Una dolorosa imprudencia

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Colombia está enfrentando la más crítica convulsión social de su historia reciente.


Por: Cecilia López

Y son precisamente los jóvenes los grandes protagonistas, quienes han salido a mostrarles a sus dirigentes que no están dispuestos a que continúen ignorando su responsabilidad de hacer de este país una sociedad más justa y equitativa. Basta ver las últimas cifras de pobreza, ya inadmisible en un país de ingreso medio alto como Colombia, 42 %, que ha caído de manera desproporcionada sobre los jóvenes. Entre la población menor de 25 años 50,7 % son pobres, seguida por los menores de 35 años, 50,4 %. No es un tema de una región, es todo el país el que está viviendo estos hechos sin que se vea el camino de la salida que corresponde. Es en este contexto tan complejo, tan doloroso, donde es necesaria la prudencia, el reconocimiento de que no se pueden generar condiciones que deriven en más hechos lamentables. 

Por ello es difícil de entender las decisiones de la administración local de autorizar no uno, sino dos partidos de fútbol que resultaron en los dolorosos hechos que todos conocen. Pero lo más grave es que ya durante el primer partido del miércoles era evidente que se generaba una situación caótica, con personas afectadas, con locales de comercio violentados y con una población en pánico. Como es posible que se repita lo mismo al día siguiente creándose un caos con heridos y costos humanos y económicos que se han podido evitar. Para no hablar de la imagen internacional: Colombia, un país en guerra. 

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Sin duda estas dos decisiones son inexplicables así se desconozcan las razones verdaderas para tomarlas. Sin entrar en especulaciones porque como sucede en la vida la verdad se conocerá, lo que se evidencia es la desconexión de las autoridades con lo que hoy se vive en el país. No es sino conocer los resultados de la encuesta realizada a los jóvenes para entender la dimensión y la profundidad de lo que estamos viviendo. Solo el 9 % de los jóvenes, incluyendo los de Barranquilla, confían en el gobierno, solo el 7 % confía en el Congreso de la República, pero el 84 % se siente representado en el paro nacional y el 53 % seguiría protestando. Se sienten agobiados por el desempleo, la falta de futuro y por la violencia de las autoridades que debían protegerlos. Además, lo más triste, perdieron su alegría y ahora el sentimiento que tienen es de tristeza.   

Esa realidad no puede subestimarse y dejarse llevar por intereses probablemente distintos a tratar de entender lo que está sucediendo. Más que echarle candela a una realidad, se exige lo mejor de quienes tienen las máximas responsabilidades frente a esta sociedad. Y por favor no se equivoquen atribuyendo estos hechos al vandalismo. Hay elementos de mucho más fondo. Precisamente por la incapacidad de quienes nos dirigen de entender esta realidad, llevamos demasiado tiempo en esta convulsión que, aunque venía represada, explotó por un profundo error del gobierno. Precisamente por no leer a la sociedad o, peor aún, por subestimarla. 

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