“Vivir sabroso”, uno de los propósitos para 2023

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Feliz año nuevo a todas y todos, que 2023 sea propicio a sus buenos deseos y proyectos. (Vivir Sabroso)


Por: Wilmar Vera Zapata.

Ahora que finaliza un año vertiginoso, vale la pena definir las cosas que deberíamos superar como personas, sociedad, país y hasta planeta. Yo tengo los míos: buscar ser una mejor persona, tanto que seguiré aportando a construir una mejor familia, ser mejor amigo y sobre todo, ser un mejor ciudadano responsable.

Este último se logra si comenzamos a bajar las armas mentales y psicológicas y tratamos de “vivir sabroso”, con lo bueno que eso implica tanto para los seguidores y simpatizantes del primer gobierno progresista en Colombia como para sus detractores.

Vivir sabroso es apostar a la paz total, algo que ya comenzó hace pocas horas con el cese al fuego decretado por varios grupos armados ilegales y que representaba un reto como nunca se había hecho en la Historia nacional.

Siempre el Estado ha visto a sus contradictores como enemigos. Se evidenció en el olvido que desde Bogotá los gobiernos conservadores de hace 120 años hicieron con Panamá, lo que facilitó el robo de nuestro departamento del istmo, donde el único recuerdo quedó como afrenta y vergüenza en el escudo nacional.

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Darle la espalda al pueblo y a la sociedad colombiana desde la élite política continuó con la Masacre de las Bananeras (1928), cuando en lugar de dialogar, el conservador Miguel Abadía Méndez, autorizó disparar contra los trabajadores, pues “el gobierno se parcializó descaradamente a favor de la compañía y en contra de los obreros por la sencilla razón de que estos eran colombianos  y la compañía (norte) americana y dolorosamente lo sabemos que en este país el gobierno tiene para los colombianos la metralla homicida y una temblorosa rodilla en tierra ante el oro (norte) americano”, denunció Jorge Eliécer Gaitán en 1929.

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Su posterior crimen en 1948 fue la materialización de un discurso de odio al otro, al diferente, al indio, al negro, al pobre, al campesino, al que no es blanco, católico, “de bien”. Y así los poderosos económicos y políticos destruyeron vidas y varias generaciones de compatriotas que por nacer en esta esquina del mundo estábamos condenados a tener un país bello ajeno y una inapelable cita con la muerte y la violencia como patrimonio nacional.

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La aplicación del Plan Lazo (1962), durante el gobierno del conservador Guillermo Valencia, lanzó gasolina a una pequeña flama de conflicto social que terminó abrasando a al campo y a la ciudad por igual.

La propuesta de una paz total es una apuesta riesgosa, máxime por la calidad de los contradictores (de derecha, izquierda o para Estatal) que tienen entre la ciudadanía poco apoyo y mucho rechazo y desconfianza con su constante actuar criminal. Además, algunos creen que la venganza con el violento es la única respuesta que puede dar el Estado. Por eso el camino no estará despejado, la ciudadanía espera resultados directos y compromisos reales, que se materialice en menos violencia y evite más sangre derramada en una guerra inútil y anacrónica.

Si se logra materializar este capítulo, habrá que pedir espacio de negociación con los otros protagonistas de la violencia soterrada que no desaparece: los políticos y la prensa hegemónica. Con los autollamados AGC, la Segunda Marquetalia y otras bandas criminales negociando su reingreso a la sociedad parece factible, ¿se hará los mismo con la oposición política?

Petro parece que sabe acallar fusiles, ¿podrá hacer lo mismo con las cloacas mediáticas y políticas? El tiempo lo dirá, pero no el de Sarmiento Angulo, sino el importante, porque, aunque el cielo se cubra de nubes, detrás de ellas siempre brilla el sol y ahora, el alba anuncia una nueva jornada que traerá sus afanes y dificultades, pero su luz y calor brillará siempre para todas y todos.

A los que leen a este junta palabras y a este medio, FELIZ AÑO 2023 y a vivir sabroso.

Ñapa: ¿En 2023 empezará a aplicarse justicia con el asesinato del periodista Eliécer Santanilla? La esperanza es lo último que se pierde.

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