialmente, focalizadamente, exclusivamente si se quiere. Van a tener un beneficio directamente para ese propósito.
Hay un beneficio muy importante que es el subsidio a la nómina con el cual se reducen los costos de prestaciones sociales para estos sectores productivos que vinculan laboralmente.
Es muy importante decir que cuando se compara la tasa efectiva de tributación que tenía Colombia en el año 2018, hoy hay una reducción. Aquí hay un esfuerzo por ser más competitivos.
Los impuestos corporativos son sobre utilidades, quien no tiene utilidades no paga impuestos y por el contrario hay devoluciones aceleradas que se han venido logrando.
Quizá lo más importante: para el microempresario existe una figura que queremos que siga creciendo como lo ha venido haciendo, que es el régimen simple el cual permite reducir el pago del tributo de renta casi a la mitad. En la actualidad, hay cerca de 40.000 microempresarios dentro de este sistema y hay que seguir haciendo ese esfuerzo.
Las modificaciones en materia de tasa corporativa operarán realmente desde el año 2023, ahí es donde se recibirá el grueso de ese recaudo. De aquí hacia allá hay un espacio muy importante de reactivación y siguen vivos todos los beneficios para el micro, para el emprendedor, que estaban en la ley de emprendimiento, en la ley de crecimiento como beneficios en agroindustria, en turismo, en industrias creativas, más los descuentos y beneficios que ya existen incluyendo por ejemplo el descuento en IVA de medios de capital.
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360:
Entre la lucha contra la evasión de impuestos, el pago de la reforma por parte del sector empresarial y la austeridad es el gran eje de esta estructura. Llama la atención cómo el Gobierno se va a apretar el cinturón, no se habla de enajenación de activos, sí se le pide al Congreso que se le confieran unas facultades al presidente de la República para que pueda fusionar, suprimir, hacer una reorganización de entidades.
¿Cómo va a planear su reestructuración el Gobierno luego de probada esta reforma?, ¿qué opinión tiene para compartir sobre la venta de activos?
J.M.R.:
En el tema de austeridad en el gasto público quisimos dar ejemplo, y este es posiblemente el esfuerzo más significativo que se ha contemplado en materia de austeridad en el gasto. Llegamos hasta $1.9 billones de ahorro anual, aproximadamente 0.2 % del PIB, con varios instrumentos.
Primero, el crecimiento de la burocracia que no va a exceder de la inflación en los próximos años, sosteniendo la capacidad adquisitiva de los trabajadores. La restricción en cambios de planta de personal o cambios de estructura organizativa de organismos del Estado que no pueden ser con costo, tendrían que ser a costo cero.
Todo un esfuerzo de optimización del pago de horas extras, se congelarían vacantes, hay una decisión en controlar el crecimiento y adquisición de bienes y servicios, los cuales nos superarán la inflación en los próximos diez años; un avance para tener un ahorro que llegará hasta el 50 % en gastos de viáticos, papelería, impresiones, publicidad, vehículos, combustibles, unos esfuerzos que seguramente no representarán montos significativos pero que son dicientes como no renovar telefonía celular, planes de telefonía, internet, datos, entre otros.
Controlar los temas de costos de arrendamiento, quiere decir que hay que buscar caminos para que en los momentos en que se renueven los contratos se transite hacia lugares físicos menos costosos, en lugares menos costosos de las ciudades de nuestro país. Eso significa también darle fuerza a temas como el teletrabajo, trabajo en casa, eventos virtuales, un esfuerzo en un periodo de tiempo corto, cerca de un año, en donde de la mano de la Unidad de Protección se analizará, se diagnosticará y se racionalizarán temas de seguridad si se dan las facultades para suprimir, fusionar, escindir, modificar entidades del Estado buscando el control de la austeridad en el gasto público y de la burocracia.
También hay unos componentes de control en los contratos de prestación de servicios, salvo que se refieran a temas esenciales de la gestión pública con un ahorro que llegaría hasta al 10 %.
Está la decisión de reducir en un porcentaje no inferior al 5 % anual, en los siguientes cinco años, los temas de transferencias, distintas a las transferencias definidas en materia constitucional, legal o por fallos judiciales. Ahí existen instrumentos que nos permiten decir que este es una propuesta que va muy a fondo en el propósito de lograr austeridad en gasto público.
En materia de optimización de activos es importante decir que la ley no tiene ningún artículo referente a este tema, sin embargo el Gobierno Nacional sigue en su esfuerzo de optimizar los activos de la Nación, son cerca de $79 billones y seguiremos haciéndolo porque hay que lograr ser muy eficientes con los activos del Estado.
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360:
Usted hace pocas semanas estuvo en Nueva York, teníamos la noticia de la reducción de la calificación, de perder el grado de inversión y eso aunque a mucha gente en la calle le suena como algo lejano, trae unas consecuencias que sin duda le pasan factura a las empresas y a las personas.
¿Qué tanto le preocupa que se haya perdido grado de inversión?, ¿cómo cree que Colombia puede transitar en estos años?
J.M.R.:
Claramente no es una buena noticia la pérdida del grado de inversión. Es importante decir que allí llegamos como resultado del esfuerzo gigantesco que tuvimos que hacer para enfrentar una pandemia, Colombia en el 2019 tenía el mejor resultado en déficit fiscal, el crecimiento más alto para economías de su tamaño en toda América Latina, récord en atracción de inversión, récord en exportaciones de algunos productos como en el sector del turismo y tuvimos los dos primeros meses del año 2020 con tasas de crecimiento superiores al 4 %.
Llega la pandemia y esta nos obliga a tomar decisiones dolorosas, cierre de actividad productiva y todo eso tiene unas heridas en pobreza, desempleo, destrucción de empresas. El Gobierno tiene que intervenir mitigando el impacto de aquello y logra hacer inversiones del orden de 11 % del PIB, dentro y fuera del presupuesto. Eso multiplica por tres el déficit fiscal y eleva la deuda pública respecto del PIB.
Eso es un poco lo que recogen estas calificadoras de riesgo y con esto toman su decisión, que es respetable.
Importante decir que ahora estamos focalizados en dar no una respuesta a una calificadora, aquí no trabajamos por una calificadora, trabajamos por un país que necesita seguir demostrando que tiene sostenibilidad fiscal y social; no podemos dejar de atender a los vulnerables, sería necio de nuestra parte dejarlos aislados, sin apoyo, sin recursos.
Por eso es importante también la estabilización desde lo social, y ahora estamos enviando una serie de mensajes. Este proyecto (reforma) es un mensaje de estabilidad social y de estabilidad fiscal porque este proyecto al recaudar esos $15.2 billones reduce el déficit fiscal, logra un superávit primario entre el 24 y el 25, y avanza en una reducción y estabilización de la deuda pública cerca del 60 %.
También estamos trabajando en la reactivación y el crecimiento de la economía, que entre otras las mismas calificadoras de riesgo reconocen como uno de los avances sustantivos de Colombia. Yo particularmente estoy dedicado y abocado a esa tarea para que Colombia crezca más allá del 6 %, meta que nos propusimos. Esto nos pone como uno de los países que más crece en toda América Latina y entre países OCDE.
Hay que seguir trabajando en el tercer frente que señalan las calificadoras: la diversificación de las exportaciones. En los primeros cinco meses de este año las exportaciones no mineras son las más altas en ocho años, se están dando resultados del esfuerzo de promoción exportadora y hay que seguir en esa misma dirección.
Lo que sigue de aquí en adelante es trabajar en esos tres frentes: la estabilidad fiscal, la estabilidad social, la diversificación de las exportaciones y le agregaría que todo lo anterior contribuya al crecimiento de la economía.
Ese es el camino que tenemos por delante de cara a este desafío, que ha tenido costos. Ha elevado algunos de los costos de endeudamiento del orden de 160 puntos básicos, pero mucho menos de lo que se esperaba, es decir, en los últimos tres meses seguimos recibiendo flujos netos de capital, no salen sino que entran; casi $10.7 billones lo que significa que los mercados creen en un país que históricamente ha sido responsable de sus finanzas públicas, que ha cumplido y que seguirá cumpliendo porque es una nación que es coherente con lo que ha venido construyendo en su manejo macroeconómico de tiempo atrás.
360:
¿Vislumbra usted en este final de año una mayor estabilidad en el precio del dólar? ¿Cómo recibe el precio actual del barril de crudo?
J.M.R.:
El precio del crudo es siempre una buena noticia, una noticia sorpresa. Cuando hicimos el marco fiscal de mediano plazo estimamos 63 dólares por barril, y el promedio de los primeros meses del año es del orden de 66 dólares. Hoy vemos el barril en el orden de 72, 73 dólares según el día, lo que significa que eso puede ser una buena noticia de cara al futuro de nuestro país, de nuestras exportaciones y de los ingresos del Estado.
Sí ha habido un incremento en la tasa de cambio, ha sucedido en otros países de América Latina, en el grueso de los países emergentes. Colombia es de los altos, es verdad; ese aumento en la tasa de cambio responde a dos razones: está sucediendo en los demás países, razones internacionales. Fruto de las decisiones de anticipar la elevación de tasas de interés por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos, que naturalmente generaría un flujo de capitales hacia ese país y generaría escasez en nuestros países y con ello aumenta la tasa de cambio.
En segundo lugar, porque hay incertidumbres con las nuevas cepas del covid; eso genera la preocupación de irse por monedas seguras, de menos riesgo. Eso lleva a que se estén demandando más dólares y por lo tanto el dólar se fortalece, mientras que las demás monedas se debilitan. Eso es una tasa de cambio al alza.
Además, ha habido algún efecto como resultado de las decisiones de calificadoras, pero creo que es una combinación de factores. Esperaremos cuál es el devenir del comportamiento de la pandemia en el mundo, que va a ser determinante respecto a la tasa de cambio.