El Centro Democrático, sobre todo por la orientación e instrucción del expresidente Uribe, ha tenido que hacer una revisión interna, una profunda reflexión, sobre el desempeño del partido desde su existencia hasta el día de hoy, sus resultados, sus desempeños, sus rendimientos, sus aciertos, sus derrotas, y sus puntos por mejorar.
A pesar de que muchos en el partido se oponían a esto, no querían hacerlo. Hay personas dentro del partido que prefieren el statu quo para preservar unos feudos electorales y ciertos cargos. Y esa ha sido una de las cosas principales que ha tenido, por parte de muchos grupos detractores, quejas hacia el partido. Porque el partido terminó, para muchos, convirtiéndose en un partido igual que los otros, de los que tanto criticaban, como los conservadores y los liberales. Porque, aunque para muchos puede ser natural, el partido se volvió lleno de matices. Cada matiz busca conservar unos pequeños poderes regionales, apropiarse, supuestamente, de los derechos adquiridos, que les permite siempre tener un buen puesto en la Cámara, al Senado, al Consejo, a la Asamblea.
El modus operandi de aspirar a una presidencia, aspirar a una alcaldía o aspirar a una gobernación, para luego negociar un cargo inferior, ha terminado, para muchos, pervirtiendo, en cambio de la palabra, los procesos internos del Centro Democrático. Uribe, en su sentir personal, desde hace muchos años, siempre ha dicho que él no va a ser el dictador del bolígrafo al poner a quienes quiera en puestos preferentes en las listas al Congreso. Y siempre ha sido más partidario de procesos democráticos, de acuerdo y consensos al interior del partido.
Esto también ha resultado en que, lastimosamente, muchas caras nuevas no puedan tener una ascendencia ni crecimiento dentro del partido, porque dichas posiciones ya están ocupadas y, posteriormente, heredadas a esos feudos de los que ya hablamos. Por eso, el partido ha tenido muchos conflictos internos a la hora de dilucidar los mecanismos de selección para distintas listas, ya sean elecciones regionales, locales o nacionales. Porque todos quienes tienen un cargo ya dicen: “yo tengo un derecho adquirido, yo debo ir adelante”, y si no voy yo, tengo derecho a poner a alguien.
La pregunta que se hace dentro del partido es: ¿quién ha dicho que esto es así? ¿Quién ha dicho que esto es cierto? ¿Quién ha hablado de estos adquiridos? ¿Y quién ha dicho que porque alguien es senador, entonces tiene derecho y preferencia a volver a ser senador por un cuarto, quinto o sexto periodo? A pesar de que sus resultados sean bastante cuestionables.
Asimismo, el Centro Democrático está cuestionando su papel en el gobierno de Iván Duque, el gobierno que fue presidido por un miembro del partido y un senador de ese partido. Entonces, retomo. Uribe, pues, en sus adentros, genuinamente, ha querido eso desde hace mucho tiempo.
Luego del primer ejercicio exitoso, cuando él encabezó su lista al Congreso por primera vez en el Centro Democrático, quiso volver con las listas cerradas tanto en elecciones regionales como en las del Congreso. Pero fue tanta la presión de los jefecillos políticos que hacían sentir a Uribe mal, terminando presionándolo para que volviera a abrir las listas. Y eso lo que trajo fue decepción tras decepción y la confirmación para Uribe de que él estaba en lo correcto: las listas abiertas no le estaban funcionando al partido, ya que sirvieron como puertas de entrada para personas que no tenían afiliación política, ni convicciones, mucho menos un real convencimiento de la filosofía del partido. Solo querían estar allí por coyuntura netamente política y poder alcanzar los cargos a los que aspiraban bajo ese amparo que significaba el Centro Democrático.
Centro Democrático en crisis: Reflexiones internas y decisiones para las elecciones de 2026
Para estas elecciones del 2026, Uribe tiene muy claro, y a algunos pocos confidentes se lo ha insinuado, que esta es su última real participación en política. El expresidente Uribe ha tenido una vida continua de servicio, muy ajetreada, con ires y venires, que obviamente con el tiempo va cobrando y también ha sentido la necesidad de tener un descanso. No un retiro de la vida pública, pero sí un descanso en lo que refiere a términos electorales. Y que Uribe sienta que esta es su última participación activa en política no quiere decir que haya tomado una decisión respecto a ser candidato o no en las elecciones del 2026.
Han pasado muchas personas por su finca en Rionegro, por el lugar mismo en Córdoba, que le han dicho al presidente Uribe que él debería ser un candidato a la vicepresidencia o que debería ir al Congreso de la República, tanto encabezando la lista como si no quisiera encabezarla, al menos en una posición como la décima o incluso la vigésima posición. Le han dicho que, siendo esta su última participación activa, debería conformar sus listas cerradas con nombres nuevos, con nombres que no tengan un gigantesco poder electoral. Todo lo contrario, si se quiere cambiar el Congreso y las formas de la política, precisamente es no seguir fomentando o promoviendo y fortaleciendo esos casi feudos que se nutren solamente a través de centenares de miles de cargos públicos y de contratación pública.
Este medio de comunicación ha seguido de cerca cada uno de los movimientos internos del partido, recogiendo testimonios de distintos actores sobre el sentir de sus militantes, el malestar por los métodos internos y la falta de renovación. Esto se ha convertido en una preocupación creciente, pues las acciones del partido han generado dudas sobre su capacidad para renovarse y mantenerse relevante en el panorama político actual.
El partido, muy tímido y poco autocrítico durante el gobierno del presidente Iván Duque, ha recibido la enfática insistencia de Uribe: se tienen que hacer las revisiones, la reflexión de lo que se hizo mal y corregir para repetir, y también entender por qué llegó Gustavo Petro al poder, para entender la causa raíz de lo que vive el país. Entonces, el Centro Democrático tiene, junto con el presidente Uribe, las decisiones próximas. Hay una posibilidad, tímidamente asomándose, que ya es una ganancia al interior del Centro Democrático: unas voces valientes disidentes que están diciendo que también ellos tienen que revisarse, porque no son perfectos. Y eso atrae intenciones en el partido.
Entonces, ¿qué viene para el 2026? Hay un bajón, aunque no oficializado, en el ritmo que traía el partido con el tema de la elección presidencial. Han disminuido el ritmo por conversaciones con otros precandidatos presidenciales fuera del partido y por la manipulación de datos que no favorecen a los actuales precandidatos del Centro Democrático.
Conclusión: hoy el Centro Democrático tendría muy difícil, con los números actuales, tener la posibilidad de ser opción de poder en el 2026. Esto también se refleja en que no tiene una posición de poder ni una capacidad de negociación fuerte frente a otras colectividades. Por eso el partido lo está viendo, está siendo muy consciente de esto, sobre todo sus directivas, y por eso es que se le ha mermado el tema de la elección del precandidato.
Es de público conocimiento que muchas personas en el partido tienen la estrategia de aspirar a ciertos cargos que ellos mismos saben que no tienen posibilidad, para luego buscar otras posiciones preferentes en rangos inferiores. Aspiran a la presidencia de la República, pero todo para quedar bien ubicados en una eventual lista cerrada al Senado. La pregunta es: ¿hasta dónde ese partido seguirá tolerando esa clase de artimañas? El partido estará definiendo esa situación internamente con esos precandidatos.
Las conversaciones avanzan con otras colectividades, otros líderes de otras colectividades, entendiendo cómo podría ser la escogencia de un candidato presidencial, mirando la posibilidad de programar consultas internas y ya establecer fórmulas para definir fórmulas presidenciales y vicepresidenciales.
Uribe está absolutamente concentrado y responde de esta manera a todo quien le insinúa, le propone, le pide que aspire a un cargo: está concentrado en resolver sus asuntos judiciales. Su proceso aún no ha confirmado nada más.
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Ahora, si Uribe decidiera lanzarse a la presidencia, al Congreso o incluso aceptar una vicepresidencia, sería una sacudida gigante para el país y traería muchos beneficios a ese partido. Uribe tiene la capacidad de gestionar y convencer a personas muy valiosas de la sociedad civil colombiana, conocedores en distintos ámbitos, para que vayan al Congreso a trabajar realmente, no a buscar puestos de celadores, profesores, contratos o hacer gestores de negocios. Y podría ser, insistimos, un gran papel el que desempeñe el Centro Democrático al tomar esta determinación.
El expresidente Uribe, con muy buenos ojos, ve las candidaturas. También es cierto que le habla mucho de Germán Vargas Lleras. Uribe conoce y sabe el temple que tiene Vargas Lleras. Han tenido desavenencias en el pasado, pero también hay muchos puntos en común entre ellos.
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