Un país que se construye desde las regiones

Muy equivocados están quienes a estas alturas de la vida y la política siguen pensando que la centralización es el modelo indicado para hacer crecer a un país.

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Muchísimos estudios, discusiones, conclusiones y análisis han probado que no hay un solo y único modelo de gobernar correcto, exitoso o adecuado. Cada territorio es distinto uno del otro por sus capacidades, personas, condiciones topográficas, geográficas, climáticas y vocaciones naturales.

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Colombia es un país multicultural con problemáticas en cada una de las esquinas, cada una de la otra. Quizás el mejor departamento que representa a Colombia es Antioquia. Exmandatarios de los antioqueños han manifestado que gobernar lugar es lo más similar a estar al frente de un país.

Pensar a Antioquia como un país o Colombia como un departamento está muy lejos de lo que se necesita. Como nadie tiene la verdad absoluta ni el don de la magia ni como ni donde tenemos que ir, solo tenemos que hacer algo importante que nos conducirá por un mejor camino con más herramientas, mejores personas, y sobre todo, con una mejor calidad de análisis para saber que se necesita

La región Caribe, la Andina, el Amazonas, nuestras fronteras con Brasil y Ecuador, cada una de esas zonas son mundos distintos que necesitan atenciones personalizadas, legislaciones, normas y reglas de juego acopladas a esos territorios.

Si bien nos podríamos extender en este editorial hablando de cada uno de esos requerimientos, nos limitaremos a decir que donde está el gran error es medida como la del salario mínimo, la informalidad laboral, la legislación tributaria y todo tipo de regulaciones que se establecen desde una oficina en Bogotá, la cual está llena de estudios que no se leen, no se comprenden, representación regional que solo son cuotas políticas, pero hay una nula compresión de lo que las regiones necesitan.

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La construcción del país desde las regiones debe ser una obsesión

La construcción desde las regiones nos tiene que llevar a que sea una obsesión, tanto como de los nuevos gobernantes como del actual presidente, es primero que más ciudades tengan acceso formal, segundo que las empresas sanas crezcan y se mantengan, y que las entidades micro o pequeñas sigan teniendo acceso a créditos, espacios de negocio y poder mirar hacia afuera de sus territorios o de Colombia. Pero desde Bogotá se está poniendo un obstáculo para que en varios municipios como lo son Quibdó, Santa Marta y Valledupar no se puedan llevar a cabo varios proyectos.

Es lamentable que para lugares como Buenaventura, Quibdó y Valledupar ver como las personas viven con menos de $350.000. Una cosa que no pasa en Medellín, Manizales y Barranquilla, pero otra muy distinta lo que sucede en Cúcuta y Riohacha.

De manera que si el país no comienza a corregir esos problemas de raíz será imposible que aspire a construir un país con mejores oportunidades. Podríamos hablar de la necesidad de corregir las grandes exigencias para crear una empresa o para liquidarla.

Es menester que las nuevas administraciones regionales sienten un precedente y le pidan al Gobierno Nacional crear una línea nueva de conservación y ejecución para la real descentralización de Colombia. Es justa, necesaria y urgente. Cada día que pasa estamos yéndonos hacia atrás en el sentido que cada vez hay más concentración y las regiones seguirán siendo mucho más dependientes del Gobierno central.

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